e-ISSN 2395-9134
ArtículosEstudios Fronterizos, vol. 26, 2025, e176

https://doi.org/10.21670/ref.2518176


Racialización, xenofobia y colonialidad en la República Dominicana: una revisión de la literatura reciente

Racialization, xenophobia and coloniality in the Dominican Republic: a review of recent literature

Juan Luis Corporána * https://orcid.org/0000-0002-9860-7753
Jenny Torresa https://orcid.org/0000-0002-8190-5236
Santiago Gallur Santoruna https://orcid.org/0000-0001-6287-7340

a Instituto Tecnológico de Santo Domingo, Santo Domingo, República Dominicana, correo electrónico: juan.corporan@intec.edu.do, jenny.torres@intec.edu.do, santiago.gallur@intec.edu.do

*Autor para correspondencia: Juan Luis Corporán. Correo electrónico: juan.corporan@intec.edu.do, jlcorporan@gmail.com


Recibido el 22 de agosto de 2024.
Aceptado el 24 de noviembre de 2025.
Publicado el 28 de noviembre de 2025.


CÓMO CITAR: Corporán, J. L., Torres, J. & Gallur Santorun, S. (2025). Racialización, xenofobia y colonialidad en la República Dominicana: una revisión de la literatura reciente. Estudios Fronterizos, 26, Artículo e176. https://doi.org/10.21670/ref.2518176

Resumen:
Este artículo revisa la literatura reciente sobre racialización, xenofobia y desigualdad en la República Dominicana, con énfasis en la población haitiana y afrodescendiente. El objetivo es sistematizar y analizar los patrones analíticos predominantes sobre racialización, xenofobia y colonialidad en la República Dominicana, a partir del análisis crítico de 115 documentos publicados entre 2018 y 2024. Se examinan cinco ejes centrales: racismo estructural, políticas migratorias, narrativas de miedo, estética decolonial y colonialidad del poder. La revisión se realizó mediante criterios de selección temáticos y metodológicos, complementados con análisis crítico del discurso y codificación temática. Los hallazgos evidencian que, aunque existe una amplia producción crítica, su influencia en las políticas públicas es limitada, lo que permite la persistencia de estructuras de exclusión. Asimismo, la diáspora dominicana, especialmente en Estados Unidos, ha contribuido a reconfigurar la comprensión de la identidad nacional, visibilizando desigualdades y prácticas racistas tanto en el país como en contextos migratorios.
Palabras clave: decolonialidad, racialización, xenofobia, colonialidad del poder, racismo estructural.


Abstract:
This article reviews recent literature on racialization, xenophobia and inequality in the Dominican Republic, with emphasis on Haitian and Afro-descendant populations. Its objective is to identify predominant analytical patterns based on a critical review of 115 documents published between 2018 and 2024. Five central axes are examined: structural racism, migration policies, fear-based narratives, decolonial aesthetics, and the coloniality of power. The review draws on thematic and methodological selection criteria, complemented by critical discourse analysis and thematic coding. Findings show that, despite a substantial body of critical scholarship, its influence on public policy remains limited, allowing exclusionary structures to persist. Additionally, the Dominican diaspora─particularly in the United States─has contributed to reshaping understandings of national identity, highlighting inequalities and racist practices both within the country and across migratory contexts.
Keywords: decoloniality, racialization, xenophobia, coloniality of power, structural racism.


Introducción

Este artículo se presenta como una revisión de la literatura reciente que explora las dinámicas de racialización, xenofobia y desigualdad en la República Dominicana, con un enfoque particular en la población haitiana y afrodescendiente. Este trabajo busca identificar los patrones críticos y los debates que revelan cómo las estructuras coloniales han moldeado y continúan influenciando la sociedad dominicana. La selección de documentos respondió a criterios específicos de inclusión y exclusión que serán detallados en la sección de metodología, con el fin de asegurar la pertinencia temática y la coherencia analítica del corpus. En la literatura revisada se han identificado 108 estudios cualitativos, que proporcionan una exploración profunda de los fenómenos desde perspectivas contextuales y subjetivas, utilizando metodologías como revisiones bibliográficas, análisis críticos y métodos provenientes de la antropología cultural.

Por otro lado, los estudios cuantitativos (5) se distinguen por su uso de métodos estadísticos rigurosos y análisis de contenido cuantitativo. Finalmente, los estudios con un enfoque mixto (2) combinan ambos métodos, para proporcionar una visión más holística y robusta de los temas investigados. El objetivo general de este artículo es sistematizar y analizar los patrones analíticos predominantes y los principales aportes conceptuales, empíricos y críticos sobre racialización, xenofobia y colonialidad en la República Dominicana, a partir del análisis crítico de 115 documentos publicados entre 2018 y 2024.

La República Dominicana y Haití comparten la isla de La Española, una de las pocas islas en el mundo divididas por una frontera internacional. Esta proximidad geográfica ha dado lugar a una historia compartida marcada por el origen colonial, la ocupación estadounidense y una serie de regímenes autocráticos que, en diversos momentos, han coincidido en tiempo y espacio. Sin embargo, como señala Cassá (2022), a lo largo de los años, ambos países han desarrollado procesos históricos divergentes que han fomentado tensiones y prejuicios entre sus poblaciones.

La frontera dominico-haitiana representa, además de una barrera física, un espacio de disputa y negociación, influenciado por las diferencias socioeconómicas y culturales heredadas de la colonización. Este límite territorial se ha convertido en un recurso estratégico para ambos Estados, utilizado para regular el flujo de personas, mercancías e influencias culturales, y para reforzar las identidades nacionales en un contexto de creciente globalización (Sainté, 2020). En este sentido, la frontera actúa como un símbolo de soberanía estatal, donde se ejercen políticas de control y se mantienen relaciones de poder que perpetúan las desigualdades.

En la República Dominicana, las dinámicas de racialización, xenofobia y desigualdad han sido particularmente evidentes en relación con la población haitiana y afrodescendiente. Estas interacciones, profundamente arraigadas en una ideología colonial, han moldeado la estructura social y política del país, y continúan manifestándose en prácticas contemporáneas que perpetúan la discriminación y la exclusión (Palacios Valencia, 2022). Abordar estas cuestiones es esencial para comprender las raíces de estas desigualdades y explorar posibles vías para la transformación social.

Este artículo se estructura en cinco acápites principales, cada uno aborda un aspecto clave de la relación histórica, social y política entre la República Dominicana y Haití, y destaca los factores de racialización, xenofobia y desigualdad:

  1. Racismo estructural en la República Dominicana. Este primer apartado explora cómo el racismo estructural ha sido un elemento central en la construcción de la identidad nacional dominicana y en la perpetuación de desigualdades que afectan principalmente a la población haitiana y dominico-haitiana. Se analizan las perspectivas de varios autores sobre cómo este fenómeno ha sido desarrollado y sostenido a lo largo del tiempo por las élites dominantes, moldeando la política, cultura y relaciones sociales en el país.
  2. Políticas migratorias y genocidio. En esta sección se examinan las implicaciones del racismo en la configuración de las políticas migratorias dominicanas y en la perpetración de actos que algunos autores identifican como genocidios. Se explora cómo estas políticas reflejan la continuidad de estructuras coloniales que perpetúan la exclusión y la opresión de la población afrodescendiente, particularmente de aquellos de ascendencia haitiana.
  3. La narrativa del miedo: soberanía y amenazas externas. Este acápite aborda cómo el racismo estructural se manifiesta no solo en políticas explícitas de exclusión, sino también en narrativas que alimentan el miedo y la percepción de una amenaza a la soberanía nacional. Se analizan las construcciones sociales y políticas que han sido instrumentalizadas para fomentar un discurso xenófobo y racista contra la población haitiana y dominico-haitiana.
  4. Autopercepción, bovarismo y estética decolonial. Esta sección explora la compleja dinámica racial en la República Dominicana, influenciada por una historia de colonialismo y mestizaje. Se discuten las percepciones raciales, la autopercepción y las actitudes hacia la afrodescendencia en el país, así como la tendencia a negar lo negro y acercarse a una idealización de lo europeo. Además, se presenta un análisis de la estética decolonial en la construcción de la identidad dominicana y su relación con la visualidad y la colonialidad del poder.
  5. Colonialidad del poder y resistencia subalterna. El quinto y último acápite profundiza en el concepto de colonialidad del poder en la República Dominicana, destaca cómo las estructuras coloniales basadas en la raza y el género han perdurado incluso después de la independencia. Este apartado analiza cómo estas estructuras continúan operando en la actualidad, lo que refuerza jerarquías de poder y exclusión social. Asimismo, se exploran las formas de resistencia subalterna que han emergido en respuesta a estas dinámicas, y se enfatiza la importancia de un enfoque decolonial para abordar las problemáticas contemporáneas.

A través de estos apartados, este artículo busca proporcionar una comprensión integral y crítica de las dinámicas históricas y contemporáneas que han moldeado y continúan influenciando la relación entre la República Dominicana y Haití, así como sus implicaciones en la perpetuación de desigualdades y exclusiones dentro de la sociedad dominicana.


Metodología

Para abordar el objetivo planteado se implementó una metodología de revisión de literatura de carácter cualitativo-interpretativo. Se trabajó con un corpus total de 115 documentos (100 artículos académicos y 15 libros), seleccionados mediante un proceso de cribado sistemático que garantizó la pertinencia y coherencia analítica del conjunto.

Además del criterio temporal (2018-2024), se aplicaron criterios centrales de inclusión. En primer lugar, se incorporaron únicamente textos que abordaran de manera explícita al menos una de las categorías analíticas del estudio: racialización, racismo estructural, xenofobia, políticas migratorias dominico-haitianas, afrodescendencia o colonialidad del poder. En segundo lugar, se exigió que los documentos ofrecieran aportaciones conceptuales, empíricas o críticas, y se excluyeron materiales puramente descriptivos o sin articulación analítica. En tercer lugar, se buscó asegurar diversidad teórica y disciplinaria, integrando perspectivas decoloniales, antropológicas, sociojurídicas, histórico-críticas, feministas e interseccionales. Finalmente, se excluyeron documentos cuya unidad de análisis no estuviera vinculada directamente con la República Dominicana o el espacio dominico-haitiano.

En una primera fase, se identificaron textos en bases de datos y repositorios académicos (Scielo, RedALyC, JSTOR, Google Scholar), catálogos de editoriales universitarias y páginas institucionales, mediante el empleo de combinaciones de palabras clave como República Dominicana, Haití, migración haitiana, racismo, racialización, xenofobia, colonialidad y afrodescendencia. Asimismo, dada la relevancia de obras no disponibles en formato digital, se consultaron libros físicos en bibliotecas universitarias y centros de documentación (Intec, UASD, Archivo General de la Nación y Editorial Bonó), lo que permitió ampliar el espectro de fuentes y evitar sesgos derivados del acceso exclusivamente digital.

En una segunda fase, se aplicaron los criterios de inclusión y exclusión mencionados al depurar duplicados y verificar la relevancia temática y la profundidad analítica de cada documento. Esto permitió conformar un corpus sólido y coherente para el análisis.

El análisis de los textos se realizó a través de procedimientos de análisis crítico del discurso (Pardo Abril, 2007), lo que permitió identificar las construcciones conceptuales, políticas y simbólicas presentes en la literatura. Para organizar el corpus y garantizar la sistematicidad del proceso, se empleó el software de gestión bibliográfica Citavi, que permitió clasificar los documentos según los ejes temáticos principales. Se aplicó una estrategia de codificación abierta para identificar temas emergentes y una codificación axial que permitió articular dichos temas con tendencias teóricas más amplias en el campo de estudio.

Los hallazgos fueron integrados en una narrativa analítica que articula cómo las dinámicas de racialización y xenofobia en la República Dominicana se relacionan con procesos históricos de colonialidad, políticas migratorias y prácticas contemporáneas de resistencia. Esta metodología permitió identificar patrones, tensiones y vacíos en la literatura existente que ofrezca una base para futuras investigaciones, especialmente aquellas que integren enfoques cuantitativos o mixtos que complementen la predominancia cualitativa de la producción reciente.


Desarrollo

La revisión permitió identificar cinco ejes centrales en la producción académica reciente. En esta sección se examinan dichos ejes que resaltan convergencias, tensiones y aportes conceptuales que estructuran el campo de estudio.

Racismo estructural en la República Dominicana

De acuerdo con Palacios Valencia (2022), el racismo estructural en la República Dominicana ha sido un elemento central en la construcción de la identidad nacional y en la persistencia de desigualdades que afectan principalmente a la población haitiana y dominico-haitiana. Este racismo, arraigado en una ideología colonial y mantenido a lo largo del tiempo por las élites dominantes, ha moldeado la política, la cultura y las relaciones sociales en el país, lo que ha afectado desproporcionadamente a las personas de origen haitiano (Palacios Valencia, 2022).

Andújar Persinal (2019) argumenta que los imaginarios colectivos sobre la población migrante haitiana en la República Dominicana están profundamente enraizados en una ideología colonial que ha invisibilizado la contribución africana a la cultura dominicana, fomentando así la discriminación contra las personas haitianas. Por su parte, Tolentino Dipp señala que “el prejuicio racial viene como argumento para la explotación, de uno sobre otro y usa una base teórica evolucionista que explica la diferencia racial como fuente de esta clasificación” (citado en Andújar Persinal, 2019, p. 45).

En consonancia con esta visión, Franco (2019) plantea que el racismo ha sido una herramienta clave en la construcción de una identidad nacional dominicana que excluye y niega la herencia africana, que se define en oposición a Haití. Franco destaca que las migraciones haitianas han sido explotadas económicamente, manteniendo a esta población en condiciones de ilegalidad y marginalización. Avanzar hacia una identidad más inclusiva requiere confrontar estas estructuras racistas que han sido reproducidas a lo largo de la historia (Franco, 2019).

Delgado Hernández (2020) refuerza esta perspectiva al señalar que la identidad nacional dominicana se ha construido históricamente en oposición a la herencia africana y en rechazo a la influencia haitiana. Esta construcción se manifiesta en la política, la cultura y la sociedad dominicanas que perpetúan una identidad basada en la hispanofilia y el antihaitianismo. Aunque existen intentos contemporáneos de cuestionar y subvertir esta identidad, sigue siendo dominante en la conciencia colectiva. Sin embargo, la diáspora dominicana muestra signos de reconciliación con la herencia africana, lo que sugiere posibles cambios en la autoidentificación nacional en el futuro (Delgado Hernández, 2020).

Rodrigues Pinto (2018) añade que el antihaitianismo ha sido instrumentalizado por las élites dominicanas para justificar políticas de exclusión y violencia que han consolidado un racismo de Estado que continúa afectando a la sociedad dominicana en la actualidad. A través de la manipulación de la categoría racial y la exaltación de una identidad blanca o mestiza se ha mantenido una estructura de poder que marginaliza a la población haitiana y sus descendientes (Rodrigues Pinto, 2018).

García Peña (2020) ofrece una crítica al enfoque tradicional que centra en Rafael Trujillo la construcción del racismo y el antihaitianismo, sugiere que la influencia de Estados Unidos ha sido más determinante en la subsistencia del racismo a través de su proyecto imperial y la colonialidad. La autora utiliza conceptos como la contradicción y el análisis de intersticios históricos para desafiar la narrativa racista establecida en la República Dominicana al hacer énfasis en el papel del imperialismo estadounidense para la consolidación de estas dinámicas (García Peña, 2020).

Merritt (2021) y Bermejo Pérez (2018) destacan las implicaciones de estas dinámicas en las políticas migratorias dominicanas que han generado tensiones significativas en la gobernabilidad democrática del país. Merritt señala que el antihaitianismo, legado del régimen de Trujillo, continúa afectando negativamente a los haitianos y dominico-haitianos que permanecen con desigualdades en términos de derechos humanos y condiciones de vida. Bermejo Pérez agrega que la falta de integración efectiva de los inmigrantes haitianos y sus descendientes, junto con políticas que limitan su acceso a la ciudadanía, ha generado una crisis de legitimidad que pone en riesgo la estabilidad social y política de la República Dominicana. Ambos autores abogan por una revisión de estas políticas para alinearlas con los principios democráticos y de derechos humanos (Bermejo Pérez, 2018; Merritt, 2021).

Para Dilla Alfonso (2019), la xenofobia contra los haitianos en la República Dominicana no es solo un fenómeno cultural, sino que ha sido sistemáticamente institucionalizada a través de leyes y políticas que buscan excluir y marginar a esta población, lo cual ha tenido un impacto devastador en la vida de cientos de miles de personas, perpetuando la desigualdad y la exclusión social (Dilla Alfonso, 2019).

Por otro lado, Ferrán (2023) relativiza la existencia de un racismo estructural en la República Dominicana. Aunque reconoce la presencia de problemas de racismo y exclusión, sostiene que esto no justifica etiquetar al país como estructuralmente racista. Ferrán argumenta que, en general, los dominicanos son receptivos a la migración y tratan a los migrantes con afabilidad,1 excepto en el caso de los haitianos, debido a la historia de invasiones y conflictos fronterizos. Según el autor, esta construcción de identidad se ha basado en la alteridad racial y cultural, alimentada por el miedo a la “invasión pacífica” de haitianos (Ferrán, 2023). Ferrán también descarta que el antihaitianismo esté basado en el color de la piel, ya que otros grupos afrodescendientes, como los cocolos o los inmigrantes de las Islas Vírgenes, no experimentan el mismo trato. “Apelar al racismo de los dominicanos en términos indiscriminados es soslayar que gran parte de ellos mismos son indudablemente negros” (Ferrán, 2023, p. 53).

Contrario a Dilla Alfonso (2019), Ferrán argumenta que no se debería hablar de xenofobia en el caso de los dominicanos, ya que el término implica aversión o incluso odio hacia todos los extranjeros, es decir, hacia cualquier persona foránea con la que uno entra en contacto en su propio país, y no únicamente hacia ciertos grupos específicos de extranjeros (Ferrán, 2023).

Estos trabajos muestran que el racismo estructural no constituye un fenómeno aislado ni meramente cultural, sino un dispositivo histórico de poder que organiza la ciudadanía, la pertenencia y la distribución desigual de derechos en la República Dominicana. La literatura coincide en que el antihaitianismo ha sido una tecnología política que define la identidad nacional por oposición y refuerza fronteras simbólicas entre “lo dominicano” y “lo haitiano”. Aunque existen matices ─especialmente en autores que relativizan este carácter estructural─, el campo académico tiende a interpretar estas tensiones como parte de un entramado colonial más amplio que continúa moldeando la vida social contemporánea.

Políticas migratorias y genocidio

Curiel (2021) plantea que el racismo en la República Dominicana ha tenido profundas implicaciones en la configuración de políticas migratorias y en la perpetración de actos que algunos autores identifican como genocidios. Estos eventos reflejan no solo la discriminación racial, sino también la continuidad de estructuras coloniales que sostienen y renuevan prácticas de exclusión y opresión de la población afrodescendiente, particularmente de aquellos de ascendencia haitiana (Curiel, 2021).

Luján Villar y Luján Villar (2019) establecen que el racismo y las jerarquías raciales no son meras cuestiones semánticas; tienen implicaciones prácticas y políticas que han moldeado a la sociedad dominicana contemporánea. En la historiografía dominicana se reconocen tres genocidios relacionados con la población afrodescendiente. El primero de estos, la matanza de 1937 ordenada por el régimen de Trujillo, fue un acto de limpieza étnica motivado por una ideología racista que percibía a los haitianos como una amenaza para la identidad nacional dominicana. Este evento no solo marcó un punto de inflexión irreversible en las relaciones entre Haití y la República Dominicana, sino que también desmanteló la convivencia bicultural en la frontera con la utilización de la violencia estatal para establecer una división tajante entre ambos países y suprimir las memorias colectivas de este pasado. Aunque la narrativa oficial ha tendido a minimizar o justificar la masacre, es crucial reconocer plenamente los hechos y sus víctimas para avanzar hacia la reconciliación (Bourgeois, 2023; Herrera, 2018; Pérez Vargas, 2018; Turits, 2018).

Valerio Holguín (2021) destaca una segunda masacre como fruto de la intolerancia racista, se refiere a la masacre de Palma Sola en San Juan de la Maguana, perpetrada contra el movimiento oliborista. Según el autor, “la magnitud y la violencia del ataque expresan la intolerancia de las élites dominicanas con respecto a la semiótica oliborista. Durante el ataque murieron cientos de campesinos, animales domésticos, y fueron incendiadas casas” (Valerio Holguín, 2021, p. 84). Valerio Holguín argumenta que el movimiento no solo creó al otro-vecino, sino también al otro-dentro, al cual era necesario primero situar como distinto, es decir, como el otro primitivo, negro, brujo, etcétera, similar al haitiano, para así justificar la matanza de cientos de campesinos dominicanos y la destrucción de sus pertenencias.2

Belique Delba (2018) introduce el tercer genocidio, representado por la Sentencia 168-13, la cual es vista como una manifestación moderna del racismo antihaitiano en la República Dominicana, que evidencia tanto continuidades históricas como nuevas formas de exclusión racial. Esta Sentencia desnacionalizó a miles de personas y exacerbó un nacionalismo excluyente que refuerza un proyecto de nación basado en la exclusión racial y la supremacía blanca (Curiel Pichardo, 2019). Para Belique Delba, una activista afectada por la sentencia, tanto la 168-13 como la Ley 169/14 han formalizado un genocidio civil contra los dominicanos de ascendencia haitiana. Estas políticas han despojado a miles de personas de su nacionalidad y derechos, convirtiéndolas en apátridas en su propio país. Belique Delba argumenta que estas medidas reflejan una ideología racista y antihaitiana institucionalizada en la República Dominicana (Belique Delba, 2018).

Silva y De Amorim (2019) también califican la situación de apatridia impuesta a personas de ascendencia haitiana como un claro ejemplo de cómo las estructuras coloniales continúan operando en la actualidad. Las autoras sostienen que la desnacionalización de estos individuos refleja un racismo estructural con raíces en la colonialidad del poder; destacan que esta exclusión está respaldada por una ideología antihaitiana que ha sido fomentada desde la colonización para justificar la discriminación y el control social (Silva & De Amorim, 2019). En esa línea, Abaunza plantea que, aunque la desnacionalización no siempre implica persecución, en los casos que han resultado en expulsiones forzadas, la situación de los afectados se ajusta a la definición de refugiados según la Convención de Refugiados de 1951 (Abaunza, 2021).

Sénatus (2019) plantea que la Sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional dominicano, al reinterpretar el concepto de “extranjeros en tránsito”, ha provocado la desnacionalización de miles de dominicanos de origen haitiano, al argumentar la falta de un estatus migratorio legal de los padres. Esta decisión es incompatible con los principios del derecho internacional de los derechos humanos, particularmente en lo que respecta a la prohibición de la apatridia y a la discriminación racial. Se argumenta que esta medida no solo viola el derecho a la nacionalidad de las personas afectadas, sino que también ha generado una crisis humanitaria y de derechos humanos que requiere una solución urgente y acorde con los estándares internacionales (Sénatus, 2019).

Curiel (2021) sostiene que este proceso de desnacionalización es una forma de genocidio civil que busca borrar a estas personas del proyecto nacional dominicano, mientras se mantiene su explotación económica en condiciones de semiesclavitud (Curiel, 2021). En este contexto, Muñiz y Morel afirman que estas políticas de restricción legal tienen una dimensión económica, basada en una estrategia que combina una normativa restrictiva con prácticas de ilegalidad institucional. Esta estrategia permite la explotación económica de los inmigrantes haitianos y mantiene su exclusión social y política. Como sostienen los autores, “el objetivo de la regulación migratoria dominicana no era impedir o restringir la inmigración haitiana, sino más bien someterla a las necesidades específicas de la industria de la caña de azúcar” (Muñiz & Morel, 2019, p. 39).

De acuerdo con Martínez (2018), la xenofobia y el racismo, expresados en estos hitos históricos, se manifiestan en la vida cotidiana en muchos lugares donde residen migrantes haitianos o dominicanos de ascendencia haitiana. Según el autor, las mujeres enfrentan una discriminación significativa en el acceso a los servicios de salud, especialmente aquellas de raza negra o que hablan créole como lengua materna. Martínez identificó patrones de discriminación en tres niveles: institucionalizada, personalmente mediada e interiorizada, lo que contribuye a su exclusión del sistema de salud.

De manera similar, Revuelta Guerrero (2018) revela que la discriminación laboral hacia los trabajadores haitianos en la industria azucarera de la República Dominicana es un problema profundamente arraigado que requiere una intervención más efectiva, tanto a nivel jurídico como social. A pesar de algunas mejoras en ciertos bateyes, la mayoría de los trabajadores continúan viviendo en condiciones extremas de pobreza y enfrentando una explotación laboral sistemática. En el ámbito de la educación superior, un estudio realizado por Jayaram (2018) sobre estudiantes haitianos en universidades dominicanas indica que estos enfrentan una serie de desafíos, incluidas la xenofobia, la discriminación racial y las restricciones legales impuestas por el Estado. Muchos de estos estudiantes expresan el deseo de regresar a Haití, lo que refleja un sentimiento generalizado de rechazo y falta de pertenencia en la sociedad dominicana.

La revisión evidencia que las políticas migratorias dominicanas no pueden entenderse únicamente como instrumentos administrativos, sino como mecanismos de racialización que producen y regulan jerarquías de pertenencia. La tríada masacre de 1937-Palma Sola-Sentencia 168-13 configura una genealogía de violencias que inscribe lo haitiano como una alteridad permanente y expulsable. Estos procesos, leídos desde la colonialidad del poder, revelan cómo el Estado ha articulado la legalidad y la ilegalidad para gestionar a una población racializada que genera nuevas formas de exclusión que reproducen patrones históricos de desposesión.

La narrativa de miedo: la soberanía en peligro

El racismo estructural en la República Dominicana se manifiesta no solo en políticas explícitas de exclusión, sino también en narrativas que alimentan el miedo y la percepción de una amenaza a la soberanía nacional. Estas narrativas, difundidas ampliamente en los medios de comunicación y respaldadas por ciertos grupos políticos, se basan en la idea de una “invasión pacífica” de haitianos, lo que ha justificado la implementación de políticas restrictivas y discriminatorias contra la población haitiana y dominico-haitiana. A continuación, se revisan las perspectivas de varios autores que han analizado cómo estas narrativas han sido utilizadas para perpetuar el racismo estructural en la República Dominicana.

Ferrán (2023) plantea que, en el contexto de la inestabilidad en Haití, ha surgido un temor generalizado en la República Dominicana a una invasión pacífica, vinculada a la inmigración clandestina e institucionalizada de haitianos. Esta situación ha sido alimentada por una narrativa de ocupación silenciosa promovida por ciertos países de la comunidad internacional. Un ejemplo citado frecuentemente en esta narrativa es Naciones Unidas (United Nations, 1949), un documento titulado Mission to Haiti (report of the United Nations mission of technical assistance to the Republic of Haiti), en el cual se recomienda “fomentar la emigración como medio para aliviar la presión demográfica en Haití” y se sugiere el traslado de familias haitianas a otros países del Caribe (United Nations, 1949, p. 34).

De acuerdo con Ferrán (2023), diversos actores vinculados al debate público han expresado preocupación por el impacto de la crisis haitiana en la soberanía dominicana. Entre ellos, menciona a Pelegrín Castillo, quien plantea la necesidad de una postura unificada del Estado para evitar, según su interpretación, cualquier escenario de fusión o integración forzada con Haití. De manera similar, Ferrán recoge las advertencias de Eduardo García Michel en Diario Libre, quien asocia la inmigración haitiana y la falta de control estatal con un posible proceso de “desnacionalización”. Estas posturas, citadas por el autor, sitúan la responsabilidad de la crisis haitiana en la comunidad internacional y demandan que la República Dominicana no asuma ese peso. Su inclusión en la revisión, más que validar dichas afirmaciones, permite ilustrar cómo ciertos discursos nacionalistas estructuran el debate público contemporáneo sobre migración y soberanía.

Narra Ferrán que Eduardo García Michel y Pelegrín Castillo, en entrevistas realizadas en 2021 y 2020, respectivamente, enfatizan la amenaza que supone la inmigración masiva haitiana para la soberanía dominicana. García advierte que, sin un control efectivo, el país podría perder su identidad en dos décadas, mientras que Castillo critica las presiones internacionales que buscan que la República Dominicana asuma la crisis haitiana y defiende la necesidad de proteger la soberanía e integridad territorial del país (Ferrán, 2023). José Luis Taveras, continúa Ferrán, refuerza esta postura al señalar que la crisis haitiana es el resultado de siglos de explotación por potencias occidentales, y que la República Dominicana no debe cargar con la responsabilidad de resolverla (Ferrán, 2023).

Por otro lado, Dilla Alfonso (2019) critica cómo la prensa y ciertos grupos políticos en la República Dominicana han propagado la idea de una “invasión pacífica” de haitianos, creando un clima de histeria que justifica políticas xenófobas y racistas. Como se mencionó en párrafos anteriores, esta narrativa ha sido utilizada para justificar la desnacionalización masiva de dominico-haitianos en 2013, con la prensa desempeñando un papel crucial en amplificar estas ideas, a menudo al exagerar cifras sobre la presencia haitiana en el país y promover la idea de que representan una amenaza para la dominicanidad.

En este tenor, Bidegain Greising (2019) desmitifica la narrativa de la “invasión pacífica” al demostrar que los migrantes haitianos representan solo 4.9% de la población total en la República Dominicana, con base en datos de censos y encuestas recientes. El autor sostiene que las alarmantes afirmaciones de invasión carecen de fundamento científico y aboga por la regularización de los migrantes para mejorar las relaciones entre ambos países.

Finalmente, Bourgeois (2023) aborda los conceptos de “haitianización” e “invasión pacífica” como construcciones sociales y políticas que han sido instrumentalizadas en la República Dominicana para fomentar un discurso xenófobo y racista contra la población haitiana y dominico-haitiana. Bourgeois señala que la “haitianización” es percibida como una amenaza a la identidad nacional dominicana, unida al mito de la “invasión pacífica”, que se utiliza para justificar políticas restrictivas y actos de discriminación, como la desnacionalización de dominicanos de ascendencia haitiana en 2013. Estas construcciones, continúa la autora, han perpetuado un antihaitianismo profundamente arraigado en la sociedad dominicana.

El análisis conjunto de estas narrativas muestra que el discurso de la “invasión” funciona como un dispositivo de producción de miedo que legitima prácticas de control fronterizo, medidas excepcionales y políticas de exclusión racializada. Más que describir procesos demográficos reales, estas narrativas construyen amenazas simbólicas que reafirman una identidad nacional defensiva. La literatura revisada concuerda en que estos discursos operan como tecnologías de gobierno que desplazan la atención de inequidades internas hacia un “otro externo” racializado.

Autopercepción racial, bovarismo y estética decolonial

La cuestión racial en la República Dominicana es compleja y se manifiesta tanto en la autopercepción como en las dinámicas de discriminación. Según Losilla (2020), 80% de la población dominicana era de ascendencia africana, en 2017. En el texto se aborda la situación de los afrodescendientes en la República Dominicana en un contexto regional. El documento destaca que la autoidentificación como población afrodescendiente es limitada debido a factores históricos, políticos y sociales. Además, señala la ausencia de datos oficiales y un reconocimiento insuficiente de la afrodescendencia en las políticas públicas y en la sociedad en general, lo que dificulta la implementación de medidas efectivas para la inclusión de esta población (Losilla, 2020).

Diversas fuentes coinciden en que la autopercepción racial en la República Dominicana se caracteriza por una baja identificación con la negritud y una alta prevalencia de categorías como “indio”, “mestizo” o “mulato”. Losilla (2020) reporta que solo 17% de la población se identifica como “negra”, mientras que 23% se define como “mulata” y 39% como “india” o “mestiza”. Resultados similares aparecen en Latinobarómetro (2013-2018), donde 39% de la población dominicana se autodefine como “india/mestiza”, 23% como “mulata”, 17% como “negra” y 14% como “blanca”. Esta convergencia de datos no solo evidencia un patrón sostenido, sino que revela un fenómeno profundamente arraigado: la preferencia por categorías intermedias que permiten distanciarse simbólicamente de la negritud. Este patrón ha sido ampliamente discutido en la literatura sobre racialización en el país, en la que se vincula con legados coloniales, políticas estatales de blanqueamiento y narrativas identitarias que han privilegiado categorías ambiguas como “indio” para evitar la autoidentificación afrodescendiente.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas República Dominicana (2021) subraya que estos datos “obedecen a complejos procesos históricos y a proyectos de nación en un contexto de dinámicas insulares particulares” (p. 9). El trabajo de Lamarche se encuadra en la encuesta realizada desde el UNFPA en donde se encuestó a 1 309 dominicanos adultos. Dicho estudio reveló que 45% de los encuestados se considera “indio”, 18% “blanco”, 16% “moreno”, 9% “mulato” y solo 8% se identifica como “negro”.

De manera similar, la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (Enhogar) realizada en 2021 por la Oficina Nacional de Estadística reportó que 50% de la población se percibe como “indio”, 27% como “moreno” o “mulato”, 12% como “blanco”, 5% como “amarillo” o “asiático”, y solo 6% como “negro”. Este estudio concluye que la autopercepción racial y étnica en la República Dominicana es diversa y está influenciada por factores históricos y sociodemográficos. A pesar de la rica mezcla de orígenes en la población, persisten categorizaciones que buscan distanciarse de la negritud y acercarse a una identidad más europea (Oficina Nacional de Estadística, 2022)

La Oficina Nacional de Estadística (2022) también señala que, conforme al concepto teórico de afrodescendencia, 82% de la población dominicana de 15 años o más es afrodescendiente, lo que contrasta notablemente con 6% de la población que se identifica como “negra”. Aunque este porcentaje varía por regiones, como en el Cibao Noroeste (13.3%) y Yuma (10%), estas diferencias no son lo suficientemente significativas como para sugerir una conciencia racial generalizada en el país.

Para explicar este fenómeno, Mateo Dicló (2019) usa las categorías blancofilia3 y negrofobia,4 para plantear que la República Dominicana está atrapada en esta dicotomía, tensión que ha contribuido a perpetuar el racismo estructural y la discriminación en la sociedad dominicana. A pesar de la evidente ascendencia africana en la población, existe una tendencia a idealizar lo blanco y rechazar lo negro, lo que se refleja en las actitudes sociales y las políticas públicas. La superación de estos prejuicios requiere una revalorización de la identidad afrodescendiente y la implementación de políticas inclusivas que reconozcan y celebren la diversidad étnica y cultural del país (Mateo Dicló, 2019).

En el mismo orden, López Alterachs (2023) plantea que el racismo sistémico y la xenofobia están profundamente arraigados en la sociedad dominicana, especialmente en relación con la población haitiana. A pesar de ser una sociedad mayoritariamente afrodescendiente, existe una fuerte negación de la herencia africana, influenciada por una educación que minimiza o distorsiona esta parte de la historia dominicana. Las actitudes racistas y xenófobas son reforzadas tanto por las instituciones educativas como por las prácticas cotidianas, lo que refuerza la subalternidad de las personas con fenotipos afrodescendientes (López Alterachs, 2023).

Torres-Saillant (2019) plantea que la identidad dominicana está profundamente marcada por una compleja relación con su herencia africana, la cual ha sido en gran medida ignorada o negada en las narrativas oficiales. Sin embargo, esta herencia sigue siendo una parte integral de lo que significa ser dominicano, a pesar de los esfuerzos por minimizar su importancia a lo largo de la historia. El autor llama a una revaloración y recuperación de la negritud dentro de la identidad nacional dominicana, con lo que promueve una comprensión más inclusiva y honesta de la historia y la cultura del país (Torres-Saillant, 2019).

Este fenómeno de la blanquitud, o tendencia a negar lo negro y acercarse más a lo blanco en términos valorativos, es probablemente en lo que se basa Price-Mars (1953, citado en Ferrán, 2023) cuando emite el juicio sobre este comportamiento del dominicano al que califica como bovarismo. El autor utiliza este término, tomado del escritor francés Jules de Gaultier, para describir la supuesta pretensión de los dominicanos de pertenecer a la raza blanca y, por ende, considerarse superiores al resto. Cassá refuta esta acusación al argumentar que constituye una generalización abusiva que desconoce la complejidad histórica y social de la República Dominicana (Cassá, 2022, citado en Ferrán, 2023).

En ese orden, Cassá (2022, citado en Ferrán, 2023) sostiene que la acusación de bovarismo formulada por Price-Mars ignora la complejidad histórica y cultural de la República Dominicana, donde el mestizaje y la integración social han sido elementos fundamentales en la construcción de la identidad nacional. Argumenta que la identidad dominicana ha sido forjada a través de un proceso integrador, en contraposición a la segregación racial y social que predominó en Haití. A diferencia del enfoque racial exclusivo de Haití, la sociedad dominicana desarrolló un sentido de pertenencia común, reflejado en categorías como “indio” o “raza dominicana”, que integran a personas de diferentes tonalidades de piel dentro de una identidad nacional unificada. Según Cassá, este proceso integrador es opuesto al racismo y contrasta con la percepción que Price-Mars tiene de los dominicanos.

La categoría “indio” en la República Dominicana ha sido analizada como un constructo identitario que refleja la historia del país y su relación con la ideología dominante. Este término, aplicado a diversas tonalidades de piel, ha servido para crear una identidad nacional que elude la afrodescendencia y se diferencia de Haití, lo que oculta el origen africano. Se ha universalizado como símbolo de identidad nacional inclusiva, pero también legitima la dominación oligárquica y evita categorizaciones raciales explícitas asociadas con la exclusión y el racismo (González Valdés, 2021; Lara E., 2020). Durante el régimen de Trujillo, términos como “indio” y “moreno” fueron promovidos en lugar de “negro” o “afro” como parte de una estrategia para silenciar la herencia africana en un contexto de negrofobia y antihaitianismo, y enfatizar un origen mestizo (Lara E., 2020).

Un elemento de suma importancia es la ocultación de los rastros históricos de lo negro, que ha generado una identidad trastocada y una estética decolonial o colonialidad visual, como lo plantea Carrasquillo (2023). La autora, en su libro ¿Ojos que no ven? Colonialidad y cimarronaje visual en la República Dominicana, examina cómo las percepciones visuales, moldeadas por el poder colonial y las élites locales, han influido profundamente en la construcción de la identidad nacional dominicana. Carrasquillo argumenta que la identidad dominicana ha sido históricamente configurada por narrativas visuales que buscan diferenciar al país de Haití y ocultar su herencia afrodescendiente. Estas visualizaciones han sido utilizadas por las élites políticas y culturales para imponer un orden social y racial que privilegia una identidad mestiza o hispana sobre otras, excluyendo y marginando aspectos de la herencia africana. Este proceso de construcción de identidad ha contribuido a una percepción de la dominicanidad que se aleja de la negritud y se acerca a una idealización de lo europeo, para reforzar así la dominación oligárquica y la jerarquización racial en el país (Carrasquillo, 2023).

Los estudios sobre autopercepción racial en la República Dominicana revelan un patrón persistente de distanciamiento simbólico respecto a la negritud y una preferencia por categorías ambiguas como “indio”. Esta tendencia, explicada desde el bovarismo, la blancofilia y la colonialidad visual, no se limita al nivel individual, sino que refleja proyectos históricos de nación basados en la negación del origen africano. La estética decolonial propuesta en la literatura constituye, por tanto, un intento por desmontar estas pedagogías visuales del blanqueamiento y proponer otros modos de ver y narrar la dominicanidad.

La colonialidad, una perspectiva

La República Dominicana es víctima y sustentadora, sobre todo por sus élites, de un fenómeno social llamado colonialidad del poder. Plantea Carrasquillo (2023) que la colonización, mediante el empleo del color de la piel junto con el poder imperial, organizó jerárquicamente a las poblaciones a nivel global, posicionó a lo blanco occidental, y en particular al hombre blanco, como la máxima expresión de perfección divina y racionalidad. Este hombre blanco se autoproclamó como superior dentro de la estructura familiar, que se erigió como la base social, y estableció lo que se conoce como patriarcado colonial cristiano. Este sistema dualista dividía el mundo en categorías como blanco y negro-indígena, hombre y mujer. Estas estructuras coloniales, basadas en la raza y el género, perduraron incluso después de la independencia (Carrasquillo, 2023).

Su racialidad específica, el eurocentrismo, ha tenido un arraigo particular, como lo expone Aníbal Quijano a través del concepto de “colonialidad del poder” (Quijano, 2014, citado en Carrasquillo, 2023). La colonialidad constituye un régimen epistémico hegemónico en Occidente, que estructura y da significado al mundo y a la forma de percibirlo con base en premisas coloniales, pero que va más allá del colonialismo histórico tradicional en cuanto a tiempo y espacio. La colonialidad del poder se configuró en el ámbito visual, ya que la colonización implicó una reorganización social de la forma de ver. Cristian León (2012, citado en Carrasquillo, 2023), señala que “uno de los efectos de la colonización del poder y del conocimiento fue la simulación de la multiplicidad de culturas visuales al orden binario del eurocentrismo que asigna lugares hegemónicos y subalternos para cada una de ellas” (p. 31). Esta mirada, además de la conformación de las ciudades y sus obras patrimoniales cargadas de héroes de raigambre colonial, coincide con la visión de la historia que se reproduce en los niveles básico y medio en los libros de texto dominicanos que refuerza el mantenimiento de los actuales prejuicios de una parte de la población dominicana hacia la población haitiana (González Canalda, 2019).

El tema de la xenofobia, el racismo estructural y la autodiscriminación racial en la República Dominicana tiene sus raíces profundas en la colonialidad del poder, tal como lo evidencian los diversos autores analizados en los apartados anteriores. Cárcamo-Mansilla (2022) resalta que el concepto de silencio subalterno es, en realidad, un silencio falso, impuesto por la hegemonía colonial. A pesar de que los grupos subalternos son sistemáticamente marginados y silenciados, poseen sus propios espacios y formas de resistencia que desafían esta dominación. Según Cárcamo-Mansilla, la decolonización no puede lograrse sin reconocer y empoderar estas resistencias subalternas, las cuales demuestran que, incluso en contextos de opresión, los subalternos mantienen una autonomía que desafía el control colonial (Cárcamo-Mansilla, 2022).

Por su parte, Curiel (2021) subraya la importancia de considerar las categorías de género, raza y sexualidad de manera interseccional para entender las múltiples formas de opresión que afectan a las personas en el contexto dominicano. Curiel argumenta que las ciencias sociales deben adoptar un enfoque crítico y decolonial para desmantelar las estructuras de poder que perpetúan estas opresiones. La autora destaca la necesidad de un compromiso ético-político en las ciencias sociales para abordar estos problemas y promover el cambio social (Curiel, 2021).

Estrada Bayona (2022) analiza la diversidad y resistencia cultural del Caribe, una región profundamente marcada por su herencia multidiaspórica y el etnocentrismo colonial desde el siglo XV. Estrada Bayona identifica tres ejes clave: el diálogo intercultural, el derecho a la diferencia y la educación emancipadora, para explorar cómo la región desafía el modelo moderno, capitalista y colonial, lo que revela una revolución epistémica desde el Caribe. El autor discute cómo estos prejuicios se convierten en normas dentro de una racionalidad capitalista y eurocéntrica, que afectan la identidad y la resistencia de los pueblos caribeños. La lucha contra esta dominación implica una redefinición de la universalidad y una resistencia que mezcla tradición y diversidad epistémica, lo que desafía la racionalidad occidental y busca restaurar el poder y la dignidad de las comunidades caribeñas (Estrada Bayona, 2022).

Finalmente, Lister (2019) plantea que en la República Dominicana persisten diversas manifestaciones de la colonialidad del poder, particularmente en los bateyes, donde las comunidades continúan enfrentando marginalización y explotación, lo que refleja las continuidades de las estructuras coloniales. Lister destaca la necesidad de repensar las intervenciones políticas y sociales en estos espacios al abordar directamente estas dinámicas de poder que perpetúan la desigualdad y la exclusión social (Lister, 2019).

Estos autores muestran que la colonialidad del poder no funciona como un vestigio del pasado, sino como una matriz activa que estructura desigualdades contemporáneas vinculadas a la raza, el género, la clase y la ciudadanía. Estos autores coinciden en que las raíces de la xenofobia, el racismo estructural y la autodiscriminación racial en la República Dominicana están profundamente entrelazadas con esta matriz colonial, lo que explica la persistencia de jerarquías y formas de exclusión que atraviesan la vida social del país. Desde esta perspectiva, desmontar dichas estructuras requiere no solo reformas institucionales, sino también una transformación epistémica más amplia que reconozca las resistencias subalternas y produzca conocimientos desde perspectivas decoloniales y caribeñas, capaces de replantear críticamente los fundamentos históricos y simbólicos de la dominicanidad.


Conclusión

El análisis de la literatura revisada en este artículo ha revelado importantes hallazgos sobre la racialización, xenofobia y desigualdad en la República Dominicana, particularmente en relación con la población haitiana y afrodescendiente. La metodología empleada, basada en una revisión exhaustiva de 115 documentos, ha permitido identificar patrones recurrentes y debates críticos que reflejan cómo las dinámicas coloniales han moldeado y continúan influyendo en la sociedad dominicana. Uno de los principales hallazgos de este análisis es que, aunque existe un extenso debate en los medios de comunicación sobre la población haitiana, la xenofobia y el racismo, la producción académica tiende a estar fuertemente inclinada hacia la crítica de los posicionamientos más conservadores. Esta producción, sin embargo, parece tener una influencia limitada en la formulación de políticas públicas y en el comportamiento del Estado frente a las poblaciones más desfavorecidas, como los migrantes haitianos. A pesar de la riqueza de análisis crítico presente en la academia, las políticas públicas en la República Dominicana continúan reflejando estructuras coloniales y racistas que perpetúan la exclusión y la marginalización de estos grupos.

Es destacable la escasez de estudios cuantitativos y mixtos en la literatura sobre racialización y xenofobia en el país. De los 115 documentos revisados, solo cinco emplearon metodologías cuantitativas y dos adoptaron enfoques mixtos. Esta carencia subraya la necesidad de ampliar la base empírica con investigaciones que puedan ofrecer datos concretos y validaciones empíricas que complementen y fortalezcan los análisis cualitativos predominantes. Una mayor incorporación de enfoques cuantitativos podría proporcionar un panorama más completo y robusto de las dinámicas de discriminación y exclusión en la República Dominicana.

El racismo estructural ha sido un elemento central en la construcción de la identidad nacional dominicana, perpetuado por las élites dominantes y profundamente enraizado en la ideología colonial. Este racismo ha tenido un impacto desproporcionado en la población haitiana y afrodescendiente, lo que se refleja en las políticas migratorias restrictivas y en las narrativas de exclusión que continúan vigentes en la sociedad dominicana. La colonialidad del poder se manifiesta en las jerarquías raciales y de género que, aunque originadas durante la época colonial, siguen influenciando las relaciones de poder actuales, perpetuando la discriminación racial y la xenofobia en el país.

Asimismo, las narrativas de miedo, como la idea de una “invasión pacífica” de haitianos, han sido instrumentalizadas para justificar políticas que refuerzan las desigualdades existentes. Estas narrativas, amplificadas por los medios de comunicación y ciertos sectores políticos, han exacerbado las tensiones raciales, consolidando un nacionalismo excluyente que dificulta la integración y la justicia social. Además, la identidad nacional dominicana muestra una compleja relación con su herencia africana, la cual ha sido en gran medida ignorada o negada en las narrativas oficiales. Aunque hay intentos por promover una mayor inclusión, persisten actitudes sociales y políticas que idealizan la blancura y rechazan lo negro, lo que perpetúa un racismo estructural que impide la reconciliación con la afrodescendencia.

Por otro lado, a pesar de la dominancia de estas estructuras de poder coloniales, la revisión de la literatura también destaca la existencia de formas de resistencia subalterna que emergen en respuesta a estas dinámicas. Estas resistencias subrayan la importancia de adoptar enfoques decoloniales que desafíen la hegemonía eurocéntrica y promuevan un cambio social inclusivo y equitativo en la República Dominicana. En conjunto, estos hallazgos evidencian la necesidad urgente de una revalorización crítica de las estructuras sociales y políticas dominicanas, así como de la incorporación de perspectivas decoloniales en el análisis y la formulación de políticas. Este enfoque es fundamental no solo para comprender las raíces de las desigualdades actuales, sino también para explorar vías que permitan una transformación social efectiva y sostenible en el país.

Finalmente, se destaca como un hallazgo importante el rol de la diáspora dominicana, especialmente en Estados Unidos, en la reconfiguración de la identidad y cultura dominicanas. Más de 27% de los documentos revisados fueron aportados por académicos de la diáspora, quienes han cuestionado la narrativa oficial de una identidad única, lo que promueve una visión más plural y diversa. Estos académicos han visibilizado las desigualdades y el racismo, tanto en la República Dominicana como en el extranjero, resaltan la importancia de construir instituciones más inclusivas y respetuosas de la diversidad. Su aporte es esencial para superar las narrativas de exclusión y avanzar hacia una sociedad más equitativa y justa.


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Notas

1 Ferrán plantea que “un inmigrante allegado al país (República Dominicana), al igual que su descendencia ahí establecida, no necesariamente se sienten ni resienten como extranjeros o extraños, ni ajenos al todo social que lo asimila. Ninguno de ellos es tenido como paria…” (Ferrán, 2023, p. 35). Sin embargo, aclara el autor, existe una excepción, referida a la migración haitiana, la cual adjudica a la historia de conflicto y a su cercanía fronteriza.

2 La matanza de Palma Sola, un evento trágico en la historia dominicana ocurrido en 1962. Este acontecimiento fue el resultado de la persecución y represión de un movimiento religioso conocido como el olivorismo, liderado por los hermanos Plinio y León Romilio Ventura Rodríguez, también llamados Los Mellizos de Palma Sola. El movimiento, que mezclaba elementos de religiones tradicionales y justicia social, atrajo a miles de seguidores, lo que provocó su persecución por parte del gobierno de Rafael F. Bonnelly. La matanza, que tuvo lugar el Día de los Santos Inocentes, dejó entre 100 y 150 muertos, según estimaciones basadas en entrevistas realizadas por el investigador Aquiles Castro y otros expertos del Archivo General de la Nación. Este número contrasta con la cifra oficial de 42 muertos, que subestima significativamente la magnitud de la tragedia (Castro, 2012).

3 Describe la preferencia y valorización de características fenotípicas blancas y europeas dentro de la sociedad dominicana.

4 Se refiere al miedo, desprecio o discriminación hacia las personas con características africanas o de ascendencia africana.

Juan Luis Corporán
Dominicano. Doctorando en ciencias sociales en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), República Dominicana. Profesor en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades del Intec. Profesor en el Instituto Superior Pedro Francisco Bonó. Líneas de investigación: colonialidad del poder, el mundo del trabajo, movimientos sociales. Publicación reciente: Corporán, J. L. & Gallur, S. (2023). Te odio, pero te quiero: la familiaridad, una brecha para el encuentro afrodescendiente en República Dominicana. Revista de Sociología, 38(1), 119-141. https://doi.org/10.5354/0719-529X.2023.71402

Jenny Torres
Dominicana. Doctoranda en ciencias sociales en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), República Dominicana. Profesora en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades del Intec. Líneas de investigación: pobreza urbana, pobreza territorial y cambio climático, desigualdad, políticas sociales. Publicación reciente: Torres, J. & Gallur, S. (2024, enero-junio). Las grietas de la ciudad: cuando el lugar rompe el futuro. Revista Estudios Sociales, 47(169), 184-225. https://estudiossociales.bono.edu.do/index.php/es/article/view/1104/1069

Santiago Gallur Santorun
Español. Doctorado en historia contemporánea y de América Latina (2011) y doctorado en comunicación e información (2017) por la Universidad de Santiago de Compostela. Profesor Pleno categoría III del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), coordinador del Doctorado en Comunicación y Educación en Entornos Virtuales y del Doctorado en Ciencias Sociales del Intec. Líneas de investigación: feminicidio, noticiabilidad. Publicación reciente: López Trinidad, N., Báez-Martínez, S. M. & Gallur Santorun, S. (2025). Entre ritmos y letras: percepción estudiantil sobre la música urbana en centros educativos del norte República Dominicana. Culturales, 13(1), 1-26. https://doi.org/10.22234/recu.20251301.e968



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