e-ISSN 2395-9134
ArtículosEstudios Fronterizos, vol. 26, 2025, e163

https://doi.org/10.21670/ref.2505163


Prácticas cotidianas de ciudadanía en una triple frontera amazónica (Brasil, Colombia, Perú)

Everyday practices of citizenship at an Amazonian tri-border region (Brazil, Colombia, Peru)

José Lindomar Albuquerquea * https://orcid.org/0000-0003-4761-1899
Luiz Fábio Paivab https://orcid.org/0000-0002-2669-5635

a Universidade Federal de São Paulo, Departamento de Ciências Sociais, Guarulhos, Brasil, correo electrónico: jose.lindomar@unifesp.br

b Universidade Federal do Ceará, Departamento de Ciências Sociais, Fortaleza, Brasil, correo electrónico: luizfabiopaiva@gmail.com

* Autor para correspondencia: José Lindomar Albuquerque. Correo electrónico: jose.lindomar@unifesp.br


Recibido el 22 de diciembre de 2023.
Aceptado el 25 de febrero de 2025.
Publicado el 14 de marzo de 2025.


CÓMO CITAR: Albuquerque, J. L. & Paiva, L. F. (2025). Prácticas cotidianas de ciudadanía en una triple frontera amazónica (Brasil, Colombia, Perú). Estudios Fronterizos, 26, Artículo e163. https://doi.org/10.21670/ref.2505163

Resumen:
El artículo tiene como objetivo comprender la ciudadanía fronteriza no como un modelo normativo, sino como una experiencia cotidiana sobre la cual las personas hablan a través de sus vidas, luchas y estrategias de supervivencia. Los datos empíricos aquí reportados fueron producidos a partir de una investigación cualitativa desarrollada entre los años de 2014 y 2018 por los autores con el apoyo de investigadores locales que, entre otras cosas, han ayudado a realizar observaciones de campo, entrevistas y grupos focales en territorios de la frontera entre Colombia, Perú y Brasil. El resultado fundamental fue pensar sobre la ciudadanía fronteriza en la intersección con el territorio, Estado y mercado, haciendo hincapié en las tácticas de ciudadanía producidas desde las movilidades transfronterizas y la búsqueda de derechos en los países vecinos, incluso cuando ciertas prácticas son consideradas ilegales por las autoridades. Desde esta perspectiva, las tácticas de ciudadanía son recursos sociales importantes arraigados en la vida cotidiana de los territorios fronterizos.
Palabras clave: frontera, ciudadanía, Estado, territorio, supervivencia.


Abstract:
The article aims to understand border citizenship not as a normative model, but as an everyday experience that people talk about through their lives, struggles and survival strategies. The empirical data reported here were produced from qualitative research developed between 2014 and 2018 by the authors with the support of local researchers who, among other things, have helped to conduct field observations, interviews and focus groups on border territories of Colombia, Peru and Brazil. The fundamental outcome was to think about border citizenship at the intersection with territory, state and market, emphasizing the tactics of citizenship produced from cross-border mobilities and the quest for rights in neighboring countries, even when the authorities consider certain practices illegal. From this perspective, citizenship tactics are important social resources rooted in the everyday life of border territories.
Keywords: border, citizenship, State, territory, survival.


Introducción

Los estudios sobre la ciudadanía en las regiones fronterizas internacionales revelan los límites y las interconexiones entre los distintos territorios, leyes, intervenciones, prácticas, normas y mecanismos de exclusión e inclusión diferenciada de las poblaciones que viven, atraviesan y se ven afectadas por estas fronteras estatales en zonas con profundas conexiones con sus modos de vida.

Este trabajo analiza la ciudadanía cotidiana desde la perspectiva de las poblaciones locales que viven en territorios urbanos fronterizos de la selva amazónica en América del Sur. El estudio se centra en la región del Trapecio Amazónico entre Brasil, Colombia, y Perú, examinando específicamente los centros urbanos de Tabatinga (Brasil), Leticia (Colombia) y el asentamiento de Santa Rosa (Perú).

Las dos primeras ciudades se ubican en la misma orilla del río Amazonas/Solimões y forman un único continuo urbano con una “frontera seca” entre los dos territorios. En cambio, Santa Rosa es una isla en medio del río. Una avenida principal conecta Tabatinga y Leticia: avenida da Amizade/Internacional. Los tres centros urbanos tienen puertos fluviales con infraestructura precaria por donde circulan diversas personas y mercancías, tanto cerca como lejos de esta región.

Las ciudades de Tabatinga y Leticia también tienen aeropuertos con vuelos diarios que conectan Tabatinga-Manaus (capital del estado de Amazonas, en Brasil) y Leticia-Bogotá (capital de Colombia). No hay carreteras que conecten esta zona fronteriza con otras partes de los respectivos territorios nacionales, por lo que el río Solimões desempeña un papel fundamental en la conexión de esta zona fronteriza con lugares más distantes.

Tabatinga, Leticia y Santa Rosa son municipios pequeños en términos de población, con un total estimado de unos 120 000 habitantes: 54 927 habitantes en Leticia (Departamento Administrativo Nacional de Estadística, s. f.), 66 764 (Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística, 2022) en Tabatinga y 970 personas en Santa Rosa (Instituto Nacional de Estadística e Informática, 2018). Parte de estas poblaciones está formada por pueblos indígenas, como los tikuna, kokama y uitoto, entre otros. Estas ciudades forman un centro urbano transfronterizo en la intersección de tres países en el corazón de la selva amazónica y, como muchas ciudades fronterizas, están conformadas por la dinámica simultánea de asimetrías, diferencias y complementariedades.

El ejercicio de la ciudadanía cotidiana en esta zona fronteriza tiene en cuenta las características procesales y relacionales de la ciudadanía inscritas en las dinámicas sociales paradójicas y simultáneas de las regiones fronterizas. Estas dinámicas producen y a la vez son producidas por las desigualdades, diferencias y complementariedades que conforman estos territorios. Como tal, es esencial observar la simultaneidad de los procesos de nacionalización y transnacionalización de las prácticas sociales, el juego simbólico de reconocimiento entre identidades y alteridades en las relaciones fronterizas, y las múltiples (in)movilidades conformadas por diversas formas de control estatal y variadas estrategias de cruce y acceso a derechos en diferentes territorios nacionales por parte de la población local.

Este argumento central se desarrollará abordando el enfoque metodológico de la investigación, el concepto de ciudadanía fronteriza cotidiana y su conexión con el territorio, el Estado y las estrategias de supervivencia de las poblaciones marginadas que viven y se desplazan por las zonas urbanas de una región de la triple frontera amazónica.


Metodología de la investigación

Los hallazgos presentados se derivan de la investigación cualitativa realizada por los autores con el apoyo de investigadores locales asociados de la Universidade do Estado do Amazonas (campus Tabatinga), la Universidade Federal do Amazonas (campus Benjamin Constant) y la Universidad Nacional de Colombia (campus Amazonia, Leticia). Entre otras actividades, los investigadores locales colaboraron realizando observaciones de campo, conversaciones informales, entrevistas y grupos focales. La investigación se llevó a cabo entre 2014 y 2018 a través de seis viajes de investigación a la región, cada uno de los cuales duró entre 15 y 30 días.

Durante estas excursiones de trabajo de campo se realizaron más de 50 entrevistas con residentes locales de diferentes perfiles (taxistas, mototaxistas, pescadores, lancheros, periodistas, comerciantes, estudiantes y profesores, entre otros) y con agentes estatales que trabajan en estas ciudades (policía civil, militar y federal, comisarios de policía, un director de prisiones, miembros del consejo tutelar y concejales, entre otros). Se realizaron seis grupos focales: tres con estudiantes, dos con pescadores y uno con concejales del ayuntamiento municipal.

Las observaciones diarias, cuidadosamente registradas en los cuadernos de campo de los investigadores, se centraron en dos actividades principales: 1) el flujo de conversaciones informales cotidianas entre investigadores y residentes locales en lugares fijos como bares, restaurantes, clubes nocturnos, mercados públicos, farmacias, arenas de peleas de gallos, filas bancarias y zonas portuarias; y, 2) la práctica de la investigación móvil (Büscher & Veloso, 2018) en el transporte privado entre las ciudades fronterizas, impulsada por las preguntas iniciales formuladas por los investigadores. Se aprovechó el tiempo de viaje para indagar sobre diversos aspectos de la vida cotidiana a taxistas, mototaxistas y lancheros que transportan regularmente personas y mercancías entre los tres países.

Las actividades de observación empírica se centraron en las ciudades de Tabatinga, Benjamin Constant y Atalaia do Norte en Brasil, Leticia en Colombia y Santa Rosa e Islandia en Perú. La investigación en la región fronteriza incluyó la recopilación de información sobre cómo los residentes locales (pescadores, comerciantes, motociclistas, policías, concejales, estudiantes y profesores, entre otros) vivían y reflexionaban sobre la experiencia de vivir en una región afectada por el narcotráfico nacional e internacional, así como por las dinámicas específicas entre la legalidad y la ilegalidad para múltiples movimientos transfronterizos, incluidas las zonas urbanas de los tres países.

Al final de este proceso fue posible observar que los comentarios de los residentes no solo se referían a las cuestiones abordadas por los investigadores, sino que también introdujeron un importante debate sobre cómo se ven a sí mismos como individuos que forman parte y viven entre comunidades políticas nacionales con diferentes sistemas de garantías de derechos, lo que tiene implicaciones prácticas para el ejercicio de la ciudadanía en un contexto fronterizo. Este hecho adquirió una importancia crucial en la reflexión final de este artículo.


Ciudadanía fronteriza cotidiana

Como espacios habitados, las regiones fronterizas son lugares de múltiples relaciones, conexiones y flujos de personas, cosas, bienes, dinero, documentos, símbolos y representaciones. Concentran las experiencias, narrativas y memorias de las personas que navegan los límites (políticos, legales, culturales) situados en los márgenes de dos o más Estados nación y que son centros relevantes de la experiencia cotidiana. Como señala Velasco (2013), entre los principales problemas de estos lugares se encuentran las tensiones entre las perspectivas consideradas “universales” para la garantía de los derechos y la forma en que cada Estado nación define sus referencias, prácticas y políticas de ciudadanía.

Para este artículo, la ciudadanía cotidiana se consideró un concepto relacional y procesal practicado por los individuos en su vida diaria, inseparable de las dimensiones económicas, políticas, jurídicas, culturales y simbólicas que conforman sus experiencias cotidianas (Ehrkamp & Leiter, 2003; Staeheli, 2010). La ciudadanía cotidiana es un proceso continuo y abierto, lleno de tensiones, tácticas y reivindicaciones de derechos y responsabilidades que los individuos y los colectivos realizan en respuesta a las leyes y normativas promulgadas por los gobiernos a diferentes escalas (Fernandes, 2023; Holston, 2013; Isin, 2008). Por ello, es relevante observar la forma en que cada miembro de las diferentes realidades nacionales habla y practica su ciudadanía en un escenario tanto de convergencia como de distinción. Es necesario descubrir cómo es ser “ciudadano” en territorios fronterizos, con sus límites, contextos de gobierno y realidades socioeconómicas.

La ciudadanía es una experiencia relacional, polivalente y multiescalar (Ehrkamp & Leitner, 2003; Staeheli, 2010). En una dimensión más centrada en el Estado y en lo legal, implica los derechos de ciudadanía (Marshall, 1963) por nacimiento en un territorio determinado (jus solis) y por vínculos familiares y de sangre (jus sanguinis), así como el proceso de naturalización para aquellos que, a pesar de ser inmigrantes, han vivido el tiempo suficiente en otros territorios para adquirir este derecho, junto con los derechos de doble nacionalidad que se han ampliado en las últimas décadas (Bendix, 2019; De Carvalho, 2002; Faist, 2020). La ciudadanía también puede ser considerada en una dimensión transnacional, especialmente cuando se observan las convenciones internacionales destinadas a garantizar los derechos universales y los derechos comunes de los ciudadanos en la Unión Europea o Mercosur (Balibar, 2003; Desiderio, 2018; Ehrkamp & Leitner, 2003; Mezzadra, 2015).

Sin embargo, la ciudadanía no se limita a estas esferas institucionales a nivel nacional y transnacional. La ciudadanía también es una práctica social cotidiana que implica la reivindicación de derechos por miembros de la sociedad civil que desafían los límites de la propia ciudadanía estatal o regional. Las experiencias de los inmigrantes que reivindican sus derechos a la movilidad, el empleo, el voto y la no discriminación demuestran esta concepción más amplia de la ciudadanía (Ehrkamp & Leitner, 2003; Fernandes, 2023; Isin, 2008).

Además, como tesis central de este artículo, podría argumentarse que la idea de ciudadanía también engloba el conjunto de tácticas y estrategias que las poblaciones locales utilizan para acceder a los derechos que les niegan los límites nacionales de la ciudadanía legal. Estas prácticas suelen ser consideradas ilegales por los Estados, pero son fundamentales para la supervivencia de estas poblaciones más desfavorecidas que viven en la confluencia de distintos territorios nacionales. Así, en la práctica diaria, cada residente de la triple frontera debe lidiar con sus derechos dentro de las limitaciones creadas por las leyes de sus respectivos países en su contacto con otros países.

Estas dimensiones de ciudadanía no están separadas y no pueden entenderse como experiencias completas y estables. La ciudadanía es un concepto en construcción y, por lo tanto, inestable y en tensión desde diferentes esferas de la vida social (económica, política, jurídica-extralegal, cultural y simbólica), niveles territoriales (local, nacional, transnacional y global) y fuerzas sociales antagónicas (clases sociales, grupos étnicos y nacionales, diferencias y desigualdades de género, entre otros) (Ehrkamp & Leitner, 2003; Staeheli, 2020). Por lo tanto, pensar en tácticas y estrategias de ciudadanía en un territorio fronterizo significa imaginar todo este campo de disputas donde estos sujetos fronterizos están implicados de forma relacional.

Es importante destacar que, aunque los agentes estatales desempeñan un papel importante al establecer restricciones, permisos discrecionales y exclusiones de derechos en función de las diferencias nacionales, étnicas y de género, los códigos morales para ejercer la ciudadanía los establecen los propios sujetos, quienes definen quién merece ser considerado ciudadano y quién no.

En otras palabras, socialmente, la ciudadanía produce desigualdades y diferencias en varios niveles e intersecciones. Por lo tanto, la ciudadanía se considera no como un modelo conceptual, sino como una experiencia social de la que las personas hablan a través de sus experiencias, luchas y formas cotidianas de supervivencia (Fernandes, 2023; Holston, 2013).

La experiencia social de la ciudadanía puede entenderse como el modo en que los sujetos fronterizos se forman como agentes integrantes de comunidades morales y políticas relacionales (Stone, 2010; Weber, 2019). Los mecanismos de ciudadanía dicen mucho sobre cómo se sienten las personas respecto a las organizaciones políticas, jurídicas y económicas, cómo se reconocen a sí mismas como pertenecientes a comunidades y cómo son reconocidas por los demás como tales personas (Gardner, 2009; Moyo, 2016; Rumford, 2013). Esto ocurre de diferentes maneras a lo largo de un Estado nación, pero es posible afirmar que sucede de forma muy específica en los territorios fronterizos (Berg, 2000; Hatter, 2017; Lantto, 2010; Meeks, 2007; Sasunkevich, 2015), especialmente cuando dichas regiones se desarrollan entre tres realidades nacionales que comparten la gestión de los recursos de la mayor selva tropical del mundo, la Amazonia.

Este trabajo examina cómo la experiencia de la ciudadanía en las regiones fronterizas forma parte de la vida de las personas que habitan territorios divididos y compartidos entre Brasil, Colombia y Perú. La ciudadanía se manifiesta en la vida cotidiana de los residentes locales, moldeada por la (in)movilidad y la (trans)territorialidad entre países a través de interfaces, fronteras y márgenes entre agentes estatales y sociales, y por la dinámica de los mercados fronterizos y las estrategias y tácticas de los individuos que permiten ganancias, supervivencia y la producción tácita de conocimientos relacionados con el acceso a recursos y derechos en las zonas fronterizas.

La experiencia social de la construcción relacional, ambivalente y a menudo precaria de la ciudadanía fronteriza se desarrollará a partir de tres dimensiones analíticas interrelacionadas: 1) la relación entre (in)movilidades, territorialidades y desigualdades en territorios fronterizos como condiciones para concebir las infraestructuras y dinámicas sociales que configuran la ciudadanía fronteriza; 2) la relación entre prácticas estatales y poblaciones fronterizas como foco analítico para discutir la importancia de pensar el concepto de Estado como una experiencia relacional de diferencias legales, políticas y simbólicas, que permiten explorar dinámicas sobre cómo opera la ciudadanía fronteriza, paradójicamente limitada e impulsada por las lógicas nacionales de los Estados fronterizos; y, 3) la relación entre los mercados (tanto legales como ilegales) y los actos y tácticas de la ciudadanía, basados en determinadas formas de supervivencia económica entre las poblaciones locales más desfavorecidas en dichos mercados fronterizos.


Territorios fronterizos

Los territorios fronterizos no son regiones fijas, delimitadas y separadas, como suelen aparecer en las representaciones geográficas. Estos territorios entrañan paradojas: son lugares de flujo y rigidez, movimiento y control, fuerzas locales y globales, caracterizados por multiterritorialidades y transterritorialidades (Haesbaert, 2011, 2018) y por las múltiples afiliaciones de los sujetos que habitan estos lugares situados entre distintos países. La reflexión sobre los territorios fronterizos es, por tanto, inseparable de la comprensión de las (in)movilidades que permiten la existencia misma de las fronteras y de la ciudadanía fronteriza.

La movilidad es fundamental para la experiencia de la ciudadanía en las invenciones republicanas de las democracias modernas (Álvarez Enríquez, 2021; Mau, 2010). Concebir la ciudadanía fronteriza desde la perspectiva de la movilidad (Cresswell, 2006; Freire-Medeiros & Lages, 2020; Sheller & Urry, 2006; Urry, 2007) ayuda a desterritorializar las comprensiones más rígidas del concepto y a aproximarse a un campo móvil de movimientos de personas, regulaciones estatales y desigualdades en territorialidades dinámicas que desafían los límites de la ciudadanía estatal y nacional.

La ciudadanía cotidiana en esta región fronteriza está presente a través de movilidades en busca de acceso a derechos al otro lado del límite internacional. Todo ello conlleva a que los propios residentes fronterizos comprendan más profundamente que el territorio fronterizo es un campo de recursos, tácticas, oportunidades, riesgos, controles y derechos que pueden o no realizarse a través de movilidades transfronterizas.

Los territorios fronterizos abarcan una superposición heterogénea, diferenciada y conectada de lugares, límites y flujos y niveles de representación. Estos territorios geopolíticos están conformados por procesos históricos coloniales, nacionales y globales de exploración de riquezas, sometimiento y destrucción de pueblos y exclusión de sus derechos. También son territorios nacionales diferentes y vecinos, con leyes, ciudadanía e identidades vinculadas a cada Estado nación.

No obstante, al mismo tiempo son regiones fronterizas con múltiples conexiones, movilidades, prácticas de cruce y estrategias para acceder a bienes, recursos y derechos en la intersección entre países (Dilla Alfonso, 2015; Sohn, 2022). Estos territorios son lugares de vida, memoria, resistencia y supervivencia, donde los residentes aprovechan las disparidades económicas y el acceso diferencial a los servicios sociales y los derechos entre países vecinos (Lantto, 2010; Meeks, 2007).

La triple frontera entre Brasil, Colombia y Perú es una invención histórica de los últimos dos siglos, cuyo resultado fue la separación de un mismo ecosistema en distintas realidades nacionales, etnias indígenas y comunidades tradicionales (Garcés, 2014; Reis, 2013; Silva, 2008; Zárate Botia, 2008). Esta separación ha creado fronteras entre culturas que se han comunicado entre sí desde antes del proceso de colonización (De Oliveira, 2016), destruyendo y reacomodando una parte sustancial de la forma en que los pueblos originarios pensaban, vivían y diseñaban sus vidas antes de la creación de Perú, Brasil y Colombia como Estados nación en el siglo XIX (Gondin, 2007).

La creación de estos Estados implicó diferentes procesos por los que los pueblos originarios de la Amazonia fueron incorporados a comunidades nacionales en asentamientos distantes de los centros políticos nacionales (Romani et al., 2014). Las consecuencias de este proceso son visibles y demuestran cómo esta distancia territorial está presente en las historias de los pueblos peruanos, colombianos y brasileños que viven en la región fronteriza. Por lo tanto, el territorio refleja distintas historias coloniales latinoamericanas que siguen influyendo en la forma en que las personas y los lugares de estas tres naciones se perciben entre sí.

La ocupación histórica de estos territorios fronterizos incluyó complejos procesos de desplazamiento poblacional, frentes de expansión y exploración capitalista en sus dimensiones colonial, nacional y regional, así como misiones religiosas y diversas políticas estatales de ocupación y dominación sobre el territorio y sus recursos a lo largo del tiempo (Becker, 2016).

Todos estos procesos de frontera, que muchas veces ocurren de forma simultánea, generalmente se han implementado de forma violenta y han destruido las formas de ser y de pensar de los subordinados (indígenas, negros, campesinos y ribereños, entre otros) a partir de situaciones de conflicto que definen la propia idea de frontera (Martins, 1997; Serje, 2011).

Así, los territorios fronterizos podrían concebirse como un entramado que abarca el tiempo (memoria, historia, guerra, duelo y olvido) y el espacio social (lugares, áreas de pertenencia y recursos materiales y simbólicos), con la dimensión relativamente más estable de los lugares con el flujo de movilidad y circulación de personas, así como animales, mercancías y dinero que simbolizan la proximidad territorial entre países y la distancia de los centros políticos de los respectivos Estados nación (Haesbaert, 2011; Kearney, 1991).

Comprender estos territorios significa, en primer lugar, ser consciente de la dimensión geopolítica que históricamente constituye a estos Estados, como lo fue la creación de la ciudad de Leticia, fundada en 1867 por los peruanos y luego ocupada por los colombianos durante la década de 1930 (Euzébio, 2014; Aponte Motta, 2018). Durante las conversaciones y entrevistas realizadas durante el estudio, este conflicto resultó ser un medio para hablar de los sentimientos nacionales relacionados con esos territorios.

Según Acuña Rodríguez (2016), aunque los colombianos conocían poco o nada del territorio en disputa, la guerra contra el Perú en 1932 despertó ciertos sentimientos nacionalistas en todo el territorio colombiano. Según la autora, este fenómeno social propició de manera significativa la creación de un sentimiento nacional de unidad entre los colombianos. Por lo que “la configuración física del territorio representada en el mapa nacional se convirtió en el medio que contribuyó a construir la imaginación popular y a afianzar el nacionalismo patriota” (Acuña Rodríguez, 2016, p. 31).

Durante el trabajo de campo quedó claro que el reconocimiento de Leticia y la Amazonia colombiana como parte de Colombia es un elemento muy importante. Sin embargo, es posible escuchar a peruanos afirmando la idea de que Leticia les pertenecía y que su derrota en la guerra provocó el desplazamiento hacia otras zonas de intersección entre naciones, como Caballo Cocha e Iquitos. Solo un pequeño número de peruanos ha seguido viviendo en los alrededores de Leticia, en el pequeño centro poblado conocido como Santa Rosa.

Las diferencias territoriales y poblacionales entre Santa Rosa y Leticia revelan las diferentes formas en que los gobiernos nacionales han considerado esta frontera nacional en la intersección entre los países. Cabe destacar que, en 1991, la ciudad de Leticia se convirtió en la capital del departamento del Amazonas, ocupando una posición institucional importante en la estructura administrativa de la República de Colombia.

Al transformarse en una ciudad con infraestructura, servicios y comercio distintos a otras de esta región fronteriza, Leticia se ha convertido en una especie de referencia y centro comercial y turístico de esta región. En esta ciudad colombiana también se ubican servicios educativos, médicos y culturales que no se encuentran en otros centros urbanos, como el Museo Etnográfico del Banco de la República. Las plazas y parques de Leticia son otros atractivos que marcan un tipo de intervención urbana sin parangón en otras ciudades.

En el lado brasileño, el municipio de Tabatinga es la principal ciudad de la microrregión de Alto Solimões, en el estado de Amazonas. El área urbana cuenta con una infraestructura militar, con cuarteles del ejército, residencias para los militares que prestan servicio en la región y un hospital especializado. Por otro lado, las actividades comerciales se desarrollan en zonas muy precarias, con alcantarillas abiertas y condiciones prácticamente inexistentes para la circulación de peatones. A pesar de que la localidad cuenta con una buena infraestructura de servicios públicos, los habitantes de Tabatinga señalan que la ciudad ha sido “maltratada”, lo que impacta en la percepción que las personas tienen del territorio brasileño.

Las dos ciudades brasileña y colombiana y el centro poblado peruano pueden entenderse como territorios urbanos trinacionales y transfronterizos. Por un lado, son espacios nacionalizados en cuanto a las administraciones municipales, la planificación urbana o la falta de ella y las diversas instituciones de los respectivos estados nacionales instaladas en sus territorios. Están nacionalizados además en cuanto a las lenguas nacionales habladas y las monedas nacionales que circulan predominantemente en cada territorio. De hecho, estas regiones sirven de sinécdoque (tomar la parte por el todo) en las narrativas cotidianas de residentes, turistas y otros transeúntes que se refieren a Tabatinga como “Brasil”, a Leticia como “Colombia” y a Santa Rosa como “Perú”.

Por otro lado, estos territorios están profundamente interconectados y son complementarios e interdependientes, lo que forma un complejo urbano transfronterizo (Alegría, 2000; Dilla Alfonso, 2015; Olivar, 2017). Cada centro urbano genera diversos flujos de personas, bienes, divisas, materiales y animales, que se conecta con los países vecinos a través de patrones de movilidad ligados al trabajo, el ocio, el turismo, el comercio, la atención médica, la educación y los servicios sociales (véase Figura 1).

Estos territorios urbanos transfronterizos también se conectan con las zonas rurales, los territorios indígenas y las comunidades ribereñas de estos municipios a través de las diversas movilidades utilizadas por los residentes que se dirigen a las ciudades para recibir beneficios sociales, comprar y vender diversos productos en los mercados locales, recibir atención médica y asistir a escuelas y universidades públicas y privadas, como el campus de la Universidad Nacional de Colombia en Leticia, la Universidade do Estado do Amazonas y el Instituto Federal do Amazonas en Tabatinga y la Universidade Federal do Amazonas en Benjamin Constant.

Además, también hay desplazamientos desde las ciudades a las localidades de militares, profesores, estudiantes, misioneros y agentes de atención médica, entre otros. Las noticias sobre los acontecimientos en estos centros urbanos también llegan a las zonas más alejadas a través de los medios de comunicación locales, especialmente la radio. Estos movimientos crean un espacio urbano transfronterizo que se extiende más allá de los límites de las ciudades, con los ríos como conectores clave.

Figura 1. Territorio trinacional y transfronterizo: Leticia (Colombia), Santa Rosa (Perú) y Tabatinga (Brasil)
Fuente: cartografía elaborada por Matheus Acosta da Silva (NESAM-UEA)

Los principales movimientos cotidianos entre estos territorios son los relacionados con el comercio legal e ilegal, el turismo de naturaleza y de compras (principalmente en la zona franca de Leticia), los circuitos de ocio y fiesta entre las localidades, las redes familiares y religiosas de los tres países y la movilidad en busca de acceso a derechos y servicios públicos en los territorios vecinos. Estos flujos se originan en “amarres fijos” (Freire-Medeiros & Lages, 2020) como casas de familiares, edificios comerciales, escuelas, hospitales y puestos de salud, y en “amarres móviles” como barcos, canoas, motocicletas, automóviles, mototaxis y puertos que cambian de ubicación con las crecidas y recesiones estacionales del río. El propio lecho del río sirve de amarre móvil central que permite múltiples formas de movilidad en esta región del Amazonas.

El río ocupa una posición importante, principalmente en el tránsito de Brasil y Colombia hacia Perú, y a la vez forma parte integral de este territorio compartido. Una parte de cada territorio nacional tiene que ver con el río. Sin embargo, a diferencia del suelo firme, el río implica su propio movimiento y aunque el tráfico fluvial se rige por normas internacionales, se convierte en un área de disputas cotidianas y de problemas de control social derivados del transporte fluvial. Es importante señalar que todo contacto con Santa Rosa solo es posible por vía fluvial, lo que obliga a los visitantes de la isla peruana a utilizar el transporte acuático.

La presencia del río es un factor definitorio que configura la forma en que estos asentamientos ─independientemente de sus características─ se conectan no solo con el territorio local y entre sí, sino también con una red más amplia que abarca otras localidades como Manaos, Iquitos, Caballo Cocha, Puerto Nariño, así como diversas pequeñas ciudades y asentamientos indígenas a lo largo de los tres Estados nación. A través del río, la triple frontera desborda sus múltiples formas de experimentación de este territorio amazónico.

El río es también un elemento fundamental en la forma en que las personas integran estos territorios y viven la ciudadanía fronteriza. Conviven con ciclos anuales de sequía e inundaciones que crean variaciones en las relaciones sociales dentro del espacio formado por las redes fluviales. Los puertos revelan dinámicas sociales diversas: durante las sequías es posible encontrar zonas de ocio como campos de fútbol en las playas formadas por la marea menguante. Durante las inundaciones, los territorios retroceden, las orillas desaparecen y se experimentan nuevas dinámicas sociales relacionadas con los cambios en las zonas de pesca y los lugares de embarque de pasajeros en los puertos flotantes con la región ahora inundada. Los puertos se acercan a los territorios urbanos y los cruces se hacen más difíciles debido al increíble volumen de agua del río Amazonas/Solimões.

En Leticia, además de experimentar un importante tránsito entre otras localidades colombianas, brasileñas y peruanas, el río también se ha convertido en una atracción turística donde los visitantes pueden hacer excursiones, ver marsopas y visitar comunidades indígenas y la ciudad de Puerto Nariño. Aunque el puerto de Leticia comparte un estado de precariedad similar a los demás de la región, existen diferencias específicas, como facilitar botas a los turistas para llegar a las embarcaciones durante los periodos secos, cuando los barcos están más alejados de la orilla. En Leticia, los colombianos y los visitantes acceden principalmente a las demás regiones del país por vía aérea. La posición central de este medio de transporte refleja la ubicación privilegiada como ciudadanos de la capital de un departamento colombiano. Esto tiene un peso en el imaginario colectivo y en la integración de este territorio con la inmensidad del Amazonas colombiano, como se evidencia en los restaurantes, tiendas, bares y hoteles de Leticia.

Las pautas de movilidad, junto con las diferencias y desigualdades en los territorios fronterizos y el modo en que las personas se desplazan por ellos, conducen a la segunda sección de este documento: un estudio del modo en que los Estados nacionales han establecido relaciones sociales que configuran específicamente el funcionamiento de la ciudadanía en la frontera.


El Estado en las fronteras

Los Estados nación y su modus operandi cotidianos constituyen realidades políticas extremadamente complejas y han sido objeto de un amplio debate teórico en el ámbito de las ciencias sociales (Bourdieu, 2014; Elias, 1993; Gilroy, 2004). Los territorios examinados en este estudio están conformados por mecanismos estatales y los residentes se refieren al impacto de estos en sus vidas. En lugar de percibir al Estado como una institución de poder definida por una noción abstracta de unidad administrativa jerárquica, soberana y exclusiva sobre un territorio determinado, esta investigación se centró en escuchar cómo las personas evalúan la injerencia del gobierno nacional en sus vidas, afectando significativamente lo que entienden por ciudadanía y su participación en las realidades transfronterizas (Meeks, 2007).

En la frontera, el Estado opera principalmente como la experiencia legal, política y simbólica del control social, al establecer vínculos entre las leyes, su aplicación y los territorios nacionales. Esto se evidencia en la creación de legalidad/ilegalidad en la comercialización y distribución de bienes, animales, objetos y personas entre territorios nacionales. Los Estados instituyen tanto mecanismos de legibilidad (documentos, certificados, leyes, registros, censos o reglamentos, entre otros) como mecanismos de ilegibilidad a través de las prácticas de los agentes estatales que utilizan el poder discrecional para controlar, permitir, tolerar, negociar y beneficiarse de la circulación de bienes y personas (Das & Poole, 2004; Scott, 1999).

A la inversa, los residentes locales emplean diversas estrategias para acceder a derechos y servicios públicos en ciudades vecinas de distintos Estados nacionales, como la falsificación de documentos, el mantenimiento de múltiples ciudadanías, el uso de documentos y comprobantes de domicilio de familiares residentes en territorios vecinos y otros medios. Pueden optar por reclamar o renunciar a sus derechos en función de las experiencias y trayectorias de sus redes familiares, sus afiliaciones a grupos étnicos transfronterizos y sus características transfronterizas distintivas.

Los científicos sociales ya han demostrado que las personas en estos territorios actúan para reinventar sus posibilidades de ciudadanía, ya que crean espacios, brechas, tácticas y oportunidades como resultado de sus luchas y tácticas cotidianas (Das & Poole, 2004; De Certeau, 1998; Holston, 2013; Kearney, 1991).

La movilidad transfronteriza de las personas en estos territorios nacionales vecinos pone en tela de juicio la noción de ciudadanía/nacionalidad según el lugar de nacimiento (jus soils) y los derechos políticos y sociales aún nacionalizados y territorializados (Mau, 2010; Shachar, 2009; Spierings & Van der Velde, 2013). Examinar los movimientos de las personas entre estos territorios nacionales ayuda a comprender los dilemas y las tensiones de la ciudadanía fronteriza, caracterizada por un lado por la pluralidad que emerge de la convergencia de las fronteras, y por otro por la singularidad del sentimiento de pertenencia a un contexto nacional específico. La presencia o ausencia de acceso a los documentos que verifican la ciudadanía y garantizan las prestaciones sociales a través de los territorios nacionales revela la complejidad de esta cuestión social (Shachar, 2009).

Las mujeres peruanas embarazadas suelen cruzar el río Solimões para tener a sus hijos en territorio brasileño (Campos, 2012; Olivar et al., 2015; Dos Santos et al., 2019). Los principales motivos de ese viaje son la posibilidad de dar a luz en un hospital público en Brasil y que el niño adquiera la nacionalidad brasileña. En la frontera, el estatus de una ciudadanía brasileña es más alto en comparación con la peruana, en parte derivado de las asimetrías locales (Santa Rosa/Tabatinga) y nacionales (Perú/Brasil).

El hecho de que el bebé nazca en Brasil y tenga toda la documentación brasileña es visto por los padres peruanos como una ventaja material inmediata (parto gratuito con una infraestructura médica razonable) con la posibilidad de mejores condiciones futuras, no solo en términos de beneficios sociales a los que los padres pueden tener acceso, sino también de una mejor educación y futuro profesional obtenidos por el infante brasileño.

Según la legislación brasileña, tener un bebé en Brasil también reduce de cuatro años a uno el plazo para que los extranjeros soliciten la naturalización. Estas prácticas de ciudadanía son consideradas críticas por las autoridades municipales de Tabatinga. En una entrevista, un concejal local afirmó que los peruanos migran con frecuencia al lado brasileño para entablar relaciones con mujeres brasileñas con el único fin de tener un hijo en el país y facilitar así la naturalización como ciudadano brasileño (Campos, 2012; Olivar et al., 2015; Dos Santos et al., 2019).

Los residentes de estos territorios fronterizos a menudo pertenecen a redes familiares transfronterizas, inician diversos procesos de nacionalización y pueden obtener documentos de nacionalidad de más de un país fronterizo (Campos Delgado & Odgers Ortiz, 2012). Vivir en la frontera implica navegar por disyuntivas entre la identificación nacional subjetiva y la nacionalidad objetiva documentada, es decir, uno puede identificarse con una nación a través de la herencia familiar y hablar español, pero tener documentos de ciudadanía brasileña. Durante la investigación de campo se mencionó un caso de ocupación de tierras en Tabatinga en el que uno de los ocupantes fue interrogado por la organización local sobre si era extranjero, ya que hablaba español. Entonces tuvo que presentar sus documentos para demostrar que era brasileño.

Este relato ayuda a reflexionar sobre la compleja situación de la ciudadanía fronteriza en la vida cotidiana, tanto en relación con la identidad de estas personas ─que pueden ser reconocidas o no en función de distinciones de pertenencia, lengua y estatuto jurídico de ciudadanía─ como con el hecho de que el Estado no se limita al ámbito jurídico, sino que desempeña un importante papel simbólico en el uso táctico cotidiano de los documentos de ciudadanía.

Pertenecer a estas redes familiares transfronterizas no siempre significa tener acceso a los beneficios más ventajosos al otro lado de la frontera. Un mendigo colombiano que mostraba signos de parálisis infantil en un restaurante de Leticia dijo durante la investigación de campo: “Podría tenerlos, pero no quiero los documentos de Brasil porque soy colombiano. Mi madre es brasileña, pero yo soy colombiano”. Este caso particular no representa un patrón universal entre los colombianos, ya que muchos poseen documentos brasileños e incluso peruanos debido a sus conexiones familiares.

Los matrimonios mixtos son muy comunes en la triple frontera. No obstante, el sentimiento nacional persiste entre brasileños, peruanos y colombianos, de modo que los derechos de ciudadanía se convierten a veces en un punto de alineación y disputa entre ellos en las discusiones sobre el tema. El mendigo del restaurante concluyó diciendo: “nos gusta trabajar aquí”. La idea es que mucha gente no quiere trabajar en Brasil debido a los programas de transferencia de ingresos, y esto también motiva a colombianos y peruanos a buscar documentación brasileña para también evitar trabajar.

Como explica Da Cunha (2020), la “documentación” engloba redes de categorías que generan distinciones en las relaciones transfronterizas, creando pautas de inclusión y exclusión que repercuten significativamente en la vida de los residentes de la triple frontera. Da Cunha demostró que los documentos son importantes para la inclusión en todo el servicio de asistencia social de la región. Por tanto, la exigencia de documentos ─como documentos de identidad, certificados de nacimiento, permisos de trabajo y licencias de conducir─ representa una forma esencial de control social ejercido por funcionarios públicos que invocan marcos nacionales en diversos contextos como medio para someter a las comunidades a los sistemas de registro establecidos por las leyes de cada país (Da Cunha, 2020; Shachar, 2009; Smith & Bakker, 2008).

En general, los documentos sirven de manifestación material del proceso de reconocimiento social para la integración en otras relaciones sociales en cada uno de los países que forman la triple frontera. Esto crea un contexto en el que los miembros de cada comunidad nacional no solo experimentan su ciudadanía interna, sino que también establecen relaciones de ciudadanía fronteriza mediante mecanismos de control social que facilitan su incorporación a los sistemas estatales.

Aunque se perciben como ciudadanos que ocupan una posición privilegiada por su acceso a los programas de ingresos mínimos, los brasileños afirman que están sometidos a controles medioambientales, fiscales y legales que los sitúan en desventaja frente a peruanos y colombianos. Se quejan repetidamente de que Tabatinga está llena de empresas extranjeras de países vecinos, mientras que ellos se enfrentan a mayores dificultades.

Un aspecto curioso de esta narrativa es el reproche dirigido a uno de los símbolos del gobierno de Lula (2003-2010) en Brasil, inscrito en una placa situada en la frontera entre Colombia y Brasil, en la que se podía leer “Brasil, un país de todos”. Varias veces durante la investigación, la gente expresó el sentimiento de que “Brasil es de todos, pero Colombia y Perú solo se pertenecen a sí mismos”. Esta ambigüedad alimenta las luchas simbólicas por el reconocimiento de las ventajas y desventajas relativas en materia de supervivencia y derechos en este territorio transfronterizo.


Supervivencia en las fronteras

La región de la triple frontera amazónica es un territorio marcado por profundas desigualdades sociales, la ausencia o inadecuada implementación de políticas públicas y mercados fronterizos que ofrecen principalmente oportunidades de trabajo informal. Al hablar del territorio y de las intervenciones nacionales, los residentes también cuestionan sus estrategias de supervivencia. Se refieren a aspectos de ganarse la vida y vivir como ciudadanos en un contexto con adversidades extremas y pocas oportunidades, muchas de ellas derivadas de los mercados ilegales en la frontera (Sasunkevich, 2015).

Las personas que cruzan las fronteras se enfrentan a numerosos retos que complican sus experiencias cotidianas. Por ello, como afirma Hirata (2010, p. 137), sobrevivir en la adversidad significa vivir entre la pobreza cotidiana y el empleo precario, navegar por los complejos espacios entre la legalidad y la ilegalidad y, a menudo, equilibrar la búsqueda de mejores condiciones de vida con la amenaza constante de la mortalidad.

La supervivencia en estos territorios implica la lucha diaria para acceder a las necesidades materiales mínimas (empleos provisionales, servicios esporádicos y espacios de comercio a pequeña escala, entre otros) que permiten la supervivencia tanto individual como familiar. Además, los individuos buscan acceder a beneficios sociales a través de las fronteras internacionales para apoyar el sustento familiar (Da Cunha, 2020; Dos Santos et al., 2019).

Además de estas alternativas, se dedican a actividades económicas transfronterizas, que incluyen el comercio informal y el movimiento de productos agrícolas y tecnológicos entre los tres países. Además, pueden recurrir a formas de trabajo extremadamente peligrosas y marginales que conllevan graves riesgos, incluido el posible encarcelamiento o consecuencias fatales, como participar en el tráfico de drogas como “mulas” (Paiva, 2019). Estas dimensiones de supervivencia están profundamente arraigadas, y un mismo individuo puede participar en todas esas estrategias simultáneamente durante diferentes periodos de su vida.

Durante el trabajo de campo predominaron las personas que trabajan para sobrevivir en el segmento del transporte. Se trata de brasileños, peruanos y colombianos que han invertido dinero para comprar o alquilar sus herramientas de trabajo. En Brasil son mototaxistas, taxistas y lancheros; en Colombia son lancheros, mototaxistas y taxistas, personas con historias de vida marcadas por cambios que, en general, fueron posibles gracias al desarrollo de estas ciudades fronterizas.

Este escenario permite la creación de una variedad de movimientos debido a citas profesionales, actividades recreativas, negocios, actividades deportivas o turismo. Además, el sector servicios engloba a los trabajadores de grandes almacenes, salones de belleza, mercados, vendedores ambulantes, restaurantes y locales nocturnos que atienden las necesidades de una población urbana amazónica que se adapta a la vida en el medio forestal.

Es indispensable señalar que este sector de servicios opera primordialmente en los principales centros urbanos de la región y tiene un atractivo económico considerable (Aponte Motta, 2018; Vergel-Tovar, 2008). Entre las dificultades que prevalecen en la triple frontera destaca la precaria situación de los jóvenes en las comunidades rurales, incluidas las poblaciones indígenas. Ciudades como Tabatinga y Leticia ofrecen oportunidades económicas de supervivencia, educación y una serie de nuevos referentes que configuran su imaginación, aspiraciones y trayectorias.

Ganar dinero y vivir en la ciudad representa una posibilidad atractiva, pero choca fundamentalmente con el modelo de vida tradicional establecido por las generaciones anteriores. Así, migrar a estas ciudades fronterizas implica algo más que pasar de un estilo de vida rural a uno urbano; representa una oportunidad para acceder y hacer valer derechos y bienes. Por lo tanto, esta situación revela las complejas relaciones entre los ciudadanos, que son los consumidores en estas ciudades fronterizas (García Canclini, 1997).

En el proceso de urbanización transfronteriza todavía es posible sumar elementos de los territorios urbanos y rurales y conciliar el trabajo tradicional con la vida en las ciudades de la triple frontera. Este escenario emblemático pudo observarse en el proceso de investigación de las actividades de los pescadores. Algunos de ellos viven en la ciudad, pero siguen utilizando métodos de pesca tradicionales, replicando lo aprendido de sus padres. Los pescadores entrevistados durante el trabajo de campo suelen incorporar nuevas tecnologías, como el uso de lanchas a motor para pescar y congeladores para almacenar sus capturas.

Sin embargo, las nuevas técnicas y tecnologías de pesca no han alterado fundamentalmente la relación que estas personas mantienen con el ecosistema. Por lo tanto, siguen dependiendo de los ciclos naturales ─la reproducción de los peces, por ejemplo─ para realizar su trabajo. Los procesos fronterizos de la región podrían causar aquí algunos problemas, dado que, a diferencia de los pescadores colombianos, brasileños o peruanos, los peces no necesitan obedecer los límites territoriales nacionales.

El medio de vida de los pescadores que trabajan en los ríos internacionales está constituido por tensiones entre nacionalidades e (i)legalidades en un espacio relacional. Los pescadores brasileños acusan con frecuencia a colombianos y peruanos de pescar ilegalmente en aguas brasileñas. Así, se presenta a los vecinos del otro lado de la frontera como intrusos que realizan actividades ilegales, y se acusa a estos pescadores “extranjeros” de disminuir las oportunidades de subsistencia de sus homólogos “nacionales”. En las entrevistas realizadas en las asociaciones de pescadores se proporcionaron varios informes que acusan a los pescadores de los países vecinos de no respetar la ley y de que esto ocurre incluso con la colaboración de las instituciones de control de estos países.

En Brasil, la solicitud de documentos, las normas de salud para la venta comercial, las responsabilidades fiscales y el control general según el “defeso” (periodo en que no se permite pescar debido al desove) son exigencias que los pescadores denunciaron como creadoras de dificultades en una actividad que suele estar mal remunerada. Además, a pesar de los programas de asistencia destinados a los pescadores, constituye una actividad ardua y muy precaria para la salud.

Los dirigentes de las asociaciones de pescadores informan de problemas de salud laboral comunes entre los trabajadores, como problemas de espalda, hernias discales, afecciones de la vesícula biliar, pérdida de audición y problemas de visión, todos ellos derivados de sus rutinas de trabajo. La falta de asistencia adecuada agrava aún más la situación, dificultando el diagnóstico y el tratamiento de estas enfermedades. Además, otras dificultades exigen una disposición específica para la profesión que debe cultivarse cuidadosamente a lo largo de toda la vida, vinculada a la experiencia de la pesca, el trabajo en el río y el trato con los peces y todas las cuestiones sociales que rodean a esta actividad.

Las dinámicas de supervivencia en las ciudades fronterizas también implican la gestión de actividades históricamente ilícitas y la navegación por el complejo ecosistema compuesto por productos forestales. La región de la triple frontera es una zona de circulación y venta de cocaína y, de forma similar a otras fronteras de la Amazonia, se enfrenta a la intervención de políticas de control social justificadas por la idea de la “guerra contra las drogas” (Olivar et al., 2021; Paiva, 2019). La región está marcada tanto por la producción de cocaína como por las políticas de control, lo que hace que las drogas se conviertan en una mercancía altamente lucrativa.

En las entrevistas, un tema recurrente fue que se ofrece dinero a personas de las ciudades para que lleven determinadas cantidades de droga a otros estados. Por ejemplo, cantidades de uno, dos o cinco kilos pueden hacer ganar al portador tres mil reales brasileños o más, dependiendo del mercado de destino. Además, cantidades mayores pueden reportar grandes beneficios, aunque este tipo de acción es muy arriesgada y tiene un importante castigo penal en los tres países.

Las entrevistas dejaron claro que existe una red de narcotráfico que maneja cantidades que oscilan entre uno y trescientos kilos de cocaína. También hay diferentes individuos dispuestos a involucrarse en esta actividad y a transportar la droga a diferentes destinos. Durante una visita a la prisión del municipio de Tabatinga, el director de la prisión ofreció una visión general de la situación del tráfico de drogas.

En septiembre de 2015, había 140 presos y, según el director, solo una persona tenía relación con una facción criminal muy conocida como la “Familia del Norte”. Según él, los demás individuos eran residentes de una región que ocasionalmente aceptaban realizar determinados servicios para los narcotraficantes, incluido el tráfico de drogas. Cuando son detenidos, estos individuos son sorprendidos en posesión de drogas y se enfrentan a penas de prisión y enjuiciamiento en virtud de las respectivas leyes sobre estupefacientes de cada país. Así, las personas que en realidad son utilizadas como “mulas” del narcotráfico pueden entrar en el sistema penitenciario como narcotraficantes y tener que someterse a la dinámica interna dentro de la cárcel, donde suelen estar controladas por colectivos y organizaciones criminales.

Dentro de las redes locales de tráfico de drogas se venden pequeñas cantidades en los mercados de la zona de la triple frontera. Por ejemplo, una anciana compraba pequeñas cantidades para revenderlas principalmente a consumidores de alcohol en los locales de ocio nocturno de Tabatinga. Los ingresos de este negocio no pueden calificarse de rentables en comparación con el esquema a gran escala de las rutas de tráfico de cocaína. Es una actividad que los residentes reconocen como posiblemente utilizada para comprar algo para ellos mismos, reconstruir sus casas o pagar deudas, entre otros retos de la vida diaria. Cuando detienen a los residentes, los lugareños suelen mostrarse sorprendidos, pues no los consideran traficantes de drogas, sino individuos que recurrieron al tráfico temporalmente debido a las dificultades económicas.

Este análisis de los habitantes locales demuestra que la delincuencia, en la práctica, se juzga de forma diferente a la noción idealizada del sistema judicial de ser “igual para todos”. Las condiciones sociales que afectan a la población conforman sus juicios morales, ya que se enfrentan a retos prácticos cotidianos y pueden arriesgarse a realizar actividades ilegales cuando se necesitan recursos financieros para alcanzar determinados objetivos.

Durante las conversaciones se hizo evidente que los residentes distinguen entre delincuentes habituales y aquellos que se dedicaron a actividades ilegales temporalmente como respuesta a circunstancias específicas. Los agentes del orden y los militares brasileños que participan en operaciones de control de drogas también hacen esta distinción. Desde su perspectiva, a menudo pueden identificar a una “mula” o a alguien que no desempeña un papel esencial en el tráfico de drogas a gran escala durante su aproximación inicial. Sin embargo, para ellos, la ley debe prevalecer, por lo que se practican detenciones y se dictan sentencias.

Estas diferentes situaciones y condiciones de supervivencia en la región fronteriza permiten comprender la cuestión de la ciudadanía fronteriza, una ciudadanía que se ejerce de forma precaria y desigual en los intersticios de los territorios fronterizos a través de los marcos de asistencia de los Estados nación y a través de redes de mercado fronterizas que por lo general no ofrecen oportunidades adecuadas a los residentes de la región de la triple frontera.


Conclusiones

La ciudadanía fronteriza es una experiencia social liminal que paradójicamente refuerza el ejercicio de la ciudadanía en las fronteras de los Estados nación mientras crea posibilidades de prácticas de cruce de fronteras en estos territorios nacionales gracias a los derechos sociales garantizados entre los estados y las diferentes formas de control estatal (Albuquerque, 2015; Mezzadra, 2015). Por lo tanto, no se trata de una ciudadanía producida a partir de políticas oficiales de integración fronteriza, sino más bien de una experiencia ciudadana ambivalente promulgada precariamente sobre la base de territorios fronterizos asimétricos entre Estados con garantías desiguales de prestaciones y derechos sociales para los residentes desfavorecidos que luchan por sobrevivir y acceder a sus derechos en un espacio en el que convergen tres países.

Los residentes de la región de la triple frontera suelen hablar de su ciudadanía como un problema nacional que concierne a otras condiciones nacionales vecinas. Como miembros de una comunidad moral y política, hacen referencia a las peculiaridades de sus territorios, las diferentes intervenciones de los Estados nación y la reivindicación de derechos para los que son “nacionales” y el control de estos beneficios para los “extranjeros” vecinos. En contrapartida, muchos habitantes con experiencia de vida transfronteriza (redes familiares, documentación de ciudadanía de más de un país o documentos de familiares) buscan acceder a derechos y beneficios más ventajosos en los países vecinos.

Como han demostrado otras investigaciones en zonas fronterizas (Kearney, 1991; Mau, 2010; Moyo, 2016, Rumford, 2013), la ciudadanía fronteriza va más allá de la referencia específica a la legislación de cada país. Desde la reflexión de Weber (2019) sobre la acción social, la ciudadanía fronteriza se forma a partir de la experiencia de los habitantes. En la región de la triple frontera, al hablar de sí mismos como parte de una comunidad política, las personas hacen referencia a su territorio, a las intervenciones de su Estado nación, a las estrategias de supervivencia y a sus relaciones con los demás.

De forma parecida al hallazgo de Holston (2013) sobre que los brasileños hablan de ciudadanía de forma diferente a los estadounidenses, se observa que los brasileños articulan nociones distintas de ciudadanía en comparación con sus homólogos colombianos y peruanos en esta región fronteriza. La triple frontera es, por tanto, un lugar de múltiples significados en el que la ciudadanía solo puede entenderse a partir de una reflexión articulada sobre lo que significan el territorio, el Estado y la supervivencia, tal y como se propone en este artículo.

Es un hecho que la selva amazónica ofrece innumerables posibilidades de supervivencia. No obstante, nada es sencillo en una región que, entre otras cosas, ha sufrido procesos de urbanización y la creación de relaciones sociales basadas en la intervención colonial y blanca en el territorio. Se establecieron fuerzas militares, autoridades fiscales, instituciones educativas y otros servicios públicos, mientras que los sistemas de protección de los derechos de las poblaciones indígenas y tradicionales seguían siendo ineficaces y no garantizaban ni siquiera las condiciones básicas de supervivencia para muchos residentes.

Ampliar la ciudadanía a los residentes más desfavorecidos de estos territorios fronterizos implicaría la posibilidad de que estas personas tuvieran las condiciones físicas e intelectuales para acceder a los recursos sociales disponibles para utilizar todo lo que necesitan para su bienestar. No hay duda de que cada residente de la triple frontera se enfrenta a numerosos retos a la hora de calcular qué constituye ese “todo” necesario para el bienestar. A pesar de las diferencias nacionales, la población de escasos recursos de los tres países se enfrenta a una perdurable paradoja amazónica que se remonta a la época colonial: escasez en medio de la abundancia, al mismo tiempo que una élite económica local y transnacional acumula capital a través de la explotación territorial, que deja a los residentes empobrecidos enfrentados a los retos diarios de la supervivencia.

En términos generales, es posible afirmar que las personas de la región de la triple frontera reinventan su ciudadanía a través de sus actos y relaciones. Esto concuerda con el importante debate sobre los actos de ciudadanía de Isin (2008), cuyo fundamento se basa en la idea de que la ciudadanía no suele limitarse a los marcos de las fronteras y la legislación nacionales. Las personas de una determinada comunidad política pueden construir y transformar a través de sus acciones y relaciones el significado de ciudadanía, lo que genera prácticas que crean otras prácticas y experiencias de ciudadanía, aunque no estén definidas por estatutos legales.

Estas acciones pueden crear nuevos sujetos políticos que interferirán en la organización social, producirán nuevas demandas y generarán otras expectativas capaces de introducir discusiones, debates y reivindicaciones que deberán ser atendidas por las instituciones del Estado. Esto altera el propio paisaje político, lo que genera movimientos que repercutirán en las estructuras de poder y, en consecuencia, en la comprensión de lo que se define como experiencias de ciudadanía. De este modo, Isin ha permitido que la teoría de la ciudadanía cambie su enfoque de algo concedido por el Estado a una práctica, una experiencia, como algo realizado por los agentes políticos a través de sus acciones y relaciones.

No obstante, la teoría de los actos de ciudadanía sigue centrándose en los que exigen derechos no reconocidos o no aplicados, que representan una ruptura con el habitus cotidiano (Isin, 2008). Es importante tener en cuenta tácticas de ciudadanía como la movilidad transfronteriza y la búsqueda de derechos en países vecinos, incluso cuando determinadas prácticas ─como utilizar documentos personales y justificantes de domicilio de familiares─ son consideradas ilegales por las autoridades. Desde esta perspectiva, las tácticas de ciudadanía son importantes recursos sociales integrados en la vida cotidiana de los territorios fronterizos (Sohn, 2022).

En síntesis, los residentes de la región de la triple frontera amazónica se enfrentan a la gobernanza de los Estados nación que generalmente no implementan políticas públicas que garanticen los derechos de los ciudadanos en este territorio, lo cual difiere significativamente de otras regiones dentro de sus respectivos países. Resulta necesario negociar todo el tiempo, utilizando las posibilidades que ofrece la frontera, como el acceso a los documentos de otros países, las negociaciones para utilizar los otros territorios y la exploración de esquemas transfronterizos ilegales.

En cada caso, resulta imprescindible navegar por las relaciones dentro de este espacio. Aunque se rige por la legislación específica de los tres países, la región desarrolla sus propias soluciones a través de la construcción cotidiana de una ciudadanía fronteriza que desafía los marcos nacionales de derechos. Para hacer realidad estos derechos, los residentes fronterizos de bajos recursos no siempre permanecen dentro de los límites de la ciudadanía nacional. Por lo tanto, traspasar estas fronteras y acceder a los beneficios del otro lado puede proporcionar mejores condiciones en la lucha por la supervivencia y por conservar la dignidad.

Por ende, la ciudadanía fronteriza se produce en las experiencias cotidianas de los individuos que viven en las regiones fronterizas internacionales a través de sus múltiples interfaces con el Estado y el mercado. La ciudadanía se realiza sobre la base de la conexión entre flujos, fijaciones y fricciones (Freire-Medeiros & Lages, 2020) situados en territorios que son simultáneamente locales, nacionales y transnacionales. Por consiguiente, la ciudadanía es una experiencia móvil, incompleta y a menudo precaria que se manifiesta en los márgenes y las fronteras de los Estados nación (Das & Poole, 2004).

Agradecimientos

Parte de la investigación fue financiada por el Instituto Nacional de Ciência e Tecnologia Violência, Poder e Segurança Pública (Invips), coordinado por el profesor Cesar Barreira (Universidade Federal do Ceará), donde los autores son investigadores asociados.

Se destacan las contribuciones de Pedro Rapozo y Reginaldo Conceição Silva (Universidade do Estado do Amazonas), Flávia Melo, Fábio Candotti y Rodrigo Reis (Universidade Federal do Amazonas), Carlos Zárate y Jorge Aponte (Universidad Nacional de Colombia, campus Leticia) y del investigador José Miguel Olivar, de la Universidade de São Paulo, que estuvieron realizando trabajo de campo en la región


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José Lindomar Albuquerque
Brasileño. Doctorado en sociología por la Universidade Federal do Ceará (2005). Es profesor del área de sociología del curso de ciencias sociales y de la maestría y doctorado en ciencias sociales de la Universidade Federal de São Paulo (Unifesp). Líneas de investigación: fronteras internacionales, migraciones internacionales, identidades culturales y pensamiento social brasileño. Publicación reciente: Albuquerque, J. L. C. (2018). Identidades em territórios de fronteira: os casos de Ceuta e Gibraltar na fronteira entre a África e a Europa. Civitas, 18(2). https://doi.org/10.15448/1984-7289.2018.2.29532

Luiz Fábio Paiva
Brasileño. Doctorado en sociología por la Universidade Federal do Ceará. Actualmente es profesor asociado de sociología en el Departamento de Ciências Sociais, en el programa de posgrado en sociología y en la maestría profesional en sociología de la UFC. Líneas de investigación: los efectos sociales de la violencia y el crimen en territorios periféricos y fronterizos. Publicación reciente: Paiva, L. F. S. (2019). As dinâmicas do mercado ilegal da cocaína na tríplice fronteira entre Brasil, Colômbia e Peru. Revista Brasileira de Ciências Sociais, 34(99). https://doi.org/10.1590/349902/2019



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