Reseña bibliográficaEstudios Fronterizos, vol. 12, núm. 23, 2011, 196-203

Apuntes sobre el primer gobierno del Frente Amplio en Uruguay (2005–2010)


Ángel Manuel Ortiz Marín*


Moreira, Carlos, 2010, pp. 193, El Grillo Sí, Montevideo, Uruguay


* Profesor–investigador de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Autónoma de Baja California. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel 1.
Correo electrónico: mortiz@uabc.edu.mx


Primero referiré que el libro se divide en ocho capítulos que permiten una excelente perspectiva para el abordaje temático del escenario político del Uruguay. Es un texto con conceptos profundos dichos en una prosa sencilla. Posee una fuerte impronta de corte histórico, pues en esencia alude al partido político Frente Amplio del Uruguay y a una de las personalidades más significativas en los últimos años, me refiero al anterior presidente, Tabaré Vázquez, y para ello se vale de la historiografía para dar el matiz adecuado al texto.

Es un texto con esencia vitivinícola de ‘tempranillo’, pues recién se publicó en abril 2010, pero con un dejo de Tannat, que es una variedad de uva que se cultiva en Uruguay y que tiene un especial sabor y tonalidad, como el mismo libro.

Carlos Moreira enuncia una hipótesis de entrada en la introducción, para entender su propuesta: “para la sociedad uruguaya la confrontación entre los actores políticos no existe y los actores políticos distintos a los partidos políticos carecen de significación” (11). A lo largo del texto pondrá a pruebe dicha premisa.

Pues bien, el primer capítulo refiere el proceso del surgimiento del moderno Uruguay y las tensiones sociales, económicas y políticas producto de la lucha de la independencia en el siglo XIX, y principios del siglo XX, debatido entre la violencia política y militar y el establecimiento de las instituciones civiles para dar paso al establecimiento del primer battlismo en los primero años del siglo XX.

Significativas son las conclusiones de este primer capítulo para entender la política a la uruguaya, una frase lo dice todo: “el uruguayo haciendo política es alguien esencialmente negociador, vive para evitar el estallido y busca una solución a cada diferencia” (25). Sin embargo el autor desmitifica esta sentencia en la primera parte, al narrar sucesos y personajes de la etapa de la violencia política del Uruguay como generadora de nuevas épocas.

El segundo capítulo refiere la transformación del diseño institucional de la democracia uruguaya a través de las políticas públicas, en especial en la industria agropecuaria uruguaya. Una de las más importantes fuentes de ingresos de divisas, el 30% del Producto Interno Bruto. En esta industria se refleja la tensión entre el modelo tradicional de comercio y la apertura a mercados globalizados a los cuales paulatinamente se incorpora el Uruguay. En este escenario son otras organizaciones las que se convierten en protagonistas de la política, desestimando el liderazgo de partidos políticos o del propio Estado.

El capítulo tercero plantea una transformación del Uruguay en la década de los setenta: disminución del papel del Estado y ampliación del modelo de mercado. Según el autor, estas tendencias se acrecentaron en los ochenta y noventa. Pero la crisis del 2002 sacudió al Uruguay y dio oportunidad de cambiar el modelo de 174 años de dominio de los partidos Rojo y Blanco, el cual terminó en el 2004 con el arribo al poder del Frente Amplio. Este partido surge en 1971, y albergó desde sus orígenes dos tendencias: moderada y radical. El periodo de la dictadura militar fue cruento para sus militantes. Después de esta etapa para mediados de la década de los ochenta el Frente Amplio vuelve a competir en las urnas y en 1990 gana las elecciones locales y Tabaré Vázquez asume la intendencia (la presidencia municipal) de Montevideo. El capítulo resume la trayectoria del Frente Amplio y su rivalidad con los partidos hegemónicos el Colorado y el Nacional.

No es hasta el 2004 cuando en coalición con otras fuerzas políticas el Frente Amplio con Tabaré Vázquez a la cabeza asume la presidencia y se convierte en el primer presidente progresista del Uruguay, aunque su triunfo, dice Moreira, ya era previsible.

El programa de gobierno que delineó fue un modelo de Estado social centrado en tres conceptos: productividad, justicia social y profundización de la democracia. Sin embargo, no se pudo ejecutar el programa como se había propuesto pues ello exigía grandes acuerdos imposibles de lograr en función de una realidad partidaria dividida y en franca oposición.

El cuarto capítulo refiere los énfasis de las políticas públicas del gobierno de Tabaré Vázquez, centradas en la asistencia a los pobres, la negociación con los sindicatos y el tema de la violación de los derechos humanos durante la dictadura, aunado a acciones para mejorar los renglones de la salud y la educación.

Sin embargo, los objetivos de este plan de gobierno no se cumplieron como se deseaba y aunque la pobreza se redujo, no era posible lograr las metas en el periodo previsto. Igual sucedió con las mejoras salariales para los trabajadores y con el campo de los derechos humanos, que tampoco resolvieron las desigualdades sociales y la atención a los derechos humanos se quedó a medio camino. Con ello, el primer gobierno, aunque tuvo avances significativos en los temas sociales y económicos, no logró consolidar transformaciones más profundas que modificaran las estructuras de las instituciones.

El capítulo quinto aborda las políticas de comunicación del gobierno de Vázquez y las estrategias de comunicación gubernamental. La composición de los medios es singular, pocas estaciones de televisión, una amplia cobertura radiofónica y una concentración de diarios de corte tradicional con rasgos partidarios.

Las políticas hacia la comunicación fueron fortalecer a los medios públicos, la participación de la sociedad civil con medios propios o alternativos y un control de los medios privados; así como una regulación para limitar el oligopolio mediático pero sin alterar la propiedad de los medios privados. El resultado de las políticas públicas para los medios fue decepcionante, dice Moreira. No se afectó el oligopolio mediático.

Resalta una propuesta de ley para regular el financiamiento público y privado de los partidos políticos para asegurar la cobertura equilibrada mediáticamente en las elecciones. Por supuesto que no prosperó la iniciativa, por las presiones de los canales privados, y finalmente ellos fueron los que fijaron las tarifas publicitarias. Algo similar a la discusión de la Ley Televisa en México.

El autor refiere tres leyes como aporte a las políticas públicas en materia de comunicación. La Ley de Radiodifusión Comunitaria, que regularizó a este sector; la Ley de Acceso a la Información Pública para fortalecer la apertura a la rendición de cuentas; y la Ley de Prensa para garantizar la libertad de expresión. Sin embargo, las relaciones entre el gobierno de Tabaré Vázquez y la prensa no fueron favorables, sino tensas y distantes, en especial con la prensa opositora al Frente Amplio.

El capítulo sexto aborda con mucha propiedad y amplitud la descripción de la figura política de Tabaré Vázquez como líder del Frente Amplio y su relación intrínseca con este partido político. Carlos Moreira también contextualiza el cómo en Uruguay se han formado los grandes liderazgos y los refiere desde la vertiente del Estado y los partidos políticos como ejes de poder.

Tabaré Vázquez es descrito en su trayectoria como líder popular incluso vinculado al futbol (una pasión al igual que la política y el mate para el uruguayo); su formación como médico y miembro de la masonería con una profunda vocación católica, en un Estado que se define por esencia laico en su constitución política. Igual se narra su trayectoria dentro del Frente Amplio hasta llegar a ser su dirigente a finales de la década de los noventa –en 1999 se convierte en el candidato por el Frente Amplio a la presidencia del Uruguay.

Tabaré Vázquez se presenta como un líder popular y carismático cuya popularidad es creciente cuando arriba al poder, y no decrece a pesar de que su gobierno no obtiene grandes logros ni alcanza del todo las metas sociales anunciadas en su plan de gobierno. Moreira lo refiere textualmente así: “Tabaré Vázquez ha constituido una forma de liderazgo neopopulista perjudicial para la institucionalidad” (127), pues gobernó a espaldas de su partido político y del Parlamento, identificándose como un líder conservador.

El séptimo capítulo aborda las características de la democracia en Uruguay durante el primer gobierno frenteamplista y está dividido en seis incisos:

a) Orden público y seguridad pública. Aquí refiere la dimensión del Estado de derecho y su relación con la seguridad pública y la preservación de los derechos individuales como son la vida y la libertad de expresión. El registro en términos de criminalidad indica un aumento en la violencia doméstica y robo con violencia. También hay un incremento de la presencia de las pandillas callejeras. Aún así, en la percepción de inseguridad la sociedad uruguaya es considerada poco violenta en América Latina.

El otro rasgo de análisis son los cuerpos de seguridad. La policía es considerada como corrupta y mal pagada a pesar de los esfuerzos oficiales por mejorar sus condiciones. La violencia y los delitos han seguido creciendo con lo cual la sensación de inseguridad ha crecido, aún así las condiciones de seguridad son uno de los rubros medianamente aceptables, dice Carlos Moreira.

El autor refiere que en un índice de 0 a 100, Uruguay calificaría en este rubro con 60 –si bien las tasas de violencia han permanecido estables, la percepción de la sociedad uruguaya es que la inseguridad va creciendo.

b) Administración de la justicia. En este tema, el debate es saber si el sistema judicial es eficiente, independiente y profesional, y permite la igualdad de acceso a la justicia. La independencia del Poder Judicial es relativa ya que los fiscales son nombrados por el Poder Ejecutivo; igual está su condición presupuestal que se haya sujeta a los vaivenes de los otros dos poderes, el Legislativo y el Ejecutivo.

En estricto sentido, ¿cuál es la percepción del ciudadano del Poder Judicial? Según el Latinobarómetro que utiliza Carlos Moreira, 26% de los uruguayos tiene confianza en él como fuente de igualdad de acceso a la justicia, y según el pnud, menos del 20% considera que el Poder Judicial tiene buen desempeño. Evaluando el sistema judicial en una escala de 0 a 100, Uruguay estaría en este rubro con una calificación de 40 y sería el poder más débil de la democracia uruguaya.

c) Capacidad institucional y administrativa. Aquí el autor se refiere a la capacidad para aplicar y hacer funcionar la ley. En este ámbito Moreira le otorga una calificación de 70 en una escala de 0 a 100.

d) Lucha eficaz contra la corrupción. Moreira se refiere al combate eficaz contra la corrupción y la existencia de un marco legislativo que la castigue. En la década de los noventa se presenta una explosión de la corrupción asociada a los servicios públicos, compras estatales y regulación del sistema bancario. Tampoco, dice el autor, hay una norma referida a la transparencia del ejercicio del presupuesto nacional y la rendición de cuentas. Se presentan prácticas de nepotismo y favoritismo en las áreas de gobierno y según el Latinobarómentro del 2007, el Uruguay ocupó el tercer sitio en el rubro de más corrupción.

Sin embargo, Transparencia Internacional ubica a Uruguay como el primer lugar en América Latina, junto con Chile, con la calificación de transparencia y menor corrupción. También es excelente el registro de Uruguay en el indicador de ética de sector público de Kauffmann que toma en cuenta la opinión de los empresarios. Es decir, la corrupción no se percibe como un asunto grave de solucionar para ciertos sectores de la ciudadanía uruguaya.

Sin embargo, el autor matiza estos resultados al indicar que Uruguay es el paraíso para el lavado de dinero, y también es considerado un paraíso fiscal para los organismos internacionales, la corrupción bancaria es alta y tampoco hay juzgados especializados en el combate a la corrupción; aunado a ello, el financiamiento a los partidos políticos no es transparente y mucho menos se rinden cuentas al respecto.

En este rubro el autor le otorga una calificación de 40 y afirma que la transparencia es baja en Uruguay, igual que la legislación que combate la corrupción y los organismos que actúan contra ella.

e) El control civil sobre las fuerzas de seguridad pública. En este rubro se analiza a las Fuerzas Armadas y civiles y su papel en torno al respeto a los derechos civiles de la ciudadanía. Carlos Moreira indica que la democracia uruguaya no tiene instituciones que analicen la presencia de las fuerzas de seguridad y defensa nacional. Para la percepción de la ciudadanía, las fuerzas armadas siguen estando presentes en la vida cotidiana y tienen la misma ideología de los tiempos de la guerra fría. El autor continúa su análisis al respecto indicando que para la ciudadanía es inútil la presencia de las Fuerzas Armadas para la defensa del territorio nacional.

En síntesis, el primer gobierno frenteamplista ha fracasado, dice el autor, en garantizar la instalación de un sistema de justicia moderna; por otra parte, el Poder Judicial está coaccionado por el Poder Ejecutivo en lo administrativo y presupuestal, y si bien no se percibe el temor a un golpe de Estado, el gobierno frenteamplista negoció con las Fuerzas Armadas para que este cuerpo defina las políticas de defensa del territorio nacional.

El octavo y último capítulo refiere uno de los aspectos más interesantes. La ocurrencia y desarrollo de los movimientos sociales.1 Una de las consideraciones que hace el autor es que las manifestaciones sociopolíticas de los sectores populares en Uruguay se hacían abajo la sombra de los partidos políticos e incluso del propio gobierno. Durante el gobierno de Tabaré Vázquez se expresaron algunos quiebres del control social de diversos sectores populares contra las políticas sociales del Ejecutivo. En particular el autor refiere los hechos de esta naturaleza ocurridos en el 2007 que visibilizaron diversas movilizaciones que paralizaron la tranquilidad de las calles de Montevideo y de otras ciudades del interior.

Algunas a favor de las políticas del gobierno y otras, las más numerosas, criticando la inoperancia en el logro de diversas metas prometidas por el gobierno frenteamplista. En las movilizaciones también se pudo constatar la fuerza de las organizaciones sindicalista obreras que en buena medida habían contribuido a llevar a la silla presidencial a Tabaré Vázquez. En este aspecto, es notorio destacar que algunas de estas movilizaciones se realizaron fuera del férreo control partidario, lo cual las convirtió en más significativas aunado a sus demandas.

En este proceso también se presentan movilizaciones de corte ambientalista significativas como el tema de la instalación de la papelera Botnia de origen finlandes, que generó conflictos con Argentina por la contaminación del río Paraná, lo cual incluyó cortes en las vías de acceso entre ambos países en Gualeyguaychu (un dato: con motivo de las elecciones en el Uruguay en el 2009, los argentinos decidieron unilateralmente levantar el corte para que los uruguayos residentes en Argentina pudieran pasar a su país a votar e igual sucedió con el Mundial del 2010).

Este escenario de las movilizaciones del Uruguay también se enmarca en un conjunto de manifestaciones similares en varios países de América Latina en la primera década del siglo XXI; la tradición de la movilización en Uruguay ligada a los partidos políticos y al Estado tuvo expresiones de fuertes vínculos con el régimen frenteamplista, pues, según Moreira, los grandes liderazgos se han construido bajo el ala protectora del Estado y los partidos políticos.

Carlos Moreira indica que con la llegada al poder del gobierno de Vázquez se empezó a manifestar una escisión entre el oficialismo y los opositores al gobierno. Y ello produjo dos manifestaciones: la escisión de los grupos más radicales, lo cual revitalizó a los movimientos sociales, y, por el lado negativo, la crisis del modelo desarrollista estatal.

El libro reseñado representa una breve pero profunda mirada a las características políticas de Uruguay, nada menor si se toma en cuenta que este país fue considerado como la “Suiza de América” a mediados del siglo pasado por sus inmejorables condiciones socioeconómicas y políticas.

Las características que el libro refiere del Uruguay igual podrían semejarse en varios de estos rasgos a la política mexicana o de otros países latinoamericanos. Con lo cual, no podemos más que suponer que el escenario político reseñado deja profundas lecciones y a la par reflexiones de lo que hay que avanzar para consolidar la democracia en América Latina y en México para el 2012, cuando habrá elecciones presidenciales y nuevamente se debatirá el país entre una corriente progresista y una conservadora, sin dejar de reconocer el posible arribo del pri al poder presidencial.


Notas

1 En este aspecto es de recordar la importancia de los movimientos sociales en Sudamérica, y para ampliar este tema es recomendable leer el texto de Jorge Castañeda, La utopía desarmada (Fondo de Cultura Económica, México, 1993).