e-ISSN 2395-9134 |
Artículos | Estudios Fronterizos, vol. 23, 2022, e086 |
https://doi.org/10.21670/ref.2202086
La violencia en el trayecto de vida de mujeres migrantes venezolanas en Chile
The violence during the life course of Venezuelan migrant women in Chile
Francisco J.
Landeros Jaimea
*
https://orcid.org/0000-0001-5497-3666
a Cátedras Conacyt, El Colegio de Sonora, Centro de Estudios en Gobierno y Asuntos Públicos. Hermosillo, México, correo electrónico: fjlanderos@uc.cl
* Autor para correspondencia: Francisco J. Landeros Jaime. Correo electrónico: fjlanderos@uc.cl
Recibido el 3 de mayo de 2021.
Aceptado el 8 de febrero de 2022.
Publicado el 15 de febrero de 2022.
CÓMO CITAR: Landeros, F. J. (2022). La violencia en el trayecto de vida de mujeres migrantes venezolanas en Chile [The violence during the life course of Venezuelan migrant women in Chile]. Estudios Fronterizos, 23, e086. https://doi.org/10.21670/ref.2202086 |
Resumen:
En los últimos años la migración femenina originaria de Venezuela se ha caracterizado por liderar los proyectos migratorios familiares con destino a Santiago de Chile. En ese sentido, el objetivo de este artículo es analizar los acontecimientos que provocaron cambios en la trayectoria de vida de mujeres venezolanas para motivarlas a dejar su lugar de origen en busca de mejorar su calidad de vida en otro país. A partir de una metodología cualitativa, donde las entrevistas en profundidad fueron la principal técnica para obtener datos, se presentan las historias de vida de mujeres altamente calificadas cuyas trayectorias se encuentran inmersas en episodios de violencia. Los hallazgos muestran que los problemas que las obligaron a salir de Venezuela aun forman parte de su vida diaria a pesar de haber migrado a Chile entre 2016 y 2019, lo cual es una oportunidad para diseñar políticas públicas que favorezcan a la población migrante.
Palabras clave:
migración femenina,
violencia,
trayectos de vida,
Venezuela,
Chile.
Abstract:
During the last years, the female migration from Venezuela has been characterized by leads family migrant projects to Santiago of Chile. In this sense, the aim of this article is analyzing the events that provoked different changes during the life of Venezuelan women, motivating leave their home country to search better life condition in a different place. Using a qualitative approach, which deep interviews were the main technique to gather data, this analysis focus on histories of life of migrant women highly educated and skilled whose paths are immersing in violence episodes. The findings show that different kind of problems that forced them out from Venezuela yet are part of their daily life despite that they have migrated to Chile between 2016-2019, it represents an opportunity to design representative public policy oriented to help migrant communities in the host society.
Keywords:
female migration,
violence,
course of life,
Venezuela,
Chile.
Introducción
La necesidad de mejorar la calidad de vida es indudablemente uno de los impulsores principales de la migración en América Latina y el Caribe, cuyo flujo se acentúa de manera significativa a partir de las brechas económicas, problemas sociales y políticos, además de las deficiencias en materia de salud, educación y seguridad pública que se presentan entre los distintos países. En ese sentido, Chile destaca en la región del Cono Sur como uno de los territorios de mayor atracción para migrantes, donde el interés particular se centra en la región metropolitana de Santiago, espacio en el que residen la mayor cantidad de personas extranjeras en el país.
Según cifras obtenidas a partir del Censo de Población y el Departamento de Extranjería y Migración (DEM), la ola migratoria iniciada en la década de 1990 con la finalización de la dictadura registró, hasta 2019, la presencia de casi 1 492 522 de personas extranjeras asentadas en tierras chilenas, lo que representó una diferencia de 242 157 respecto a lo registrado en 2018 (1 250 365), es decir, hubo un aumento relativo de 19.4% en la comunidad migrante, en su mayoría proveniente de países latinoamericanos y caribeños cuyo rango etario se encuentra principalmente entre 20 y 39 años (Instituto Nacional de Estadísticas & Departamento de Extranjería y Migración, 2019, 2020).
En este contexto, actualmente la presencia de comunidades originarias de países no fronterizos está representada de forma importante por migrantes originarios de Venezuela, quienes a partir de 2017 incrementaron su presencia en el país como parte del éxodo generado a raíz de las problemáticas sociales, económicas y políticas en dicha nación (Pedone & Mallimaci, 2019; Stefoni & Silva, 2018). Particularmente, del total de nacidos en el extranjero residentes en Chile, 30.5% son personas nacidas en territorio venezolano, lo que posiciona a este país en el primer lugar de importancia en materia migratoria. Le siguen Perú (15.8%), Haití (12.5%), Colombia (10.8%) y Bolivia (8.0%) (Instituto Nacional de Estadísticas & Departamento de Extranjería y Migración, 2020).
Es relevante mencionar que la crisis de la última década en Venezuela ha generado que para 2019 alrededor de 4.3 millones de personas hayan decidido dejar el lugar de origen. Es así como al menos 10% de la población venezolana vive fuera del territorio nacional (Martínez Espinola & Insa, 2021), en un contexto en el que el deterioro económico, político y social en Venezuela propició el desabasto de alimentos, medicamentos y problemas con el acceso a servicios públicos como salud e incluso educación, lo que derivó también en un incremento sustancial en el índice de pobreza (Gandini et al., 2019). Sin duda la venezolana se trata de una migración generada por la crisis, donde la principal finalidad es encontrar las opciones óptimas que garanticen la sobrevivencia (Koechlin & Eguren, 2018) ante un panorama delincuencial y violento que hasta inicios de 2021 continuaba incrementando su incidencia y afectaciones a la población en general (Reyes, 2022). Todo esto ilustra cómo los gobiernos se han visto rebasados pues carecen de políticas migratorias apegadas al diseño y ejecución de buenas prácticas que cabalmente aseguren el bienestar de quienes deciden migrar (Instituto para las Mujeres en la Migración, A. C., 2021b).
En ese orden de ideas, el incremento en el flujo migratorio venezolano con destino a Chile a partir de 2017 generó al menos dos cambios importantes en materia migratoria en dicho país del Cono Sur: el primero que se puede observar es que Perú, luego de décadas de ser la población más importante en tierras chilenas, probablemente por la cercanía, cedió el primer lugar precisamente a Venezuela, que pasó a ser el país con mayor presencia en Chile; de igual forma, Haití se convirtió en la tercera comunidad en orden de importancia. Segundo, la categoría de género comenzó a presentar cambios interesantes, pues si bien se observaba una leve masculinización de la migración, hasta inicios de 2020 la presencia femenina migrante iba ligeramente en aumento, lo que es consistente al menos con las historias de vida aquí presentadas, donde son justamente mujeres las líderes de los proyectos migratorios.
En ese sentido, el Departamento de Extranjería y Migración en Chile reportó para 2018 que 51.6% de la población migrante para ese año se trataba de hombres, mientras que 48.4% eran mujeres. En esa misma línea, en 2019 (inicios de 2020) las diferencias entre los porcentajes registraron cambios mínimos, 51.2% y 48.8%, para mantener la presencia masculina como la mayoritaria en términos porcentuales. No obstante, los datos presentados ilustran un cambio relevante en la migración femenina debido a que, aunque esta sigue siendo menor a la masculina, se observa un leve incremento en contraste con una disminución de la presencia de hombres, lo que se alinea a la tendencia global de las últimas décadas (Instituto Nacional de Estadísticas & Departamento de Extranjería y Migración, 2019, 2020).
Si bien estas variaciones pudieran ser poco significativas, en términos cuantitativos representan un punto de partida para explorar los roles de género dentro de los proyectos migratorios en el continente americano, donde más allá de ser una acompañante o soporte en las decisiones y trayectos de hombres, en los últimos años han sido las mujeres quienes han tomado las riendas para planear, liderar y realizar planes migratorios, lo que abre la posibilidad de analizar sus experiencias e interpretaciones de la vida migrante en un contexto en el que dentro de los estudios sobre migración internacional predominan los análisis donde lo masculino ocupa una posición protagónica, como se puede constatar a partir de investigaciones realizadas en las últimas décadas (Acosta González, 2013; Carrère Álvarez & Carrère Álvarez, 2015; Valdebenito & Lube Guizardi, 2015).
En ese sentido, es urgente analizar las dinámicas y problemas que enfrentan las mujeres migrantes desde su individualidad, es decir, más allá de incluirlas dentro de la estructura familiar o su rol como esposa y/o pareja, como se ha hecho, es necesario adentrarse a partir de su propia agencia en el contexto del país de acogida (Donato et al., 2006; Tittensor & Mansouri, 2017), no solamente con el propósito de conocer su historia de vida en general, sino analizar los momentos específicos y/o experiencias que motivaron la decisión de migrar a otro país tomando el control del proyecto migratorio familiar. Si bien los estudios que enfocan sus esfuerzos en las mujeres recién comienzan a tomar fuerza en Chile, existen ya algunos que abordan la salud pública, particularmente en el tema de fecundidad, cuyos hallazgos indican que la integración social y económica está vinculada al comportamiento reproductivo (Grande & García González, 2019).
De esta manera, analizar la migración de mujeres originarias de Venezuela a Chile desde una perspectiva de género permite no solamente ahondar en las complicaciones derivadas precisamente de los proyectos migratorios y sus complicaciones sociales, económicas e incluso políticas, sino también ayuda a entender cómo la desigualdad de género posiciona a dicha población en un lugar de vulnerabilidad que genera mayor violencia, inseguridad e incertidumbre en el lugar de destino.
Cabe destacar que las configuraciones y tensiones, asociadas a la llegada de mujeres migrantes venezolanas a Chile, que se generan entre la población local es un tema estudiado donde la perspectiva de género (Gissi Barbieri & Martínez Ruiz, 2018; Lube Guizari et al., 2018) es un componente relevante que ayuda a subrayar los problemas de discriminación, xenofobia, racismo y violencia que viven las migrantes en el mercado laboral (Carrère Álvarez & Carrère Álvarez, 2015; Ojeda, 2016; Silva Segovia et al., 2018) que se caracteriza por la explotación, bajos salarios y alta segmentación, como lo muestra Acosta González (2013) en su trabajo sobre labores domésticas. El foco de otras investigaciones está precisamente en la inclusión sociocultural donde las prácticas de socialización son parte fundamental de los análisis (Stefoni & Bonhomme, 2014; Valdebenito & Lube Guizardi, 2015).
Aunque existen categorías que han sido abordadas por los estudios de la década de 2010, es importante generar un entendimiento más profundo de la migración de mujeres en América Latina (Lube Guizardi & Gonzálvez Torralbo, 2019), en el que se aborden no solamente las condiciones actuales en las que viven las personas, sino también la cadena de acontecimientos que generaron el proyecto migratorio debido a que las experiencias pasadas constituyen parte fundamental del presente y lo que viene para el futuro.
A partir de esta urgencia de entender los cambios recientes en la migración de mujeres en América del Sur, particularmente lo que sucede en Santiago de Chile con la migración originaria de Venezuela, este artículo tiene como objetivo central analizar, desde el enfoque del curso de la vida y el concepto de turning point1 (Wingens & Reiter, 2012), los momentos específicos que cambiaron la trayectoria de vida de las mujeres que aparecen en este texto. De esta forma, son dos las preguntas que orientan este trabajo de investigación: primero, ¿cuáles son los turning point que modificaron las trayectorias de vida de las mujeres migrantes venezolanas que residen en Chile? Segundo, ¿cuáles son los problemas a los que se enfrenta esta población? Las respuestas a estas interrogantes surgen a partir de las historias de vida de estas mujeres, quienes describen de buena forma el cambio en su trayectoria de vida a partir de momentos específicos asociados a la violencia, dificultades económicas, persecución política, secuestros y afectaciones psicológicas, los cuales las impulsaron a tomar la decisión de buscar una mejor calidad de vida fuera del país de origen.
A continuación, se presentan los lineamientos teóricos vinculados al enfoque del curso de la vida, puntualmente el concepto de turning point, lo que da sustento al análisis de los datos obtenidos a partir del trabajo etnográfico con las mujeres migrantes. Después, se presenta la metodología implementada para recabar y analizar los testimonios incluidos en este artículo. Seguido de ello se discuten los principales hallazgos y se presentan algunas conclusiones.
Trayectos de vida y migración
Es improbable que el trayecto de vida de las personas se desarrolle de una forma lineal sin las complejidades que caracterizan las dinámicas sociales y las prácticas adheridas a las mismas dentro de la sociedad. Se trata más bien de procesos donde los momentos de incertidumbre, cambios y puntos de quiebre constituyen elementos importantes que le dan sentido y significado a cada una de las acciones que se emprenden en la cotidianeidad (Shanahan et al., 2003). En ese sentido, la teoría del curso de la vida ilustra de buena forma esos momentos que propiciaron modificaciones puntuales a los proyectos de las mujeres que participan en este artículo, al poner énfasis en esas rupturas que redireccionaron las trayectorias.
De esta manera, este enfoque permite analizar estos cambios, particularmente desde el concepto de turning point, el cual se define a partir de la identificación de los eventos que han provocado modificaciones substanciales y virajes en la dirección de la vida de las personas, lo que representa una discontinuidad importante dentro de las trayectorias mismas (Blanco, 2011). Es así como un evento que resulte estresante o perturbador para el individuo puede marcar la pauta para el desencadenamiento de cambios que propicien virajes en el curso de la vida (Levy & The Pavie Team, 2005). Algunos ejemplos de lo anterior pueden ser hechos de violencia, criminalidad; padecimiento de problemas de salud, también catástrofes naturales, limitado acceso a servicios públicos, lo que puede representar un turning point que potencialmente pueda convertirse en un catalizador para el cambio.
En relación con esto, Levy y The Pavie Team (2005) señalan que lo anterior se refiere a una transición, o quizá más frecuentemente a un evento, que implica un cambio en la orientación de una trayectoria y no solamente una mera confirmación de esta misma (Moen, 2003; Shanahan et al., 2003). Es crucial subrayar que el concepto de turning point solamente puede ser identificado retrospectivamente al estar ligado a un momento específico del pasado, que a su vez aporta elementos para la construcción del futuro (Wingens & Reiter, 2012).
En ese sentido, Elder (1985) señala que las trayectorias que resultan modificadas se constituyen tanto por elementos individuales como por otros de tipo estructurales particularmente ligados a instituciones específicas, lo que generan una constante modificación en la biografía del sujeto (Elder, 1985, 1998). Es así como la conceptualización en torno a la búsqueda de los momentos cruciales en los trayectos se presenta no solamente a manera de elementos teóricos que permiten entender la realidad que permea en torno al fenómeno migratorio, sino también se trata de una herramienta metodológica que orienta el análisis.
Al tomar en cuenta que los trayectos de las personas migrantes en América Latina y el Caribe se desarrollan en entornos en los que la violencia, en sus distintos tipos y modalidades, es recurrente y genera afectaciones que significativamente propician virajes importantes, distintos estudios han dado cuenta precisamente de la relación que existe entre los movimientos migratorios y la violencia (Massey et al., 2020) donde la delincuencia, la represión del estado, pandillas y otro tipo de conflictos son los principales generadores de prácticas violentas.
En un escenario en el que la violencia puede ser la causa o bien la consecuencia de la migración (Cook Heffron, 2019), particularmente de mujeres, es crucial subrayar la pertinencia de incorporar el concepto de violencia de género al análisis, misma que se define a partir de “los actos dañinos dirigidos contra una persona o un grupo de personas en razón de su género. Tiene su origen en la desigualdad de género, el abuso de poder y la existencia de normas dañinas” (ONU-Mujeres, 2021, p. 1). Asimismo, se debe considerar que la violencia puede ser de distintos tipos: psicológica, física, sexual, patrimonial y económica (Landeros Jaime, 2021) y que es probable se presente en distintos momentos del trayecto de vida, incluso, en determinado momento, conjugarse para generar contextos de alta violencia y complejidad para quienes la sufren (Instituto para las Mujeres en la Migración, A. C., 2021a).
Desde la perspectiva de Bauman, estos cambios violentos, que representan una perturbación en el curso de la vida, reconfiguran no solamente los trayectos sino también los valores que se incrustan en ellos (Bauman, 2003, 2017) que, dicho sea de paso, esto último, representa una de las preocupaciones más acentuadas de la comunidad migrante donde los aspectos culturales del país de origen se entremezclan con los del destino, como se ha reportado de forma reciente (Landeros Jaime, 2020). A partir de esto es importante añadir que las decisiones que emergen de turning points específicos implican siempre un riesgo que impide asegurar a priori el éxito del redireccionamiento en los trayectos, como de forma puntual lo menciona la literatura (Shanahan et al., 2003). Las mujeres venezolanas que aparecen en este artículo estuvieron dispuestas a asumir todo tipo de riesgos como parte de su proyecto migratorio.
Metodología y datos
La investigación se realizó desde una perspectiva cualitativa, en la que su estrategia metodológica para la obtención de datos e información se basó principalmente en trabajo etnográfico que incluyó observaciones y distintas entrevistas etnográficas (Sherman Heyl, 2001) con mujeres migrantes venezolanas radicadas en la comuna de Santiago cuya finalidad fue reconstruir sus historias de vida. Cabe señalar que mayor número de las conversaciones se realizaron en el interior de sus hogares como parte de sesiones de observación orientadas a entender las dinámicas familiares de la migración latinoamericana en Chile. Es importante acentuar que el interés se encuentra lejos de buscar una generalización en torno a la migración actual, sino más bien se enfoca en analizar las experiencias, complejidades y retos de las mujeres migrantes venezolanas.
En este estudio participaron seis mujeres migrantes de dicha nacionalidad, quienes generalmente salieron de su país de origen debido a las condiciones políticas, sociales, y económicas, cuya afectación principal se manifiesta en la violación masiva de derechos humanos (Gandini et al., 2019). Durante 2018 y 2019 se mantuvo una comunicación constante por mensajes de texto, llamadas y entrevistas formales, lo que constituyó parte de una etnografía escolar realizada en el mismo periodo. Son originarias de distintas zonas de Venezuela, en su mayoría reportaron contar con educación universitaria, creyentes de la religión católica, casadas y con presencia de al menos un hijo/hija en su hogar; en algunos casos sobrevivientes de hechos violentos como atentados, secuestros, y extorsiones. El común denominador es que son líderes en sus proyectos migratorios familiares, donde la planeación inicial, desarrollo y ejecución corrió por su cuenta, en un contexto en el que sus esposos siguieron el trayecto diseñado por ellas aun viviendo en el lugar de origen.
La conformación de la muestra se logró a partir de acercamientos a escuelas de educación básica donde sus hijos e hijas se encuentran matriculados. Si bien ellas forman parte de una estructura familiar, el foco de atención de este artículo se centra en su propia individualidad con el propósito de conocer sus logros, metas, y aspiraciones; descifrar sus miedos e identificar sus satisfacciones de ser una mujer migrante en Chile. Las conversaciones tuvieron una duración de alrededor de una hora y se realizaron durante el periodo de marzo de 2018 a febrero de 2019.
Las temáticas abordadas durante las conversaciones se relacionaron con las condiciones de vida, particularmente en términos económicos y sociales; también se conversó sobre acceso a servicios públicos como salud, educación y vivienda digna. Se les pidió a las mujeres participantes que describieran hechos que marcaron su vida en términos de logros educativos y laborales; asimismo, sobre violencia, discriminación y problemáticas generales registradas en el país de destino. En términos éticos el diálogo siempre fue mediado a partir de las reacciones de la persona, es decir, si algo parecía incomodar se daba el tiempo y espacio para que las participantes pensaran la respuesta; en ocasiones se presentó la negación de la informante para hablar sobre temas específicos.
Para el análisis de datos se partió con la construcción de una matriz de códigos vinculada a la conceptualización y revisiones preliminares del material empírico recabado, esto constituyó la base para realizar el análisis a partir de categorías temáticas2 (Kuckartz, 2014; Rädiker & Kuckartz, 2020), las cuales refieren a momentos particulares que propiciaron cambios drásticos en el curso de vida de las mujeres que participan en este estudio. De esta forma el análisis temático (Kuckartz & Rädiker, 2019) fue la estrategia principal para entender, identificar y, sobre todo, describir de mejor manera las historias de quienes participan en la investigación.
Es así como las historias de vida incluidas en el estudio no solamente permiten entender las situaciones a nivel individual, sino que ilustran de buena forma los aspectos políticos y económicos que en el transcurso del tiempo han generado cambios en la sociedad venezolana. Se trata de una conexión entre elementos importantes del pasado que dan forma al presente, lo que a su vez formará el trayecto hacia el futuro. En ese sentido, el principal reto metodológico de las historias de vida se presenta al momento de decidir si se abordan desde la cronología de hechos o bien de manera temática (McLeod & Thomson, 2009). Cabe subrayar que este estudio se enfoca en lo segundo, donde la identificación de los puntos de quiebre en los cursos de vida constituyen el eje central de la narrativa.
En la siguiente sección se discuten los principales hallazgos a partir del trabajo empírico, mismos que se presentan siguiendo una narrativa que ilustra las complejidades que a través del tiempo han marcado el curso de vida de las mujeres migrantes, y que actualmente siguen constituyendo parte de los principales retos a enfrentar.
“De un día a otro me convertí en migrante”
En los últimos años diseñar el plan para las vacaciones en la playa o en algún lugar en el extranjero fue una práctica común. De igual manera acudir a lugares exclusivos y disfrutar de un café de alta calidad durante las mañanas antes de llegar al trabajo, ya fuera en alguna empresa transnacional o dentro de la estructura gubernamental venezolana. Esto era parte de la vida diaria de las mujeres originarias de Venezuela antes de modificar su proyecto de vida y migrar a Santiago de Chile, cuya motivación fue impulsada no solamente por los problemas económicos por los que atraviesa el país, sino también por la descomposición social generalizada, lo que ha generado un incremento en los índices de violencia, persecuciones y criminalidad.
En ese sentido, la totalidad de las mujeres migrantes entrevistadas coinciden en el supuesto que Venezuela tardará años, sino es que décadas, en recuperarse del desgaste, violencia y la desestabilidad por la que atraviesa en este momento. “La motivación inicial (de emigrar) fue que vimos que iba a pasar mucho tiempo para que Venezuela saliera de esta situación” (VC1, Comunicación Personal, abril de 2018). “La crisis motivó que saliéramos del país, todos conocen la crisis que pasa: la crisis social, moral, económica” (VC3, Comunicación personal, mayo de 2018).
Es así como a partir de los testimonios se identifica que las principales modificaciones en los trayectos de vida se presentaron a partir de temáticas y/o situaciones principalmente vinculadas a violencia de distintos tipos, problemas económicos y persecución política, donde el tiempo constituyó un elemento relevante en el diseño de los proyectos migratorios, es decir, las decisiones tomadas por las mujeres migrantes originarias de Venezuela que participan en este artículo es el resultado de varios años de reflexión y preparación ante situaciones que emergieron de manera paulatina y daban indicios de que en determinado momento la situación podría agravarse en el país, como precisamente sucedió.
“Fui secuestrada en mi propia casa”
La violencia en Venezuela durante las últimas décadas se ha encrudecido y alcanzado un nivel sin precedentes, por ello las personas buscan por cualquier medio salir del país en la búsqueda de una mejor calidad de vida y acceso a servicios públicos que resuelvan al menos sus necesidades básicas, donde un propósito adicional es la recuperación de la libertad ante el confinamiento en el que viven las familias, producto del temor a ser violentados en espacios públicos.
Si bien esta violencia generalizada que se vive en el país y que se encuentra anidada en otros problemas de índole económico y político se ha presentado de distintas maneras y generado complicaciones de tipo psicológicas, patrimoniales, políticas, económicas, etcétera, son las prácticas violentas de tipo físico las que primordialmente desencadenan los puntos de inflexión en los trayectos de vida de las mujeres venezolanas, lo que se alinea con el supuesto inicial de este artículo el cual refiere a que es la violencia el principal motivante para emigrar del país. En ese sentido, para que las mujeres migrantes venezolanas decidieran poner en marcha su proyecto migratorio pasaron varios años.
La gota que derramó el vaso fue una tarde [de] domingo. [Ese día] decidimos salir de casa a visitar a mi mamá y nos atracan. A mi esposo lo apuntaron [con arma de fuego], apuntaron a mis niños, diciendo que se bajaran porque se iban a llevar el carro. Tuvimos que vender para recuperarlo en el momento no teníamos el dinero, tuvimos que vender anillos de matrimonio para recuperar el carro. Era algo que podíamos recuperar, que era material, pero que necesitamos el carro porque era nuestro medio de transporte para el colegio y trabajo. (VC2, Comunicación Personal, 16 de abril de 2018)
De forma recurrente la violencia física y psicológica en el espacio público es uno de los problemas de mayor resonancia en los testimonios recabados. En este contexto, la imposibilidad de salir con libertad a un parque o consumir productos en alguna cafetería constituye una problemática importante, que se alinea con las restricciones económicas producto de las políticas del gobierno en turno.
No podíamos salir a un parque. No había dinero para tomar una micro e ir al parque. No había esa seguridad de que puedes andar a las 9 pm por una calle sin pensar que te van a robar el teléfono o te van a hacer algo. Allá a las 7 pm-8 pm todo el mundo está en su casa. Las personas tienen muchísimo temor. Viven con miedo tanto niños como adultos, esa es la verdad. (VC3, Comunicación personal, 19 de mayo de 2018)
Es así como salir del hogar representaba exponerse al crimen que impera en distintas zonas del país, lo que significa vivir en el encierro con la idea y sentimiento de seguridad en el espacio propio: “porque si tú sales estás expuesto a que te roben, te quiten y hasta que te maten. Entonces vivíamos en un encierro total donde no había esa libertad” (Comunicación personal, VC3). Sin embargo, la realidad de otras de las mujeres entrevistadas es muy distinta. El día en el que el hijo mayor de VC4 se encontraba de paseo con su abuela, y que la niña menor tenía cita médica con el pediatra, la familia fue víctima de secuestro en su propia casa. Las personas que durante varios días habían trabajado realizando mejoras en el hogar fueron quienes perpetraron el rapto.
Llegamos a la casa y entramos... en diciembre se pinta la casa por Navidad y año nuevo. Estábamos organizando [todo] y entraron siete hombres, nos amarraron. La casa nos la echaron abajo [destruyeron]. Querían agarrar a la niña y yo les decía que no. Fui muy fuerte. Ni gritos ni llorar. Luego que vives eso decía necesito resguardar la vida de mis hijos. Más que cualquier cosa era por mis hijos. (VC4, Comunicación personal, 18 de marzo de 2018)
La violencia en el pasado se registraba primordialmente en espacios públicos. Sin embargo, en los años recientes presentó un cambio al alcanzar la esfera privada de las personas, cuya característica adicional es que de manera paulatina se ha encrudecido y normalizado por ciertos sectores de la población, no así con quienes aparecen en este artículo. Las características de esta violencia se encuentran entrelazadas en la historia de VC6, donde la ejecución de su proyecto migratorio no generó grandes cambios ahora que se encuentra en Chile: “Estamos sobreviviendo solamente un paso arriba de lo que estábamos viviendo allá. Allá sobrevivíamos para comer” (VC6, Comunicación personal, 12 de febrero de 2018).
Al ser una asilada política en Chile, esta mujer venezolana no solamente enfrenta las consecuencias de la violencia física de que fue víctima en el pasado, sino también las de tipo psicológicas, económicas y patrimoniales que en el presente complican su trayecto de vida y la de su hijo, quien la acompaña en los momentos más complejos, particularmente en los episodios de estrés, ansiedad, depresión derivados de trastornos psiquiátricos.
Cualquier venezolano que tú le preguntes por qué saliste te dice que no se puede vivir. Mucha delincuencia y problemas económicos. Yo fui secuestrada y tiroteada por (la delincuencia) simple y común. Secuestrada por horas. No me violaron gracias a Dios, pero me dieron golpes y me tiraron a un río para ver si me comían los animales o si me ahogaba. Pero me pude salvar porque no era mi momento. (VC6, Comunicación personal, 12 de febrero de 2018)
Lo anterior permite ilustrar cómo los trayectos de vida de las mujeres venezolanas en Chile son consistentes con lo mencionado en la literatura, la cual señala que la identificación de los turning points no solamente permite entender el pasado, sino también las prácticas, dinámicas y complejidades del presente (Bauman, 2003, 2017; Elder, 1985, 1998; Wingens & Reiter, 2012). El caso de VC6, quien trabajaba para la oposición del gobierno, ilustra de igual manera cómo el género constituye un factor diferenciador que posiciona a las mujeres en una condición de vulnerabilidad y violencia en un ámbito político venezolano dominado por hombres. En ese sentido, si bien las mujeres migrantes venezolanas al dejar su lugar de origen e instalarse en Santiago de Chile lograron salir de un entorno social peligroso, el componente de la violencia sigue presente en sus vidas. Es decir, la modificación en su trayecto de vida se presentó principalmente al efecto de la violencia de tipo física de la que fueron víctimas, misma que con el desplazamiento fue eliminada, no obstante, violencias de tipo económica, patrimonial, psicológica siguen presentes en la vida diaria de las mujeres venezolanas migrantes radicadas en Santiago de Chile que aparecen en este artículo.
“Nos iba bien, pero esta crisis acabó con todo”
El nivel de vida que se podía costear VC2 en Venezuela era alto. Como profesional de la educación y con su empresa de joyería el tema económico nunca fue un problema, sin embargo, “la crisis acabó con todo en el país. Comenzó a decaer la educación. Tenía un negocio allá de compra y venta de oro” (VC2, Comunicación personal, 24 de abril de 2018). El hartazgo incrementó de forma considerable con el paso del tiempo. Ante la inseguridad que se vivía junto a las carencias producto de una economía volátil, “decidí que nos fuéramos” (VC2, Comunicación personal, 24 de abril de 2018), en un escenario en el que la adquisición de ciertos productos limitaba el acceso a otros debido a los precios tan elevados que se manejaban en los mercados formal e informal.
Allá no se conseguía nada. Si queríamos carne no podíamos porque era (inaccesible). Podíamos comprarla, pero no cubríamos entonces el gasto de un mes. No teníamos harina, teníamos que hacer colas inmensas para comprar un producto y eso es un desgaste físico impresionante. Los alimentos, la inseguridad... allá (Venezuela) matan por un celular y pues ahí comenzó. (VC2, Comunicación personal, 24 de abril de 2018)
Después de todo el proceso de que vemos cómo está (crisis en Venezuela), mi esposo daba clases particulares, pero llegó el punto en que la gente prefería gastar ese dinero en comida que en clases (de música). Fue mermando el trabajo. Yo trabajaba, pero el sueldo no alcanzaba. No podríamos comer manzanas porque son costosas. (VC3, Comunicación personal, 26 mayo 2018)
Los problemas económicos a su vez hicieron complejo el acceso a servicios y productos de distintos tipos, obligaron a la población migrante a pensar en estrategias que les permitieran tener ahorros para solventar los gastos que derivarían del proyecto migratorio, en un contexto en el que las mujeres migrantes no tenían planeado emigrar del país, aunque sí lo veían como la última opción para resolver las dificultades derivadas de la violencia económica y patrimonial que durante décadas habían enfrentado. Esto describe cómo las decisiones de buscar mejores oportunidades y calidad de vida en el exterior son producto de planeaciones iniciadas con años de anticipación, donde el paso del tiempo fue definiendo las rutas y dinámicas para marcar el trayecto. Como señalaron todas las entrevistadas, el primer paso fue convertir los ahorros a una moneda distinta a la local y determinar quién les ayudaría en este proceso.
(Después) comienza el tema de comenzar a cambiar de moneda. Cada vez que podíamos vendíamos algo; “vamos a cambiar y guardar”, dijimos. Cambiar de bolívares a dólares. Luego de 2011 que estamos en esta (crisis)... comenzamos a tener más miedo, porque es miedo lo que pasa en el país. Yo había vendido mi apartamento y el dinero lo habíamos cambiado a dólares. (VC4, Comunicación personal, 27 febrero de 2018)
Inicialmente estaba una tía de mi esposo (en Chile). Que de hecho cuando llegamos le habíamos transferido los dólares para cuando llegáramos tener ya un departamento. Fue con los ahorros que teníamos allá. Bueno no (eran) los ahorros, sino lo que íbamos acumulando y comprando dólares. Actualmente es mucho más complicado comprar dólares. (VC1, Comunicación personal, 17 mayo de 2018)
Estos recursos económicos que las mujeres junto con sus familias lograron ahorrar se convirtieron en su principal capital para emprender el proyecto migratorio hacia Chile, lo que en su momento les resolvió de manera parcial las dificultades que en ocasiones representa llegar a un lugar de destino cuyos códigos y dinámicas, a pesar de compartir el lenguaje, eran muy distintos, lo que generó otro tipo de complicaciones que inicialmente les colocó en una situación de “pobreza invisible”(Landeros Jaime, 2020), cuya principal característica es la ausencia de redes de apoyo (capital social) y el nulo valor de credenciales universitarias (capital cultural) en el lugar de acogida.
Ahora con el paso del tiempo las cosas son más tranquilas. La vida transcurre y el miedo a ser asaltada, secuestrada y violentada físicamente es mucho menor que en el pasado. Sin embargo, los problemas de acceso siguen siendo limitados ante la falta de un empleo formal que permita mejorar su economía. La mayoría de las mujeres migrantes venezolanas que aparecen en este artículo realizan labores mal remuneradas dentro del mercado informal, esto se presenta a pesar de formar parte de una migración calificada que comenzó a registrar un incremento en años pasados hasta convertirse en la comunidad migrante más numerosa, cuya peculiaridad se acentúa tomando en cuenta que Venezuela es un país no fronterizo con Chile. En definitiva, la violencia económica y patrimonial de la que son víctimas en el lugar de destino se encuadra en un momento de crisis en Venezuela, lo que representa para estas mujeres un ciclo interminable de problemas.
Inicialmente (fue) el impacto económico. Ha sido el impacto del día a día. No podemos salir a comer, ni a pasear. De hecho, no hemos ido al cine. El hecho de estar en otro país… Es importante tener dinero. Tenemos un objetivo: ahorrar. Compramos camas, televisor y ya compramos lo de invierno. (VC1, Comunicación persona, 17 mayo de 2018)
Es así como los turning points vinculados a problemas económicos muestran que la migración femenina originaria de Venezuela se trata de un fenómeno social donde sus participantes son personas informadas, con un alto acumulamiento de capital cultural, cuya característica transversal es que invirtieron tiempo en valorar todas las posibilidades antes de ejecutar su plan. No obstante, las dificultades económicas continúan representando uno de los principales obstáculos para mejorar la calidad de vida, en un contexto en el que Chile es considerado como uno de los países con el costo de vida más elevado de América Latina.
“Recibí balazos, golpes y amenazas. Por eso me fui”
Las carencias económicas que modificaron los trayectos de vida de las mujeres migrantes en ocasiones se mezclan con sucesos de otra índole. En el caso de VC6 el componente de la violencia física y psicológica se combina con lo económico y lo político. La abogada y madre de familia relata que trabajar para la oposición en el gobierno se traducía a un ingreso suficiente para pensar en vacaciones en cualquier país del mundo, cambiar de automóvil recurrentemente, inscribir a su hijo en colegios privados, incluso tener propiedades como departamentos y otro tipo de inmuebles. De un día para otro todo cambió:
Participé (como) miembro de mesa en las elecciones de Henrique Capriles (político venezolano), donde él ganó. Nosotros dijimos que ganó. (El gobierno) quería que alteráramos los resultados y dijéramos que no ganó. Dije que yo no haría eso porque eso es un delito. Firmé (victoria de Capriles). Después me fueron a caer a tiros (balazos)… (y) el automóvil lo destruyeron (a balazos) y mataron al escolta que tenía. Esas pruebas las presenté aquí y me dieron un preaprobado de asilo político. (VC6, Comunicación personal, 12 de febrero de 2018)
A pesar de la preaprobación de asilada por motivos políticos en Chile, le ha sido imposible tener acceso al mercado laboral, mucho menos ejercer su profesión como abogada. La situación de esta mujer venezolana radicada en Santiago de Chile es muy particular debido a que se trata de la única persona con una solicitud de asilo político, lo cual le impide regresar a Venezuela o salir del país durante el proceso. Además de las complicaciones mencionadas, su vida corre peligro no solamente si decidiera abandonar los trámites y regresar a Venezuela, sino que también ahora en el lugar de acogida, debido a que por falta de documentos tampoco ha logrado tener acceso a servicios de salud, en un contexto en el que sufre de depresión, ansiedad y un malestar emocional generalizado.
Por este motivo VC6 debe adquirir medicamentos que llegan a Chile desde Colombia a través de redes de contrabando, lo que considera peligroso debido a que no tiene certeza de la calidad de dichos productos, no obstante, prefiere asumir el riesgo antes de que su salud mental empeore y no pueda cuidar de su único hijo. “La falta de medicamentos en Venezuela me hizo abortar a quien sería mi segundo hijo. Perdí al niño y estuve casi a punto de morir. Ahora necesito medicinas para superar eso, pero no las tengo” (VC6, Comunicación personal, 12 de febrero de 2018). Este problema que describe VC6 es consistente con la literatura que ahonda en el acceso al mercado laboral como una de las principales dificultades de las mujeres migrantes en Chile (Carrère Álvarez & Carrère Álvarez, 2015; Gissi Barbieri & Martínez Ruiz, 2018; Silva Segovia et al., 2018).
A partir de esto se observa cómo la violencia en contra de las mujeres migrantes venezolanas que radican en Santiago de Chile se manifiesta y entrecruza de distintas maneras, donde la violencia física, que fue el principal punto de quiebre en su trayectoria de vida y el principal impulsor para dejar el país ha desaparecido, sin embargo, la violencia en su manifestación económica, psicológica, política y patrimonial sigue presente, y se ilustra respectivamente en las carencias en cuanto a las limitaciones por su bajo capital económico generado por el nulo acceso al mercado laboral, el acceso inexistente a servicios de salud, la persecución por miembros del gobierno venezolano, y los tiempos de espera tan extensos que impiden generar patrimonio en el lugar de acogida. En pocas palabras, las mujeres venezolanas entrevistadas siguen siendo violentadas de distintas formas, tal vez ya no por el gobierno de Venezuela, sino por distintos actores en el lugar de destino, lo que muestra una relación significativa entre la violencia en sí misma, la migración y la desigualdad de género que propicia condiciones vulnerables de vida.
Es así como adicionalmente a los turning points vinculados a la violencia, economía y política que obligaron a las mujeres a dejar Venezuela se encuentran otros problemas que impiden la superación total de esos momentos del pasado que modificaron sus trayectorias de vida; es decir, si bien cuando se identifican estos momentos de quiebre se habla en tiempo pasado, es necesario identificar los problemas que en el presente complican la superación de esos momentos de dificultad, tal como lo menciona la literatura (Wingens & Reiter, 2012).
“Soy universitaria, pero mi título aquí no vale”
Las mujeres entrevistadas reportaron tener estudios universitarios, incluso de posgrado, sin embargo, el capital cultural acumulado en Venezuela al momento de llegar a Chile perdió validez debido a que no es reconocido por algunas instituciones, tampoco por los empleadores. En el caso de VC2, quien es educadora con estudios de maestría en gerencia educativa, el problema se debe a las equivalencias de los sistemas escolares que no le reconocen sus títulos hasta que realice una serie de cursos que implican tiempo y dinero; “algo que no puedo costear en este momento porque primero son mis hijos” (VC2, Comunicación persona, 16 de mayo de 2018). Aunque el resultado es el mismo y se vincula a no tener acceso aún a empleos bien remunerados, hay quienes reportaron haber realizado todos los trámites necesarios para que los títulos estuvieran listos al momento de llegar a Chile, lo que implicó tiempo.
Con tiempo de anticipación fuimos preparando todo el papeleo hasta que pudimos venirnos para acá. Duramos un año aproximadamente arreglando todo; apostillando títulos, papeles, certificados de nacimiento. Yo soy docente, soy profesora de Química. Estudié cinco años en universidad de Venezuela. (VC3, Comunicación personal, 05 de mayo de 2018).
Soy ingeniero industrial me gradué allá en Venezuela. En una muy buena institución educativa. Luego me fui formando en aseguramiento de la calidad. He hecho bastantes cursos. Todo lo que tiene que ver con las normas ISO. Soy auditor interno de sistemas integrados de gestión. Estoy muy capacitada y siempre estoy aprendiendo. Me gusta. (VC5, Comunicación personal, 16 de mayo de 2018)
Aunque las mujeres venezolanas de esta investigación forman parte de esa migración altamente calificada que comenzó a inmigrar a Chile desde tiempo atrás, en su totalidad realizan labores que no van acorde a sus capacidades y preparación académica, por ende, los sueldos y condiciones de trabajo las colocan en posiciones de vulnerabilidad. A todo esto, el tiempo de espera, que se ha reportado como un recurso de dominación y ejercicio de poder en otras investigaciones (Auyero, 2011), constituye otro de los problemas que sufren los migrantes en Chile, frente a un Departamento de Extranjería y Migración (DEM) que conforme pasan los años incrementa los tiempos de espera para acceder a visas y permisos de trabajo, lo que constituye otro requisito importante para ingresar al mercado laboral formal en el país.
Lo que pasó es que se me venció la visa de turismo de tres meses; pagué la prórroga y me dirijo al Departamento de Extranjería y Migración a ver qué podía hacer. Me dijeron: “Tienes 10 días para presentar documentos, oferta laboral o un contrato. De lo contrato debes desalojar el país. Estoy esperando mis documentos porque apenas mi permiso temporal me llegó hace un mes, no tengo cédula ni la visa temporaria. (VC2, Comunicación personal, 16 de mayo de 2018)
Lo anterior, agrava la situación económica, social y política por la que atraviesan las mujeres migrantes venezolanas en Chile. Cabe señalar que estos problemas se vinculan a aspectos institucionales cuya relación es evidente con los turning points identificados, sin embargo, las participantes reportaron también otro tipo de complicaciones relacionadas con la discriminación laboral, xenofobia, racismo y violencia de género, lo que representa una ventana de oportunidad para futuras investigaciones que se enfoquen primordialmente en aspectos sociales de la migración, no tanto institucionales como arrojó el análisis de los testimonios aquí presentados.
Conclusiones
La población femenina migrante originaria de Venezuela enfrenta retos importantes que se relacionan con las mismas razones que las motivaron a dejar su país de origen para buscar mejorar su calidad de vida en Chile. Es decir, la ejecución de su proyecto migratorio resolvió solamente una parte de las problemáticas que aquejaban su vida diaria en el contexto venezolano, donde la categoría temática de la violencia, particularmente física, disminuyó considerablemente su incidencia. Sin embargo, las mujeres que aquí aparecen a través de su testimonio continúan siendo violentadas en términos económicos, políticos, patrimoniales más allá de las fronteras, tal como sucede en otras regiones del continente (Instituto para las Mujeres en la Migración, A. C., 2021a; Landeros Jaime, 2021).
Ahora, sobre la interrogante inicial de este artículo, se detectó que los principales turning points que modificaron las trayectorias de vida de las mujeres venezolanas recurrentemente se vincularon a las complejidades producto de la violencia, tanto por la misma sociedad civil como por el gobierno, y a su vez se presenta en un contexto de crisis y ausencia de respeto a los derechos humanos. Los aspectos económicos que propiciaron complicaciones de acceso a servicios de salud y educación motivaron en una instancia inicial el diseño del proyecto migratorio. Asimismo, la situación política, que como se pudo observar en el análisis se entremezcla con otros factores, fue, y sigue siendo, la principal motivación para que las personas busquen nuevas oportunidades fuera de su país de origen.
A partir del análisis se observa que, si bien el contexto económico y sociopolítico venezolano modificaron las trayectorias de vida, fueron actos de violencia los que propiciaron la ejecución de los proyectos que estas mujeres lideran, en un ambiente en el que durante años la planificación incluía periodos de espera con la incertidumbre de una posible mejora en el país. Sin embargo, al ser baleadas, secuestradas o golpeadas, la motivación se potencializa hasta el punto de tomar la decisión de viajar a Santiago de Chile.
Sobre los principales problemas que enfrenta la migración femenina venezolana radicada en Chile, se detectó que el tiempo de espera para obtener la resolución de trámites ante el Departamento de Extranjería y Migración es una de las mayores complicaciones debido a que su aprobación incluye permisos de trabajo que les permitiría acceder al mercado laboral formal, lo cual es consistente con los hallazgos de otras investigaciones realizadas en Chile sobre migración femenina (Acosta González, 2013; Carrère Álvarez & Carrère Álvarez, 2015; Ojeda, 2016). Por otro lado, el reconocimiento de las credenciales educativas constituye otra complejidad debido a que los empleadores, incluso autoridades gubernamentales, no reconocen los títulos universitarios, lo que de igual manera les obliga a aceptar empleos mal remunerados, sin contrato, ni condiciones laborales que les brinden la certidumbre que buscan.
Lo dicho anteriormente contribuye de forma directa a que los turning points que motivaron la movilidad de las mujeres hacia Chile representen un obstáculo en la actualidad. Es decir, problemas económicos, miedo a la inseguridad y persecución (en el caso del asilo político); dificultades de acceso a salud y educación que en Venezuela fueron recurrentes, actualmente siguen formando parte de las complejidades de las migrantes, lo cual tiene sentido desde la perspectiva del curso de la vida, donde los turning points no solamente forman parte del pasado, sino que ayudan a entender el presente y a construir el futuro (Wingens & Reiter, 2012).
Si bien los hallazgos presentados en este artículo se encuentran lejos de lograr una generalización acerca de las trayectorias de vida y sobre todo de la situación actual en la que se encuentra la migración originaria de Venezuela radicada en Chile, sí muestran las complejidades que hace frente esta comunidad migrante a través de las historias de vida; experiencias, interpretaciones y complicaciones de mujeres altamente calificadas, que en un contexto chileno no logran posicionarse en el mercado laboral formal, tampoco cumplir con los objetivos inicialmente planteados en su proyecto migratorio. En ese sentido, lo aquí expuesto brinda elementos para el diseño, implementación y evaluación de políticas públicas orientadas a mejorar la calidad de vida de las personas migrantes desde una perspectiva de género, pues la violencia y desigualdad que permean en distintos niveles genera serias complicaciones, principalmente de salud mental, a las personas en movilidad, de tal manera que si bien el desgaste físico ya constituía un problema antes de salir de su lugar de origen, ahora en el lugar de acogida representa una de las principales afectaciones que con el paso del tiempo se agrava, como lo muestran los testimonios aquí expuestos.
En definitiva, el supuesto de que la violencia influye de forma significativa en la migración toma relevancia a partir de lo presentado en este artículo en un contexto en el que es importante analizar los trayectos de vida de mujeres migrantes desde la categoría de género, pues a partir de ello es posible identificar elementos adicionales que hacen aún más complejo el desarrollo de los proyectos migratorios de mujeres en América Latina y el Caribe.
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Notas
1 Al no contar con una definición en español que brinde un significado preciso al concepto (Blanco, 2011) se recurre a utilizarlo en inglés con el propósito de preservar su esencia tanto teórica como metodológica.
2 El procesamiento de datos, transcripción de entrevistas, codificación y análisis se realizó con la ayuda del software MAXQDA2020.
Francisco J. Landeros Jaime
Mexicano. Doctor en sociología y maestro en sociología por la Pontificia Universidad Católica de Chile (UC). Actualmente se encuentra adscrito a las Cátedras Conacyt del Centro de Estudios en Gobierno y Asuntos Públicos de El Colegio de Sonora. Líneas de investigación: análisis de las desigualdades sociales y condiciones de vida de comunidades vulnerables, como migrantes y refugiados; análisis de la educación, cultura, discriminación y violencia de las nuevas olas migratorias procedentes de distintos países de América Latina y el Caribe asentadas principalmente en América del Sur (Chile y Argentina), así como en el noroeste de México. Publicación reciente: Landeros Jaime, F. J. (2021). Violencia de género y migración: mujeres solicitantes de asilo y bajo protección internacional en México. UMH-Sapientiae, 2(1), 24-43. https://doi.org/10.5377/umhs.v2i1.12998
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