Reseña bibliográficaEstudios Fronterizos, vol. 13, núm. 26, 2012, 228-234

Cerca y lejos: aproximaciones al estudio del consumo de bienes culturales


Gabriel Trujillo Muñoz *


Luz María Ortega, Porrúa–UABC, 2011, 244 pp.


* Profesor de la Facultad de Ciencias Humanas de la UABC–Mexicali. Escritor y editor.
Correo electrónico: gtmmx@hotmail.com


Debo reconocer que comienzo esta reseña del libro Cerca y lejos. Aproximaciones al estudio del consumo de bienes culturales con una cierta desazón, tanto por los resultados que en él se muestran como por las reflexiones que provoca un estudio realizado ocho años atrás. Y es que Luz María y Guadalupe Ortega Villa, catedráticas ambas de la UABC, publicaron el resultado cuantitativo de una encuesta–investigación, circa 2004, sobre el consumo de bienes culturales en Mexicali bajo el sugerente título de Donde comienza la carne asada (2005), siendo éste un trabajo pionero (junto a las investigaciones realizadas en nuestra máxima casa de estudios por Gabriel Estrella) que dio a conocer las carencias y fortalezas de una sociedad de frontera en relación con los bienes culturales que consumía a principios del siglo XXI.

Ahora aparece un nuevo acercamiento al mismo tema: el de las ofertas culturales y su público, incluyendo las razones por las que los mexicalenses asisten o no a tales espacios, consumen o no tales bienes culturales. Esta nueva obra, realizada sólo por Luz María Ortega, se titula Cerca y lejos, y está basada en la encuesta antes mencionada, lo que hace que muchas ofertas culturales actuales no aparezcan, desde el Ceart y la Escuela de Artes hasta los sitios en la red (mexicaliblogspot, por ejemplo) que hoy funcionan con miles de seguidores, pasando por las decenas de espacios alternativos (Mexicali Rose, Centro Cultural Macehua, El Hostal, El Pasillo del Arte) que han brotado en las distintas colonias populares de nuestra ciudad, ubicándose en cafés–galerías, tianguis culturales, festivales de la calle o escuelas privadas, lo que crea una distorsión temporal en cuanto al panorama artístico del Mexicali contemporáneo y la situación de nuestro consumo cultural en la segunda década del siglo XXI.

Pero Cerca y lejos es más que sus cifras: es una obra de reflexión sobre los antecedentes familiares de esta clase de consumos; las visiones que estos bienes concitan como posibilidad personal de ocio o conocimiento, de vida social y fraternidad ciudadana; los distintos desafíos que impone una ciudad como la nuestra y que se deben superar para obtenerlos; la carga simbólica que estos bienes conllevan como prestigio o desprestigio comunitario, entre muchos temas que esta obra trata. Y es que la transcripción de las entrevistas es lo que más proporciona interés para el lector porque ofrece una radiografía de nuestro entorno a viva voz, desde el nivel de la calle, desde nuestras costumbres y actitudes ante la vida, lo que permite hacer visibles los mecanismos sociales existentes para disfrutar los espacios públicos y los servicios culturales según el poder adquisitivo de cada quien y el interés personal de cada uno de los residentes fronterizos entrevistados.

Ortega Villa nos muestra verdades dolorosas en formato de respuestas contundentes, sin eufemismos, sin infomerciales o boletines de prensa de las respectivas instituciones involucradas en la oferta cultural de la capital del estado. Su alegato, más que estadístico, es antropológico, es social: en este libro demuestra que grandes sectores de nuestra sociedad siguen excluidos o se sienten excluidos de los bienes culturales, pues se conforman con los productos y servicios que les proporcionan los medios de comunicación masiva y, por ende, ante este desconocimiento, lejanía o indiferencia, estos sectores no están dispuestos a gastar en tales bienes, a ser espectadores o participantes de los mismos.

Esto es: la cultura legitimada por las instituciones culturales oficiales no es una cultura que la mayor parte de la población mexicalense considere suya, ya sea por falta de tiempo o de interés personal y gusto comunitario. La cultura institucional, que ofertan las universidades y gobiernos, no llega a convertirse en parte de la cotidianidad del mexicalense y se le ve como algo ajeno, elitista, sin lazos con sus rutinas de vida, juego o trabajo. Una visión que habla más de las mentalidades de la población mayoritaria y de los imaginarios que éstas construyen en su relación con las manifestaciones artísticas a su disposición. En todo caso: una relación recelosa, suspicaz, que no se siente cómoda con el arte y la cultura que no tengan el sello del entretenimiento mediático, del estereotipo de moda según los parámetros del consumo masivo.

Y aquí se percibe, de nuevo, la necesidad imperiosa de una encuesta actual, sobre todo hoy que las instituciones culturales (con excepción del Crea y del Ceart) siguen constreñidas a la colonia nueva, al centro histórico y a las aulas universitarias, por lo que su público es de clase media a media alta, mientras que la proliferación de espacios independientes y alternativos está invadiendo las colonias populares de la ciudad, transformando las relaciones entre los distintos sectores sociales de Mexicali y su consumo cultural a un ritmo nunca antes visto por los programas oficiales de gobierno.

Lo que impacta de un libro como Cerca y lejos es que las preguntas que hace Luz María Ortega son necesarias para conocer las filias y fobias de nuestra sociedad de frontera ante los bienes culturales que están a su disposición. Lamentablemente la realidad actual, al menos en cuanto al consumo de bienes culturales que llevan a cabo los sectores populares de Mexicali, no está en sus páginas. Ésa es la asignatura pendiente que Ortega Villa nos debe. Ésa es la tarea que urge realizar para saber qué terreno estamos pisando ahora mismo, qué nos falta o nos sobra para que el arte sea parte de la canasta básica del consumo regional. El mayor acierto de este libro es lo que nos propone: conocernos mejor a nosotros mismos como sociedad, tanto en nuestras fortalezas y debilidades como en nuestros intereses y carencias, de tal forma que contando con datos fidedignos podamos cambiar la situación cultural en que vivimos y podamos ofrecer alternativas a un consumo enteramente comercial en bienes y servicios.

Lo que Luz María Ortega ha hecho en Cerca y lejos es poner las bases tangibles para acercarnos a un tema polémico, para debatir un problema mayor de nuestro entorno nacional: el de un país rico en artistas y pobre en público, rico en escritores y escaso en lectores, rico en patrimonio cultural, pero que se niega a reconocer tal patrimonio cultural como parte suya, como acto vital de su vida cotidiana. Un país del que Mexicali es sólo un botón de muestra, para vergüenza de todos nosotros.