Reseña bibliográfica | Estudios Fronterizos, vol. 9, núm. 17, 2008, 203-207 |
Del sur hacia el norte: economía política del orden económico internacional emergente
Patricia Duarte R. *
Alicia Girón y Eugenia Correa (coordinadoras), Buenos Aires, CLACSO, 2007, 288 páginas
* Licenciada en Economía de la Universidad Nacional de Colombia, estudiante del Posgrado de Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El libro Del Sur hacia el Norte: economía política del orden económico internacional emergente plantea la necesidad inaplazable de realizar desde los países latinoamericanos una lectura crítica e integral de las transformaciones del nuevo orden global, principalmente el papel desempeñado por los países latinoamericanos en el cambio estructural de la división internacional a nivel mundial. Una nueva economía política que, pensada del sur hacia el norte, dé cuenta de la realidad concreta latinoamericana, confrontada con las promesas incumplidas del discurso del Washington Consensus, y que permita la formulación de propuestas hacia un desarrollo con equidad en la región.
El primer capítulo plantea las líneas conceptuales generales que caracterizan el nuevo orden capitalista. Se identifican los actores dentro del proceso de reconfiguración mundial: empresas transnacionales, grandes corporaciones, los llamados inversores institucionales, las organizaciones financieras internacionales, el Estado, los bancos etc. En el primer trabajo, la autora rescata los planteamientos de Rosa Luxemburgo y Joan Robinson como planteamientos que pueden contribuir de manera importante a la teoría del desarrollo en América Latina. Aportaciones que, a partir de una concepción marxista de la reproducción del capital, resaltan la importancia del análisis del dinero, del crédito y de la formación de circuitos monetarios dentro del proceso de reproducción capitalista, y su relación con sociedades no capitalistas. El análisis parte de la necesidad de entender el capitalismo como sistema mundial hegemónico que responde a categorías de concentración, centralización y expansión del capital, esta última vía control geoeconómico y geopolítico de territorios, dada la necesidad de crear nuevos mercados y de apropiarse de crecientes recursos de carácter estratégico. Tal es el caso de petróleo, el cual destaca Jalife Rahme como recurso de gran importancia geopolítica y geoestratégica, colocándolo no sólo como el “rey estratégico de las materias primas”, sino como factor determinante de un nuevo orden mundial hexapolar, que incluiría además a Estados Unidos, a la Unión Europea y a países como Brasil, Rusia, India y China.
El papel protagónico desempeñado por los organismos multilaterales de carácter financiero, principalmente el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, dentro de la imposición del ideario neoliberal es analizado en varios artículos a partir de un fuerte cuestionamiento del resultado de las políticas impuestas por estos organismos a los países latinoamericanos y de la posibilidad de que estas políticas constituyan modelos mundiales de desarrollo. Se cuestiona su papel como supuestos impulsadores de la actividad económica y del desarrollo de los países de menos recursos, al quedar a la vista las presiones e intereses encubiertos de las transnacionales, bancos y grupos financieros. Esto pone en entredicho no sólo su legitimidad, sino su misma gobernabilidad, como lo destacan los análisis de Delgado y de Moneta, quienes desde diferentes perspectivas ponen el acento en la necesidad de la reorganización y creación de mecanismos de regulación que garanticen mayor “transparencia” en las actividades de estos organismos.
Elementos fundamentales se ponen de relieve en el análisis que hace Sergio Cesarín de las diferencia y similitudes de los procesos de inserción internacional de los países de América Latina y de China. Más allá de las diferencias históricas, destaca el papel desempeñado por el Estado dentro de estos procesos; la reconversión industrial y tecnológica, la formulación de política pública, entre muchos otros factores darán cuenta de cómo finalmente China se encauza hacia ser una potencia mundial, mientras América Latina lo hace hacia la profundización de sus condiciones de subdesarrollo. La conclusión de fondo es la necesidad de ajustar su crecimiento a sus expectativas de desarrollo y la urgencia de políticas que alivien la creciente tensión y conflictividad social.
Las políticas dictadas a América Latina tienen como objetivo principal la integración de estos países a los espacios globales de valorización, vía inserción financiera y profundización de los mercados de capitales. En ese orden de ideas se enmarcan los procesos de ajuste estructural, de liberalización y desregulación comercial y financiera, cambios en el manejo de la políticas económicas, reformas financieras etc., las cuales allanarán el camino hacia la libre movilidad del capital como la supuesta manera de optimizar la competitividad internacional de los países latinoamericanos. Este proceso de inserción financiera acarrea fuertes costos no sólo económicos, sino sociales y políticos en todos y cada unos de los países de la región, costos que son analizados en diversos trabajos del segundo capítulo, titulado “Inserción financiera y exclusión social”. El efecto de políticas deflacionarias de tipo cambiario será llamado a rendir cuentas en los trabajos de Correa, Rochon y Ortiz, en torno a su eficiencia y su impacto en el sector real de la economía, en los indicadores de crecimiento, de empleo, de concentración del ingreso, de niveles de estabilidad macroeconómica y de desempeño económico de América Latina durante los años de su aplicación.
Se presentan a lo largo del capítulo diversas propuestas y mecanismos que fortalezcan la posición de los países latinoamericanos, lo que pasa por una evaluación del Mercosur, su diagnóstico y posibilidades de llegar a un mayor grado de integración en la conformación de una área monetaria optima (AMO), siendo éste el objeto de análisis en el trabajo de Sevares. En general, la posibilidad de estrategias de integración se muestra como un alternativa viable para el desarrollo de la región. Esta y otras propuestas son principalmente dirigidas al fortalecimiento de la región y a la búsqueda de mecanismos que logren imprimir una menor inestabilidad macroeconómica y financiera frente a las cada vez más recurrentes y profundas crisis. Las AMO, la posibilidad de una moneda única latinoamericana, la implementación de fondos de apoyo de creadores de mercado, comercio justo y otras varias propuestas se plantean en el capítulo.
El tránsito que Argentina vive durante los últimos años, con la crisis económica y financiera quizá más dramática de su historia en el año 2001, y su posterior recuperación a unos ritmos de crecimiento también inéditos, permite que su experiencia sea de particular interés en la actualidad para los países latinoamericanos. Es el tema de la tercera parte del libro, en donde Hopenhayn, Vanoli y Bleger realizan un diagnóstico de las causas que llevan a una crisis de tales proporciones, como resultado principal de un modo de inserción internacional y financiera subordinado y dependiente a los mercados de capital internacional. Se coincide en destacar de manera cabal el papel desempeñado antes, durante y depués de la crisis por los organismos financieros internacionales, principalmente la incuestionable responsabilidad del Fondo Monetario Internacional en el desastre. El análisis del paquete de medidas establecido por el gobierno de Kirchner permite evaluar de manera crítica el éxito de su política, innegable para salir de la crisis y para retomar sendas estables de crecimiento durante los últimos años, pero también indica la necesidad de evaluar sus verdaderos alcances y costos. Se pone el acento en las medidas que dieron cauce al canje de deuda y moratoria con acreedores privados, con resultados sorprendentes sobre la dinámica de la deuda, todo ello tomando clara distancia de los lineamientos del FMI. Los autores muestran cómo Argentina, lejos de haber superado su vulnerabilidad, se enfrentará en los próximos años a cada vez más difíciles retos, principalmente a los vencimientos de amplios montos de deuda, para lo que deberá mantener un firme poder de negociación frente a estos organismos, además de aplicar lineamientos claves de política que reduzcan su vulnerabilidad externa vía un manejo soberano de la política económica, el fortalecimiento del ahorro nacional y un modo de inserción internacional diferente que asegure un desarrollo y crecimiento con equidad.
El objetivo del último capítulo es plantear un agenda de investigación para América Latina en un llamado a salir del pensamiento único y a formular nuevas teorías que den cuenta de la realidad latinoamericana y que posibiliten nuevos caminos hacia un verdadero desarrollo. Una agenda que analice y reflexione los resultados del proceso de globalización para América Latina, y que reconozca que los flujos de capital internacional no sólo no han favorecido el desarrollo de región, sino que por el contrario se han convertido en un mecanismo de transferencia neta de recursos hacia el exterior, proceso en el que el empoderamiento de las trasnacionales y el comportamiento y caracterización de la inversión extranjera tienen mucho que decir, como lo plantea Vidal en su artículo “Globalización, empresas trasnacionales y desarrollo”. Esta agenda deberá estar en capacidad de sopesar propuestas de integración como las planteadas por el IBSA (India, Brasil y Sudáfrica) como alternativas viables de desarrollo, y en ella no deberá faltar, como apuntan Arroyo y Rodríguez, un análisis del tema de la equidad de género como punto clave en la construcción de una democracia real.