Reseña bibliográfica Estudios Fronterizos, vol. 11, núm. 22, 2010, 239-248


amlo: entre la atracción y el temor. Una crónica del 2003 al 2005,


Aidé Grijalva Larrañaga*


Alejandra Lajous, Lucía de Pablo y Dora Schael, México, Océano, 2006, 315 pp.


* Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Autónoma de Baja California.
Correo electrónico: aidegrijalva@gmail.com


Alejandra Lajous, conocida por su desempeño durante varios años al frente de la dirección del canal 11 del Instituto Politécnico Nacional, junto con sus colaboradoras Lucía de Pablo y Dora Schael, confiesa en el colofón que el libro de su autoría intitulado amlo: entre la atracción y el temor. Una crónica del 2003 al 2005forma parte “de una conjura documental para esclarecer la forma de ser y de hacer de uno de los personajes más notorios en el ámbito político del país”, refiriéndose a Andrés Manuel López Obrador,amloen siglas.

Y en efecto, es una conjura, pero no creemos que sólo documental. A lo largo de más de 300 páginas, basándose principalmente en fuentes hemerográficas, Alejandra y sus colaboradoras se dedicaron a hacer una crónica de los principales acontecimientos que tuvieron entretenida a la clase política de este país durante el periodo comprendido entre 2003 y 2005, previo a las elecciones presidenciales de 2006.

Y hacemos el señalamiento de que se trataba de la clase política mexicana, porque a lo largo de esta relatoría de los ires y venires, desasosiegos y peripecias de los principales protagonistas de esa que llamamos eufemísticamente “nuestra clase política” se menciona con frecuencia a “los mexicanos”, cuando en la mayoría de las ocasiones los “mexicanos” del resto del país sólo fuimos meros espectadores de los acontecimientos que en el libro se reseñan con detalle y puntualidad. El material reunido nos permitió hacer un repaso de lo que leíamos en la prensa escrita, escuchábamos en la radio y veíamos en la televisión durante esos aciagos años. Y eso, además de que nos hace reflexionar sobre el pasado reciente, también nos preocupa.

Es evidente que hubo un interés particular de la autora y sus colaboradoras en la figura de Andrés Manuel López Obrador. Pero este libro no sólo se refiere a este personaje controvertido de la política mexicana, que en aquellos momentos preelectorales se encontraba en el “ojo del huracán” y sobre el cual se desató una exitosa campaña mediática de denuedos y acusaciones.

Andrés Manuel dividió a la sociedad mexicana, fenómeno po­lítico inusitado en la historia po­lítica contemporánea. Por un lado los ricos, por el otro los pobres. En una parte, los intelectuales progresistas “comprometidos”, en la otra, los intelectuales orgánicos y los conservadores. En medio de ellos, los analistas políticos que trataban de ser, cuando querían y podían, neutrales.

López Obrador, al parecer, le arrancó su clientela tradicional al Partido Revolucionario Institucional (pri), pero no el “voto duro”. La clase media y la burguesía estaban contra amlo, al que consideraban “un peligro para México”. No en balde tuvo tanto éxito el chiste aquel del joven de la Ibero que quería que ganara Andrés Manuel, porque le había oído decir a su papá que si eso sucedía se irían a vivir a Miami o a La Jolla, en Estados Unidos.

Lo cierto es que durante el primer semestre de 2006, en cualquier reunión social, el tema político se tornaba candente y era común escuchar a los amigos y familiares pronunciarse con pasión a favor o en contra deamloy desatarse discusiones bizantinas que rayaban en el fundamentalismo ideológico. Los mexicanos, al parecer, estábamos en pie de guerra y el culpable no era otro queamlo. La polarización bipartidizó la contienda electoral del 2 de julio de 2006, al punto de marginar en esta confrontación al resto de los partidos y, lo más importante, al que durante 70 años llevó el timón de nuestra política, elpri.

Por eso hemos leído con cuidado este libro. En primer lugar, tratamos de desentrañar las razones que tuvieron la autora y sus colaboradoras para emprender esta aventura. Alejandra Lajous es historiadora, y como tal estuvo a cargo de la Crónica de la Presidencia de la República, además de haber publicado algunos importantes libros de historia política, en especial sobre los orígenes delpri. Asimismo, coordinó los volúmenes relativos a la memoria histórica del gobierno de Miguel de la Madrid, con quien colaboró para que éste escribiera su testimonio como presidente de México.

Por momentos pensamos que las relatoras quisieron averiguar, investigar, organizar y sistematizar la información existente para ayudarnos a entender lo que estaba pasando en los entretelones de lo que hacía y deshacía la clase política de México. También creemos que tuvieron interés en dilucidar el fenómenoamlo, que en un estilo muy parecido al de Vicente Fox, pero con otras características particulares, se le impuso a esa clase política y a los mexicanos, igual que lo hizo Fox en su momento, al margen del Partido Acción Nacional (pan).

En otras ocasiones discurrimos que el título del libro y hasta de los capítulos: “Tambores de guerra”, “Jugando con fuego”, “De la enemistad a la muerte”, de tono beligerante y premonitorio, les habían sido impuestos en aras de la mercadotecnia editorial, ya que en buena parte del texto se olvidan deamlo y se dedican a contarnos de las aspiraciones presidenciales frustradas de Marta Sahagún, de la renuncia de Alfonso Durazo como secretario particular y director de Comunicación Social de Vicente Fox, de los videoescándalos, de los vericuetos panistas de toda índole (“La caballada panista se desboca”), así como de las broncas al interior del mismopri: los enfrentamientos entre Roberto Madrazo Pintado, el grupo Todos Unidos contra Madrazo (tucom) y Elba Esther Gordillo, “la maestra”, pero sobre todo, el desprestigio de Madrazo, el candidato presidencial del Revolucionario Institucional.

Después caímos en la cuenta de que a pesar de sus esfuerzos, la autora y sus colaboradoras no pudieron mantener una sana distancia respecto aamlo, porque como ellas lo revelaron, “los rasgos de su personalidad nos atraen o nos aterran”. El proceso de desafuero aamlo, el Nicogate–como se le conoció al escándalo surgido por el descubrimiento del alto sueldo pagado a Nicolás, el chofer de López Obrador–, el surgimiento de la teoría del complot, la capacidad de convocatoria deamlopara movilizar seguidores y llenar el Zócalo capitalino en varias ocasiones, la debacle del Partido de la Revolución Democrática (prd)son varios de los temas tocados junto con una descripción muy fiel de la personalidad de Andrés Manuel con sus luces y claroscuros.

Y pues no es difícil, después de leer este recuento de los incidentes y quehaceres de nuestra clase política durante los años transcurridos entre el 2003 y el 2005, concluir que los mexicanos no sabemos vivir en la democracia. Que el autoritarismo priísta dejó profundas huellas en la sociedad mexicana y en eso que llamamos “nuestra clase política”. Nadie se salvó, ni panistas, priístas, perredistas, camachistas, muñozledistas, salinistas, cardenistas, bejaranistas, verdes, pintos, rosas o colorados. Recién paridos en el ejercicio de la democracia, los mexicanos hicimos de nuestros escenarios políticos un verdadero espectáculo circense. La actividad política cayó en sus niveles más ínfimos y se rompió la barrera entre lo público y lo privado.

Del ostracismo priísta pasamos al exhibicionismo, y este último era el pan nuestro de cada día. Los mexicanos nos descubrimos morbosos espectadores de la vida y milagros de nuestros políticos, corroborando lo que siempre sospechábamos y se rumoraba en los pasillos y en los corrillos: que nuestros políticos, con sus honrosas excepciones, han sido y siguen siendo deshonestos, corruptos, inhábiles e inmaduros políticamente, ignorantes y en algunos casos hasta iletrados.

Pero no sólo eso. Esa clase política corrompió a la sociedad mexicana, porque la política se ha convertido en un negocio redituable. Por algo, el dicho popular de que “el que no tranza no avanza” y la célebre frase atribuida al profesor Carlos Hank González de que “un político pobre es un pobre político”. No en vano el desprecio en amplios sectores sociales mexicanos por una de las actividades claves del desarrollo humano como es la política. En nuestro país, como en varios lugares del mundo, el político está desprestigiado.

Este libro, tratando de desentrañar aamlo,desenmascaró aspectos oscuros de la sociedad mexicana de principios del milenio. “Estos rasgos que lo hacen peligroso para algunos, lo vuelven atractivo para otros. Por ello, la elección de 2006 será, inevitablemente, la radiografía de los votantes, de sus ambiciones y de su visión del mundo” es el párrafo con el que Alejandra Lajous y sus colaboradoras cierran el último capítulo (p. 306). Siamloaterraba, atraía o atemorizaba no era casualidad, porque de alguna manera espejeaba a muchos mexicanos. Nos restregaba las profundas desigualdades en las que vivimos los mexicanos y nos recordaba que el “México bronco” del que nos previno don Jesús Reyes Heroles estaba agazapado, ahí a la vuelta de la esquina. Nos enfrentaba al hecho desolador de que somos un país de muchos pobres y pocos ricos en donde nuestra clase media vive con la ilusión perenne de dejar de ser ese colchón social que cada vez es más delgado. No son casuales las hordas consumistas de las poblaciones fronterizas norteñas que cotidianamente cruzan al “otro lado” para conseguir de nuestros vecinos sus productos de deshecho, desde sus carros hasta muebles y ropa usados.

La lectura de las crónicas de esta muerte anunciada, la deamlo, nos recuerdan lo que todos sabemos: que nuestro Estado de derecho estaba y sigue estando prendido con alfileres, que la justicia es, la mayor parte de las veces, venal, que el presidencialismo sigue vigente y que todo gira alrededor de una sola persona, a quien hacemos blanco de nuestros escarnios e ironías y a quien culpamos de nuestros errores y fracasos.

Por eso, dentro de algunos años, cuando los estudiosos de la historia mexicana lean esta obra, tal vez se asombren al descubrir de qué manera se hacía la política en nuestro país o más bien en el “centro del país” en los primeros años del segundo milenio. Es probable que elaboren sofisticadas teorías sociológicas o antropológicas para describir esta mezcla de carnicería y de carnaval en la que se entretenían nuestros políticos; unos porque no les bastaron 70 años de trapacerías para engordar sus chequeras o para comprar casas y departamentos en el extranjero y dejar asegurada a la descendencia; otros porque de pronto descubrieron que gobernar México era maravilloso y era muy bonito tener sus propias playas privadas y viajar como jeques árabes por el mundo; y algunos más porque creyeron conveniente acabar con tanta desigualdad social, empezando por la de su familia y la de ellos, por supuesto.

amlo: entre la atracción y el temor es la reseña de un país que aún hoy no sabe qué hacer con su libertad política. Que considera traidor a todo aquel que sabe negociar o hacer alianzas políticas. Un país que ignora la conseja de Aristóteles de que la política es el arte de lo posible. Un país que no termina de arreglarse nunca y donde los que se erigen en paladines de la legalidad al día siguiente hacen exactamente lo que critican o critican justo lo que hicieron impunemente por mucho tiempo. Un país en donde hay demasiado conservadurismo y culto a la personalidad. En donde decimos que el presidente es una institución a la que hay que respetar más que al santo Papa (algo que no entendemos); un país de muchas jerarquías, en donde hasta se nos ha prohibido usar los colores de nuestra bandera, porque un partido, por quién sabe qué razones, se apropió de ellos, sin pedirnos permiso, por supuesto.

Esta crónica nos alerta. No porque con su lectura nos enteremos de todo lo malo que hizo Andrés Manuel López Obrador y por lo cual jamás debió aspirar a ser presidente de México. Tal vez se quiso vestir de El Santo, su héroe juvenil, o reeditar las películas de Pepe el Toroy se atrevió a prometer 630 pesos al mes a todos los viejitos del país, despilfarro de tal magnitud por el cual hubiéramos tenido que pedirle apoyo al Fondo Monetario Internacional o al Banco Interamericano de Desarrollo. Era un “populista”, una versión tropical de Hugo Chávez, el presidente venezolano de tintes dictatoriales. Además, López Obrador sólo había salido del país una vez en su vida para pasar una semana en Cuba. Era pues un pueblerino, un provinciano, que no conocía el mundo que ahora es una aldea global.

Esta crónica nos asusta porque al leerla nos percatamos de que el camino para lograr una auténtica democracia en México es aún muy largo. Nos aterra porque no hay todavía una institución que nos garantice que las próximas elecciones serán limpias y respetadas. Nos atemoriza porque corroboramos que nuestra clase política ni es política ni tiene clase. Esta recapitulación de una muerte anunciada fue la antesala de un escenario ensombrecido ahora por la violencia, la intolerancia, el fundamentalismo y la cerrazón ideológica.

Los dos años reseñados en este libro fueron los del huevo de la serpiente, preámbulo de una de las etapas más difíciles de nuestra historia reciente, en donde la lucha que libra el gobierno de México contra el crimen organizado ha dado lugar a un baño de sangre a lo largo y ancho de la república mexicana, que tiene aterrorizada a la población civil.

La lectura de este libro nos invita a reflexionar sobre el papel que tienen los partidos políticos y los medios masivos en el devenir histórico de México, así como sobre la desilusión causada por la falta de pericia gubernamental del primer presidente de México surgido de unas elecciones no fraudulentas. Al leerlo, no podemos dejar de reconocer que Felipe Calderón llegó a la presidencia del país gracias a muchas de las circunstancias descritas en este libro, que en un momento dado se alinearon a su favor, lo que nos recuerda el caso de Fujimori cuando llegó a la presidencia de Perú, en unas elecciones en las que compitió el escritor Mario Vargas Llosa.