| Artículos | Estudios Fronterizos, vol. 26, 2025, e178 |
https://doi.org/10.21670/ref.2520178
A la caza y pesca de las naturalezas no humanas: nuevas fronteras, lujo y turismo
Hunting and fishing non-human natures: new frontiers, luxury, and tourism
Laura María
Torresa
*
https://orcid.org/0000-0002-6389-3550
Brenda
Ponzib
https://orcid.org/0000-0002-7904-2611
Alejandro
Schweitzerb
https://orcid.org/0000-0002-7605-0827
a Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas, Conicet, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina, correo electrónico: ltorres@mendoza-conicet.gob.ar
b Centro de Investigaciones y Transferencia Santa Cruz, Conicet, Río Gallegos, Argentina, correo electrónico: brendaponzi@gmail.com, alejandro.schweitzer@gmail.com
* Autora para correspondencia: Laura María Torres. Correo electrónico: ltorres@mendoza-conicet.gob.ar
Recibido el
02
de
diciembre
de
2024.
Aceptado el
12
de
diciembre
de
2025.
Publicado el 18 de diciembre de 2025.
| CÓMO CITAR: Torres, L. M., Ponzi, B. & Schweitzer, A. (2025). A la caza y pesca de las naturalezas no humanas: nuevas fronteras, lujo y turismo. Estudios Fronterizos, 26, Artículo e178. https://doi.org/10.21670/ref.2520178 |
Resumen:
El estudio indaga la producción académica centrada en el análisis del turismo cinegético y la pesca deportiva, como vía para explorar posibles mecanismos de conversión de las naturalezas no humanas en mercancías. Mediante la estrategia de revisión bibliográfica se recuperan y analizan trabajos científicos producidos hasta 2023, enfocados en contextos internacionales y en Argentina. Además, con base en la información que las empresas brindan de sí, se describen cotos de caza y lodges de pesca situados en dos provincias argentinas. El supuesto del trabajo señala que la caza y pesca recreativas configuran formas específicas de consumo de las naturalezas no humanas que expresan un proceso de avance de las fronteras del capital, que las transforma en productos turísticos. Los resultados destacan la necesidad de incluir un espectro más amplio de categorías para su análisis, especialmente en el sur global.
Palabras clave:
turismo cinegético,
pesca deportiva,
lujo,
mercantilización,
naturalezas no humanas.
Abstract:
The study analyses academic production focused on the analysis of hunting tourism and sport fishing as a way to explore possible mechanisms for converting non-human nature into commodities. Using a bibliographic review strategy, scientific works produced up to 2023, focusing on international contexts and Argentina, are analyzed. Furthermore, based on the information provided by the companies, hunting reserves and fishing lodges located in two Argentine provinces are described. The hypothesis suggests that recreational hunting and fishing configure specific forms of consumption of non-human nature that express a process of advancing the boundaries of capital, transforming it into tourism products. The results highlight the need to include a broader range of categories for analysis, especially in the Global South.
Keywords:
hunting tourism,
sport fishing,
luxury,
commodification,
non-human nature.
Introducción
Los procesos de apropiación y conversión de la naturaleza en mercancía por el capital han sido estudiados desde la economía política desde mediados del siglo XIX. Analizados por Marx en los Grundrisse (1856), son un tópico recurrente del marxismo tanto para el análisis de la producción de mercancías ─valores de cambio─ como de la acumulación de capital como proceso de conjunto. Tempranamente se reflexionó sobre el papel que desempeñaba el consumo suntuario de la clase más poderosa en el proceso de acumulación y sobre el lugar que ocupaban las periferias. Luxemburgo (1968) introdujo la noción de territorios de acumulación, espacios periféricos donde el capital se expande para extraer recursos y colocar sus mercancías. En las últimas décadas del siglo XX, enfoques críticos de la geografía, la ecología política y la economía ecológica y política han analizado la conversión en mercancías de bienes comunes naturales específicos y de la naturaleza misma. La mercantilización capitalista convierte las cosas y seres en objetos de intercambio y los arranca de sus mundos de vida (Tsing, 2015). En el análisis de estas cuestiones, han predominado los abordajes apoyados en el marxismo y producciones del norte global que analizan casos del sur global (Smessaert et al., 2020).
Desde este marco teórico, este trabajo se propone explorar las intersecciones entre los mecanismos de mercantilización de las naturalezas no humanas y los circuitos destinados al turismo cinegético y la pesca deportiva. Para ello, revisa bibliografía científica disponible a nivel internacional y referida a Argentina en particular, para reconocer, finalmente, las características que estas prácticas asumen en dos provincias, Mendoza y Santa Cruz. Los objetivos específicos se orientan a 1) caracterizar ambas actividades en diferentes escalas de análisis (internacional, nacional y provincial); 2) describir el perfil sociodemográfico de los consumidores, y las particularidades de los destinos y experiencias que se ofertan; por último, 3) analizar los conflictos que generan estos circuitos de consumo de naturaleza.
El supuesto inicial señala que la caza y pesca recreativas configuran formas específicas de consumo suntuario que expresan un proceso de avance de las fronteras del capital mediante el cual, el capitalismo alcanza y abarca las naturalezas no humanas y las transforma en productos turísticos. Al mismo tiempo, construyen espacios salvajes atractivos para los consumidores en espacios de frontera con la introducción de especies no nativas.
La importancia de analizar estas intersecciones deriva de distintos desbalances y contrastes. En el último tiempo han crecido las investigaciones sobre turismo rural, ecoturismo y turismo basado en la naturaleza, y las que abordan el costado sustentable del turismo. Son menos los estudios que consideran las particulares formas en que las naturalezas y el turismo se coproducen, incluso en contextos de fuerte avanzada del capital sobre la naturaleza (Castree, 2008). Por su parte, si bien se han explorado las tensiones asociadas al uso y control de la naturaleza a partir de ciertos bienes (agua, paisaje, entre otros), la fauna ocupa un lugar menor. Esta situación se produce aun cuando el turismo de pesca y caza ha aumentado (Martín-Delgado et al., 2022) y remodela las relaciones de poder en los territorios donde arriba (Øian, 2013). A su vez, si bien el turismo de lujo ha crecido en los últimos años a un ritmo más acelerado que el turismo de masas, y sus nuevas versiones implican un fuerte acercamiento a la naturaleza, las relaciones turismo-lujo-consumo suntuario han sido débilmente indagadas. Por último, mientras sobre turismo de caza y pesca destaca la producción académica del norte global sobre África, América del Norte y Europa (Komppula & Gartner, 2013), la producción sobre América Latina es menor, aun cuando constituye un destino emergente (Lovelock, 2008).
Despúes de esta introducción, se describen los materiales y métodos, luego se abordan las articulaciones entre turismo, lujo y naturalezas que sirven como marco analítico. Las secciones posteriores presentan los resultados que cubren la caza y la pesca, el turismo cinegético y la pesca deportiva a nivel internacional, Argentina y en las provincias de Mendoza y Santa Cruz. Finalmente se discuten los resultados y se presentan las conclusiones.
Materiales y métodos
Desde el punto de vista metodológico, el trabajo recurre a la técnica de revisión bibliográfica como vehículo para analizar el contenido de la bibliografía científica producida hasta 2023 (Martinovich, 2022). Aunque el trabajo propone una breve aproximación bibliométrica, prioriza el análisis cualitativo de los artículos e indaga en ellos un conjunto de categorías de análisis derivadas de las herramientas teóricas, que comprenden: las características que asume el turismo cinegético y la pesca deportiva, el perfil de los consumidores, las particularidades que se ponen en valor en los destinos y en las experiencias que conforman la oferta, los conflictos que se abren en el mundo de los cazadores y pescadores, las tensiones que ambas actividades plantean con la conservación.
El proceso de recolección se llevó a cabo entre diciembre de 2023 y marzo de 2024 y utilizó Scopus, entonces disponible a través de la Biblioteca Electrónica del Ministerio de Ciencia, Técnica e Innovación de Argentina (Mincyt). Los términos de búsqueda empleados en el campo título fueron “hunting AND tourism” y “fishing AND tourism”. A partir de un universo inicial de 50 trabajos para turismo cinegético y 81 para pesca, se aplicó una lectura general informativa de los resúmenes (Sautu, 2003). A partir de este análisis se seleccionaron y analizaron 18 y 10 documentos, respectivamente. Quedaron excluidas aquellas investigaciones que contenían estas palabras en el título, pero no abordaban la problemática como objeto de estudio, las referidas a pesca de mar y los capítulos de libro que requerían el pago de aranceles. La técnica de bola de nieve aplicada sobre este conjunto permitió incorporar, luego, otras investigaciones sobre el tema y algunas que indagaban las tensiones capital-naturalezas no humanas.
Para el análisis en Argentina se recurrió a la Biblioteca Electrónica del Mincyt, aunque las asociaciones “hunting tourism”, “fishing tourism” y “Argentina” en los campos título y palabras clave no arrojaron resultados. Por esta razón, pero especialmente porque la discontinuación del acceso a Scopus volvió imposible ajustar y rediseñar las búsquedas, se recurrió a Google Académico como alternativa. Se asoció “Argentina”, “Mendoza” y “Santa Cruz” a “turismo cinegético” y a “coto de caza”.1 Sobre un conjunto inicial de 354 artículos, la revisión de los títulos y resúmenes permitió excluir los referidos a otros países y los que solo mencionaban los términos como parte de las ofertas disponibles. Se obtuvieron 13 trabajos para Argentina, ninguno para Mendoza y Santa Cruz. Para pesca se asociaron “turismo de pesca deportiva” y “lodge de pesca”2 con “Argentina” y “lodge de pesca” con “Mendoza” y “Santa Cruz”. La primera asociación arrojó 24 trabajos, pero la exclusión de los referidos a otros países y al ambiente marino permitió seleccionar solo uno. La combinación “lodge de pesca” y “Argentina” dio un resultado inicial de 52 trabajos, pero la lectura de los resúmenes redujo la selección a tres. Las asociaciones “Mendoza” y “Santa Cruz” con “lodge de pesca” no dieron resultados.
Finalmente, para el análisis de las características que el turismo cinegético y la pesca deportiva asumen en Mendoza y Santa Cruz se utilizaron como unidades de observación cotos de caza y lodges de pesca ubicados en esas provincias. Los emprendimientos se identificaron por trabajos previos, informantes clave e investigación documental en línea y se describen con base en la información que ellos mismos brindan en sus sitios web. Las categorías de análisis fueron: las características que ponen en valor de los territorios donde se insertan, los productos que componen su oferta y el público de destino.
Turismo, lujo y naturalezas
Desde el campo crítico se ha señalado que el turismo es una actividad altamente versátil, capaz de incorporar una gran diversidad de espacios, bienes y personas a los circuitos del mercado global (López Santillán & Marín Guardado, 2010). En su carácter de práctica capitalista apoyada en la naturaleza, perpetúa las condiciones de violencia estructural que le resultan inherentes (Büscher & Fletcher, 2017) y ofrece una aparente solución a la “segunda contradicción” del capitalismo (O’Connor, 2001), al transformar las crisis ambientales creadas por él en nuevas mercancías y fuentes de acumulación (Duffy, 2013).
Si bien la vinculación del turismo con la naturaleza no es nueva, bajo los influjos del neoliberalismo se complejiza y expande. El turismo se acerca a la naturaleza para contemplarla, y también ahora para salvarla, a la vez que separa y conserva fragmentos que luego destina al consumo. Un acercamiento renovado, aunque no totalmente nuevo, prioritariamente destinado al consumo suntuario de las clases altas, que reactualiza prácticas neocoloniales, reelabora el ideario pionero e impulsa la apertura de nuevas fronteras (Moore, 2020).
Ya que se trata de prácticas destinadas a las clases altas, el lujo hace parte de la escena analítica en que se inscriben estos fenómenos. Caracterizado como un concepto multidimensional, relativo, subjetivo y contextual (Kauppinen-Räisänen et al., 2019), cuyo alcance y contenido han cambiado en el tiempo, en los últimos años el lujo ha pasado de indicar lo glamoroso, clásico o elegante para integrar una gama más amplia de bienes, productos y servicios. Así, a un número reducido de artículos lujosos se suman ahora bienes intangibles, como el tiempo, la tranquilidad, la naturaleza y la seguridad. En el rubro viajes y ocio, el lujo se ha vuelto más discreto, exclusivo y difícil de imitar (Eckhardt et al., 2015), al rodearse de experiencias únicas y auténticas.
El turismo cinegético se inscribe en este orden. En la medida en que evade los productos masivos y se acerca a los de alta gama, se comporta como un medio de comunicación social y un marcador de clase atrapado en una espiral ascendente de refinamiento (Gissibl, 2016), que empuja las fronteras de la mercantilización sobre bienes exóticos disponibles para unos pocos (Bolling et al., 2023; Tomazos, 2020). Las experiencias que construye son, sin embargo, un producto social y esconden relaciones de producción injustas, que afectan tanto a vidas humanas y no humanas como a ciertos territorios desde donde se extraen plusvalías. Esta expropiación caracteriza al consumo suntuario, ya que es consumido por una clase en particular explotando a otros.
De la reproducción a la ostentación: la caza y la pesca
La bibliografía consultada permite observar que caza y pesca constituyen prácticas ancestrales íntimamente asociadas a la reproducción social de las personas. Como actividades recreativas vinculadas al ocio y la recreación, encuentran antecedentes en el antiguo Egipto (Osborn & Osbornova, 1998, citados en Loveridge et al., 2007). En Europa se extienden a lo largo de la Edad Media y Moderna (López Ontiveros, 1986) y se asocian a las prácticas de la nobleza (Bauer & Herr, 2004) donde cumplían algún papel en la formación y fortalecimiento de la élite (Szabó, 2023). La caza de trofeos, por su parte, reconoce antecedentes en Grecia y el Imperio Romano (Molleda Herrán, 2022), mientras en África y Asia se remonta a la época colonial (Tomazos, 2020), donde emerge como consumo lujoso y ostentoso de las clases altas, asociada a las incursiones de los aventureros y viajeros, especialmente ingleses (Bauer & Herr, 2004). La pesca con mosca se remonta al 200 d.C., con registros incluso en los romanos (Preston-Whyte, 2008).
Como práctica de lujo, la caza comenzó a comercializarse en Europa en la primera década del siglo XIX, tuvo su apogeo entre 1930 y 1950 y entró en declive una década más tarde, derrotada por actividades más contemplativas y sustentables (Gissibl, 2016). En América del Norte, la caza deportiva ya era fuente de tensiones entre cazadores locales y deportivos hacia fines del siglo XIX (Boulé & Mason, 2019); mientras en África la caza de trofeos reforzó el dominio blanco y las jerarquías raciales, lo que desplazó a los cazadores indígenas. Se ha señalado, además, que constituye una práctica de fuerte raigambre colonial, a veces expresión de masculinidad, blancura y autoridad (Green, 2021); expresión de clase y consumo suntuario (Gissibl, 2016). En la pesca los conflictos se reiteran, tanto alrededor de los derechos de pesca (Stensland, 2010) como entre la pesca comercial marina y la recreativa fluvial (Salmi & Salmi, 2010).
En América Latina, la caza y pesca con fines de ocio y recreación de grupos privilegiados encuentran antecedentes en el antiguo Perú (Millones & Schaedel, 1980) y abarcan los contextos coloniales y republicanos. Las crónicas de algunos viajeros que recorrieron el interior de Argentina entre principios y mediados del siglo XIX resultan ilustrativas. A modo de ejemplo, a principios del siglo XIX, Haigh comentaba “para divertirnos y matar las horas convenimos en tomar alternativamente la escopeta y salir en busca de guanacos…” (Sironi et al., 2013, p. 209).
La bibliografía disponible también resalta que, en muchos casos, estas prácticas trazaron vinculaciones con el control del territorio, la gestión de la fauna y la conservación de la naturaleza. En algunos países de África, por ejemplo, la gestión o erradicación de la vida silvestre fue un pilar central en el control colonial del territorio (Kalvelage et al., 2023), mientras en las colonias británicas y Estados Unidos los cazadores impulsaron la creación de cotos de caza, parques nacionales y reservas, entre finales del siglo XIX y principios del XX, como forma de garantizar recursos suficientes para la actividad (Adams, 2004, citado en Loveridge et al., 2007). Incluso a lo largo del siglo XIX, en algunos países de Europa y América Latina la caza recreativa activó la crianza, introducción y propagación artificial de especies cinegéticas (Szabó, 2023).
En los últimos años, sin embargo, la capacidad del turismo para convertir las crisis capitalistas en negocios parece pasar una nueva prueba. La pesca deportiva y el turismo cinegético y de trofeos se revitalizan en respuesta a las demandas de consumo de las clases medias y altas, especialmente urbanas, procedentes de Estados Unidos y Europa (Lovelock, 2008). Las fuerzas impulsoras de este resurgimiento son diversas: el predominio de formas de vida urbanas y el alejamiento de las personas de la naturaleza (Andersson Cederholm & Sjöholm, 2023); mejoras en los transportes, ingresos y aumento del tiempo libre (Oltean & Gabor, 2021); cambios en los marcos legales relacionados con la gestión de la vida silvestre (Kalvelage et al., 2023); y reconversión de actividades económicas en espacios rurales (Martín-Delgado et al., 2022). Finalmente, aunque las controversias éticas se mantienen, la caza y pesca deportiva han logrado cierto reposicionamiento como herramientas de conservación y desarrollo rural, y pujan por lograr equivalencias con prácticas sustentables y filantrópicas.
Ambas integran un nicho bastante consolidado del turismo de vida silvestre. En tanto actividades turísticas, el movimiento es marca de fuego en ambos casos. Las personas se trasladan a otros países y zonas remotas o a áreas menos distantes, los animales o sus partes se mueven antes, durante y después de los viajes (López López et al., 2023), la circulación de dinero, personas e imágenes une continentes y las fronteras del capital avanzan sobre las naturalezas. Además, estas prácticas pueden asumir formas consuntivas y no consuntivas, y por ello expresan distintas vinculaciones entre los animales humanos y los no humanos. Las consuntivas engloban diversas variantes de observación e interacción con los animales no humanos; las no consuntivas implican la muerte, cazando o pescando.
Como prácticas consuntivas, el turismo cinegético y la pesca deportiva comparten algunas similitudes: la forma en que han evolucionado, su asociación con prácticas sustentables, la alta especialización que demandan, su carácter elitista y la hiper normativización que implican, tanto a nivel nacional como internacional y respecto de las especies como del deporte. Se diferencian, sin embargo, en aspectos clave, como la libertad y el uso del espacio (Barnes & Novelli, 2007). En la pesca, el animal goza de cierta libertad para picar o no el anzuelo y su espacio no compite con otros usos. En la caza, mientras tanto, al animal solo le resta escapar, y se desarrolla en territorios donde reviste un peligro para otras actividades, como el ecoturismo.
Tanto el turismo cinegético como la pesca deportiva se encuentran entre las formas de turismo menos investigadas (Żywiołek et al., 2023), de allí la importancia no solo de profundizar su estudio, sino también de recuperar los saberes alcanzados. Al respecto, el análisis de los 28 trabajos recuperados en Scopus expresa algunas particularidades. De un lado, se observa una alta concentración de la autoría en países geopolíticamente ubicados en el norte global; con solo tres procedentes del sur global (México, Brasil, Sudáfrica). Predominan los artículos cuya autoría se sitúa, en el caso de la pesca, en el norte de Europa, y en el de la caza en Europa del Este, con algunas presencias de autores de EUA, Canadá, China, España y Nueva Zelanda, entre otros. En algunos pocos casos, los trabajos componen autorías entre investigadores del norte y sur globales, aunque en todos el rol protagónico recala en el norte. A excepción de dos publicados en portugués, los restantes 26 se encuentran en inglés. Los campos disciplinares que predominan giran en torno al turismo y ambiente y sustentabilidad; una distribución que probablemente se corresponde con los debates actuales sobre la sostenibilidad de la actividad. Los restantes se dispersan en revistas de sociología rural, geografía, deportes y economía. Finalmente, en muchos casos, el acceso a las investigaciones requiere el pago de membresías; un lujo al que no todas las instituciones del sur logran acceder.
Turismo cinegético. Antecedentes internacionales en clave cualitativa
De la revisión realizada se desprende que el turismo cinegético es una práctica difícil de categorizar. Incluye actividades mercantilizadas y no mercantilizadas, impregnadas de relaciones personales, informales y de amistad (Andersson Cederholm & Sjöholm, 2023). Supone un conjunto integrado de productos, servicios y valores destinados a satisfacer la demanda de los consumidores-cazadores. En la elegibilidad de los destinos pesan las características naturales y la abundancia y calidad de las presas, pero también los marcos legales y regímenes regulatorios, la calidad de los servicios, logística e infraestructuras cinegéticas, los costos y accesibilidad a los destinos, el profesionalismo y habilidades técnicas y sociales de los guías y la posibilidad de vivir aventuras y nuevas experiencias, en soledad o interacción con otros cazadores (Martín-Delgado et al., 2022; Matejević et al., 2023; Żywiołek et al., 2023).
En cuanto al perfil de los cazadores, sobresalen los varones de mediana edad, con suficiente tiempo y dinero para destinar al ocio y la caza. La presencia de mujeres, aunque en aumento, es minoritaria (Lovelock, 2008). Los valores que se ponen en juego son también diversos. Aunque la caza motiva los traslados, también importa el contacto con la naturaleza y el silencio, socializar con amigos, el reconocimiento social, las emociones, el valor de las tradiciones y la autorrealización (Komppula & Gartner, 2013; Oltean & Gabor, 2021). Por su parte, aunque la naturaleza está siempre presente, acrecienta su valor mientras más salvaje, lejana y remota sea y más caracteres prístinos conserve (Green, 2021). Estos atributos han sido tradicionalmente asociados a la noción de fronteras como reversión del ideario pionero que reproducen muchos cazadores.
La presencia de distintos tipos de cazadores en un mismo sistema explica la existencia de conflictos, especialmente entre cazadores locales y turistas. Mientras en los primeros la caza comporta un “arte noble”, una práctica tradicional y oportunidad de encuentro con la naturaleza (Florido del Corral & Palenzuela, 2017; Nygård & Uthardt, 2011; Sánchez Garrido, 2006), a los segundos se les asocia con la matanza recreativa de animales. Cuando interviene el dinero y la caza se artificializa y anonimiza (Sánchez Garrido, 2006); los turistas cazadores ─extranjeros y ricos─ actualizan los conflictos de clase; emergen como personas hedonistas y transeúntes de un paisaje de consumo (Florido del Corral & Palenzuela, 2017; Øian, 2013; Øian & Skogen, 2016). Además, porque carecen del apego al lugar que funda la ética del cuidado pueden transitar zonas de alto riesgo ético (Keiper & Wilner, 2025; Tickle & Von Essen, 2020).
También la sustentabilidad del turismo cinegético es controversial (Mbaiwa, 2018). Quienes argumentan que es sustentable plantean que, realizado a un ritmo que no implique la disminución de las especies cinegéticas y colabore con el control de plagas, contribuye a la conservación de la fauna. Además que ejerce un efecto derrame sobre el territorio (Martín-Delgado et al., 2022), incentiva la gestión, protección y reintroducción de especies (Naidoo et al., 2016), multiplica empleos, promueve la diversificación productiva, fomenta las tradiciones e identidades locales (Florido del Corral & Palenzuela, 2017) y las relaciones intergeneracionales e interpersonales (Rengifo Gallego, 2008). Para otros, el panorama es menos claro. Aunque suma ingresos, empleos e infraestructuras, profundiza las relaciones de poder y distribución desigual (Thomsen et al., 2022), aumenta la competencia por los bienes naturales entre locales y foráneos (Nygård & Uthardt, 2011; Øian & Skogen, 2016), protege las especies que mercantiliza, pero desprotege otras, mientras la matanza selectiva de determinados individuos tiene efectos a nivel poblacional (Deere, 2011; Rashid et al., 2020).
Finalmente, aunque la caza aparece asociada a las prácticas de ocio y recreación de las clases altas, su vinculación con los consumos de lujo solo ha sido abordada de manera reciente en el norte global (Gissibl, 2016), y de manera indirecta en el sur global (Torres et al., 2018). Allí se destaca que brinda espacios a la aventura y a “experiencias únicas” en contextos “auténticos” que se resuelven, sin embargo, dentro de una burbuja de rusticidad de primer nivel, en espacios fortificados y asegurados.
El turismo cinegético en Argentina
En Argentina, el turismo rural y de naturaleza crece a partir de principios del siglo XXI, asociado a la devaluación de la moneda argentina, la retracción de la actividad agropecuaria (Vaquero et al., 1998), el deterioro de los destinos nacionales más tradicionales y el incremento de las demandas internacionales por formas específicas de turismo (Gordziejczuk & Mikkelsen, 2023b). En 2018, se contaban en el país 1 411 explotaciones agropecuarias que incluían actividades de turismo rural, 91 de las cuales incorporaban ofertas de caza (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, 2021) distribuidas en distintas provincias (véase Figura 1). Por su parte, los establecimientos que receptan a los visitantes, que tanto en la caza como en la pesca tienden a vincularse con el tipo lodge, muestran un incremento entre 2016 y 2023, cuando los lodges de pesca/caza/bodegas pasan de 15 a 46 establecimientos, y de 127 habitaciones y 343 plazas a 443 habitaciones y 1 285 plazas totales (Sistema de Información Turística de la Argentina, 2024).
Figura 1.
Explotaciones agropecuarias turístico-recreativas con actividades de caza, por provincia. Argentina, 2018
Fuente: elaboración propia con base en datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (2021)
Si se analizan las investigaciones existentes en Argentina sobre turismo cinegético se advierte un escaso número de trabajos, prácticamente invisibles en Scopus. Por su parte, aunque la mayoría asocia la actividad con el turismo internacional y de altos ingresos, el lujo no se tematiza sino indirectamente (Torres et al., 2018). De los resultados obtenidos en Google Académico, solo un trabajo indaga tendencias a nivel nacional (Gordziejczuk & Mikkelsen, 2023b), los restantes son estudios de caso que abordan situaciones específicas en distintas provincias, entre las que destacan Buenos Aires (Caruso et al., 2023; Gordziejczuk & Mikkelsen, 2023a; Vaquero et al., 1998), La Pampa (Alfageme, 2008; Comerci, 2016, 2018; Schulz, 2020), Córdoba (Andruvetto, 2009; Bucher et al., 2006; Chaldari Caballero & Suau, 2018; Coria, 2007), Santa Fe (Casella & Fermanelli, 2022). En términos disciplinares, predominan las investigaciones procedentes del ámbito del turismo, centradas en el turismo cinegético o rural, un conjunto menor procedente de la geografía y unas menos de la ecología.
Los temas de estudio que predominan enfocan el potencial argentino para atraer este tipo de visitantes. Se señala que el país posee zonas de alto valor ecológico y cultural para responder a esta forma específica de turismo, al mismo tiempo que posee leyes menos restrictivas y cupos de caza más amplios que Europa y Estados Unidos, además de diferencias cambiarias fluctuantes que pueden actuar a favor del turismo internacional (Andruvetto, 2009). En algunos casos, el crecimiento del turismo cinegético y de cotos de caza se explica por el bajo precio de las tierras y el avance de las fronteras del capital a manos de grupos extranjeros (Comerci, 2016, 2018).
El mayor volumen de turistas procede de Estados Unidos, Canadá y Europa. Dentro de Europa, de España (Coria, 2007), aunque también de Francia, Italia, Suecia, Rusia, Suiza, Alemania y Holanda (Chaldari Caballero & Suau 2018). En general son varones de más de 40 años, de alto poder adquisitivo, que viajan en grupo o solos (Caruso et al., 2023; Coria 2007). Los turistas nacionales provienen de los grandes centros urbanos; también son varones de mediana edad, con ingresos que les permiten costear la actividad (vehículos, armas y tiempo libre). Los cazadores internacionales dependen de empresas ─nacionales o extranjeras─, conectadas a una vasta red de relaciones internacionales, que ofrecen el servicio. A veces con representantes en Europa, ofrecen paquetes cerrados que incluyen pasajes aéreos, traslados y alojamiento en enclaves (Comerci, 2018; Schulz, 2020) e, incluso en algunos casos, los arribos se realizan en aeródromos propios en vuelos privados (Chaldari Caballero & Suau, 2018).
Sin mayores certezas sobre los ingresos que genera la actividad,3 sus externalidades socio-ecológicas son amplias. Entre ellas, contaminación por plomo asociada a los disparos de los cazadores, introducción y dispersión de especies exóticas invasoras y casi nulas articulaciones con los territorios circundantes (Andruvetto, 2009; Bucher et al., 2006).
Específicamente, no se identifica turismo de caza en la provincia de Santa Cruz, ya que la actividad no se encuentra habilitada. En Mendoza, el Observatorio para el Turismo Sostenible, dependiente del Ente Mendoza Turismo (Emetur), calcula que, entre 2019 y 2025, los turistas que realizaron actividades de caza y pesca pasaron de 0.06% a 0.17% del total, lo que a la fecha representaría cerca de 6 000 turistas por año. Aunque no existen datos sobre la distribución efectiva de los turistas cazadores en la provincia o los sitios de caza que prefieren, en 2018 Mendoza contaba con un coto de caza y en 2025, con dos, que promocionan la caza de ciervos y jabalíes. Mientras la presencia de jabalíes obedece a procesos de introducción y dispersión iniciados a principios del siglo XX, la de ciervos es mucho más reciente y obedece al ingreso de ejemplares a los cotos hoy existentes, ambos con antigüedades que no superan los 10 años.
En definitiva, se trata de cotos destinados al público internacional, que introdujeron especies exóticas invasoras para modelar las naturalezas no humanas que luego serían trofeo de turistas del norte global. Ambos ofrecen experiencias cinegéticas y actividades al aire libre en vastos campos y lujosos lodges. Además, proveen guías profesionales, experiencias de contacto con la naturaleza, armas, municiones y preparación de trofeos. Uno suma comida gourmet derivada de la caza y una pista de aterrizaje propia. En ambos, las referencias a las naturalezas prístinas son recurrentes; uno invita a los turistas a adentrarse en los Andes, el otro a sumergirse en un cautivador bosque nativo. Aunque las especies cinegéticas son las mismas, los productos se construyen de manera diferente. En una web solo disponible en inglés, uno usa caligrafía inglesa, y un estilo anónimo y depurado, con imágenes de paisajes de montaña, con y sin animales libres. El segundo apela a reminiscencias pioneras y a un estilo más directo. En una web disponible en español e inglés, abundan las imágenes de animales hechos presa-trofeo y cazadores con ropajes camuflados. En 2019, fuentes periodísticas estimaban un costo aproximado de 650 dólares el día de caza, que se suma al precio del trofeo (entre 200 dólares y 20 000 dólares dependiendo de su peso, tamaño y calidad).
Turismo de pesca deportiva. Antecedentes internacionales en clave cualitativa
La pesca también fue mutando de una actividad de subsistencia a una práctica deportiva asociada al ocio y al tiempo libre. Actualmente se define como una actividad recreativa que incluye un viaje no menor a 24 horas alejado de la residencia del pescador, en busca de una experiencia de pesca (Komppula et al., 2022).
En sus inicios, el turismo de pesca fue influenciado por las preferencias del imperio británico (Borch et al., 2008). El primer torneo de pesca registrado data de finales del siglo XIX y se asocia a la pesca de atún en Estados Unidos. El avance en los medios de transporte y comunicación, la distribución de las vacaciones a lo largo del año y la creciente demanda de mantenerse activo durante ese periodo fueron aspectos clave en su expansión. A su vez, la crisis de la industria pesquera promovió la diversificación productiva y favoreció la pesca recreativa en el ámbito marino y en los grandes ríos.
Los ambientes, modalidades y clasificaciones de la actividad se han multiplicado y complejizan tanto su práctica como su estudio. La pesca deportiva de agua dulce difiere de la pesca de agua salada (Lovelock, 2008), y se reconocen distintos tipos de turistas: aquellos que la ven como un entretenimiento más dentro del destino y quienes planifican su viaje en función de ella. Este último grupo, que hace de la pesca una especialización recreativa (Bryan, 1977), cuenta con equipamientos, habilidades y preferencias particulares (Braudes-Araújo et al., 2016). Entre los elementos utilizados se distinguen las carnadas ─vivas o muertas─ y los señuelos, la mosca es uno de los principales. Actualmente, la pesca con mosca es uno de los deportes más atractivos e importantes a nivel mundial y, en su carácter de pesca especializada, incrementa las complejidades clasificatorias. Una vez que el animal se retira del agua se puede optar por su devolución o sacrificio. Algunos autores discuten si la captura con devolución constituye una actividad consuntiva o no, ya que el ejemplar solo es consumido por el corto periodo que permanece fuera del agua (Lovelock, 2008). No obstante, las heridas y el desgaste físico sufrido durante la lucha con el pescador pueden ocasionar su muerte y consumo.
Aunque la pesca deportiva de agua dulce es mayor que la de agua salada (Lovelock, 2008), la investigación científica se ha enfocado más en la segunda. La pesca de agua dulce se aborda desde el turismo rural, el turismo basado en la naturaleza, el ecoturismo o la pesca recreacional. Aunque no son abundantes, los trabajos que analizan la pesca recreacional desde un enfoque turístico (Borch et al., 2008) abordan la pesca del salmón en los países nórdicos, las motivaciones de los pescadores y el impacto económico de la actividad. Son temas recurrentes la satisfacción, preferencias y el valor de las experiencias (Arlinghaus & Mehner, 2005; Lankia et al., 2022). Los pescadores de “alto umbral”, en su mayoría hombres blancos de mediana edad, principalmente estadounidenses, están dispuestos a invertir grandes sumas de dinero para atrapar un enorme pez (Golden et al., 2019). Estos consumidores, deseosos de capturar peces y vivenciar lo exótico (Komppula et al., 2022), buscan experiencias específicas de tranquilidad, soledad y belleza natural.
Otra línea de trabajo repara en los tipos de pesca y el turismo en función de determinadas políticas públicas (Violin & Alves, 2017), así como también la medición del impacto de la pesca deportiva y la instalación de lodges en la economía regional (Butler et al., 2020; Chen et al., 2003; Kauppila & Karjalainen, 2012). Se ha explorado, además, el vínculo pesca-movilidad a partir de la instalación de segundas residencias (Seppänen & Toivonen, 2010), las acciones de promoción de las agencias turísticas (Lovelock, 2009) y la pesca con devolución como una forma de ecoturismo recreacional (Zwirn et al., 2005). Desde una perspectiva más política, se han considerado los conflictos entre la pesca comercial marina y la recreativa fluvial del salmón (Salmi & Salmi, 2010), y los que se desatan alrededor de los derechos de pesca de propietarios ribereños (Stensland, 2010).
El turismo de pesca en Argentina
En 2018 se contaban en Argentina 162 explotaciones agropecuarias turístico-recreativas que incluían actividades de pesca y se encontraban distribuidas en distintas provincias (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, 2021; véase Figura 2).
Figura 2.
Explotaciones agropecuarias turístico-recreativas con actividades de pesca, por provincia. Argentina, 2018
Fuente: elaboración propia con base en datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (2021)
Los establecimientos que reciben este tipo de visitantes involucran y exceden la tipología lodge, particularmente en Patagonia, donde la pesca deportiva aparece vinculada a explotaciones agropecuarias ganaderas conocidas como estancias. Si se considera, entonces, esta tipología, los datos disponibles indican un leve incremento a nivel nacional entre 2016 y 2023, que pasa de 18 establecimientos con 142 habitaciones y 318 plazas a 19 con 145 y 326, respectivamente (Sistema de Información Turística de la Argentina, 2024).
Las investigaciones sobre turismo de pesca deportiva y, particularmente, lodges de pesca son escasas en Argentina. Predomina un tratamiento tangencial de la pesca deportiva, como parte de las ofertas turísticas y estrategias de marketing destinadas a posicionar un destino. Solo se identificaron dos tesis de grado (Contreras, 2019; Mezzalira, 2013) y un artículo sobre Neuquén (Suárez, 2012), y una tesis de grado sobre Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur (Bonsangue, 2019). Un trabajo analiza el impacto de la social media en las experiencias significativas de la pesca deportiva, reconoce como área preferida por los pescadores internacionales de pesca con mosca al sector comprendido entre Tierra del Fuego y la porción central de los Andes (Mezzalira, 2013). El lujo de un lodge, en este caso, se mide por su localización y los servicios que presta.
Desde el campo crítico, una investigación aborda el territorio posturístico de Junín de los Andes, un destino destacado de pesca con mosca (Contreras, 2019). Históricamente reconocida como una actividad elitista, en la actualidad se desarrolla en estancias ribereñas y en ella participan turistas extranjeros o procedentes de grandes urbes, de lo que deriva un movimiento “del aeropuerto al campo y del campo al aeropuerto” (Contreras, 2019, p. 52). Las estancias reconvertidas a lodges no derraman beneficios a las localidades circundantes y, en muchos casos, la pesca se vincula con loteos irregulares que no respetan la legislación vigente. Otro trabajo examina la pesca dentro de la oferta de turismo rural de Aluminé, Neuquén (Suárez, 2012), donde la introducción de actividades deportivas se vincula con la paulatina conversión de las estancias patagónicas al turismo rural, una estrategia que “recrea prácticas aristocráticas de ocio” (Suárez, 2012, p. 91) y reafirma el uso especulativo de un territorio enclave funcional a lógicas externas.
Finalmente, se han analizado las transformaciones turísticas derivadas de la descentralización neoliberal de la década de 1990 (Bonsangue, 2019). En Río Grande, localidad reconocida como capital internacional de la pesca de trucha y donde se pescan salmónidos desde 1935, se construyeron lodges para brindar servicios exclusivos. Los costos para acceder a estos exclusivos alojamientos, que oscilan entre 5 000 y 6 000 dólares semanales, dan cuenta de que se trata de un turismo de élite, consumidor de actividades recreativas de alto nivel.
En varios casos, las investigaciones abordan provincias pertenecientes a la región patagónica argentina, una zona que cuenta con características apreciadas por el turismo de élite, como son la posibilidad de encontrarse en soledad por cientos de kilómetros y el acceso a grandes lagos y pequeños arroyos cristalinos dotados de abundante fauna silvestre. Buena parte de los lodges existentes son fruto de procesos de reconversión. En algunos, la pesca complementa la ganadería, en otros, las propiedades se alquilan a empresas especializadas que brindan su oferta deportiva.
En Santa Cruz, la investigación documental en línea permitió reconocer 12 lodges dedicados a la pesca de salmónidos que ofrecen alojamiento, alimentación, transporte y guías. Varios se ubican en la meseta santacruceña y la porción andina, y ponen en valor la estepa y el bosque patagónico. Aunque la mayoría son prestadores nacionales, las plataformas digitales están en inglés e, incluso, adecúan los topónimos a la nominación internacional (Lago Strobel por Jurassic Lake, por ejemplo). Los prestadores enfatizan su singular ubicación en un área remota y la calidad de los servicios, como chefs profesionales y productos gourmet argentinos. Algunos cuentan con pistas de aterrizaje propias. Además, la transparencia de las aguas, los diversos programas de pesca, junto a la inolvidable experiencia de caza de “buenos ejemplares salvajes” en un entorno aislado pero accesible, se presentan como ventajas.
Como en la caza, aquí también se evidencia una estrecha relación entre el avance de la pesca deportiva y comercial, y la siembra de especies en cuerpos y cursos de agua. Hacia 1904 se introdujeron truchas arcoíris provenientes de Estados Unidos, Dinamarca y Alemania (Riva Rosssi et al., 2004) y hasta 1913 funcionó una piscifactoría en Santa Cruz para abastecer a la región (Baigun, 2001). Otras especies de interés arribaron sin intervención directa, como el salmón Chinook llegado en la década de 1980 desde las granjas de salmónidos de Chile (Becker et al., 2007). Sin embargo, pocos estudios han analizado este tipo de consecuencias para las especies nativas (Pascual et al., 2002).
El manejo de la dispersión de especies exóticas invasoras plantea contradicciones, especialmente en parques nacionales. Por un lado, se intenta detener el avance de salmónidos introducidos en el Parque Nacional Perito Moreno, una de las pocas áreas con cuencas libres de esta especie (Ponzi, 2024). Por otro lado, se incentiva el turismo internacional de alta gama y la pesca deportiva con devolución de un salmónido introducido en un establecimiento del Parque Nacional Los Glaciares. Los precios de esta experiencia varían entre 4 990 dólares por media semana y 8 890 dólares la semana completa.
En Mendoza, por su parte, no se registran lodges enteramente dedicados a la pesca deportiva; cuenta con algunos prestadores locales que ofrecen traslados, permisos y equipos de pesca, guías bilingües especializados y alimentación. Según la época del año, la pesca se desarrolla en embalses y ríos y arroyos de montaña, algunas veces en el interior de emprendimientos de mayor envergadura, incluso dedicados al turismo rural y cinegético, que ofrecen alojamiento. Como en el caso santacruceño, sus páginas web tienen versiones en inglés. Las experiencias que se ofrecen combinan el acceso a los lugares más salvajes y las aguas más cristalinas de Mendoza, con asado argentino y vinos selectos como coronación del día.
Discusión y conclusiones
Con vistas a explorar posibles mecanismos de incorporación de las naturalezas no humanas al mercado, este trabajo indagó la producción académica centrada en el análisis del turismo cinegético y la pesca deportiva; luego, la bibliografía científica referida a Argentina; y finalmente describió algunas de las características que estas prácticas adquieren en Mendoza y Santa Cruz.
Entre los principales hallazgos sobresale la alta concentración de los trabajos disponibles en equipos de investigación y revistas del norte global; también una relativa concentración de los estudios de caso en países con dilatada tradición tanto en la caza como en la pesca. Algunos de los principales temas de análisis coinciden con tópicos tradicionales para los estudios del turismo, como son la caracterización de la oferta y la demanda, los debates asociados a la sustentabilidad y los impactos económicos y sociales de la actividad. En menor medida, algunas veces se aborda la dimensión cultural y patrimonial que la caza adquiere en algunas regiones. Desde el campo crítico, los ejes de indagación recuperan la noción de fronteras tanto en la corta como en la mediana duración, se detienen en los conflictos, especialmente entre cazadores o pescadores locales y foráneos, y acentúan las aristas problemáticas tanto respecto a la conservación como a las poblaciones locales. Aunque en muchos casos el turismo cinegético y la pesca deportiva computan como actividades destinadas a satisfacer las demandas de las clases altas, la vinculación con el lujo o los consumos suntuarios no configuran un eje de análisis de importancia.
Aunque la producción argentina no es capturada por Scopus sino en contados casos, la tendencia se repite con algunos matices. Varios trabajos se preocupan por caracterizar la oferta y la demanda y justifican los mayores atractivos que el país posee para atraer turistas cazadores y pescadores. Otros indagan ─y ponen reparos─ en el enlace turismo-sustentabilidad, sobre todo a partir de los impactos que las actividades suponen para otras naturalezas no humanas. En cuanto a los emprendimientos turísticos que componen la oferta nacional, varios trabajos encuentran dinámicas de enclave, mientras otros señalan recurrentes infracciones a la legislación vigente y a los mecanismos de control, como paradójicos atractivos del destino. Las articulaciones con los territorios locales, aunque indagadas en algunos casos, no hacen parte de las principales preocupaciones, como tampoco lo son las vinculaciones con el consumo ostentoso de las clases altas internacionales.
Aun en este contexto, la producción académica existente, tanto nacional como internacional, y la mirada en detalle sobre los procesos que se abren en dos provincias argentinas permiten advertir que tanto el turismo cinegético como la pesca deportiva generan profundas transformaciones en las naturalezas no humanas. La conversión de algunos animales en componentes centrales de los atractivos de los destinos los sitúa en un lugar paradójico: al ser parte de las naturalezas, ingresan al mercado no de manera directa, sino como parte central de las experiencias que el turismo pone a disposición de los consumidores. Por esta vía, los animales no humanos son arrancados de sus mundos de vida y transformados en valores de cambio como cupos de caza y trofeos. Materialización de la dominación de clase y de unas naturalezas sobre otras, el trofeo es síntesis de victoria y poder, fetiche de una práctica deportiva y expresión de guerra. Los trofeos poseen valor vincular y simbólico, pero también un valor monetario regulado por el tamaño del ejemplar o sus partes. En esta transformación se expresan dos cuestiones centrales: la enorme capacidad generativa, creativa y flexible del capitalismo; y su incapacidad para producir las naturalezas humanas y no humanas de las que inexorablemente depende (Tsing, 2015).
Al mismo tiempo se trata de un movimiento de avance de fronteras de mercantilización (Moore, 2020), no solo respecto de los animales que se vuelven presa, sino también de los territorios que los contienen por el posicionamiento que ganan como áreas surtidoras de recursos baratos. En esta nueva etapa capitalista, donde el lujo y las contradicciones del capital se agudizan, tanto cazadores como pescadores se convierten en viajeros y vencedores que aprovechan ciertas ventajas territoriales de espacios en desventaja. El caso de Argentina resulta bastante elocuente en este punto. Se va posicionando como destino emergente porque posee áreas “remotas” y “salvajes”, gran cantidad de especies cinegéticas, infraestructuras y servicios turísticos, pero también permisos de caza y pesca más amplios, cuerpos normativos menos estrictos y controles más laxos. Constituye un destino aislado pero accesible, rústico pero exclusivo, una frontera de límites éticos y espaciales imprecisos.
Además, se trata de territorios previamente acondicionados. Si se considera que la naturaleza es una de las condiciones de producción (O’Connor, 2001) del turismo de caza y pesca, un paso previo es la evaluación de sus aptitudes receptivas y la acomodación de los destinos a las preferencias de los consumidores. En Argentina, este proceso se inicia a principios del siglo XX, con la introducción de las primeras especies exóticas cinegéticas y continúa con la siembra de peces en ríos y lagos sureños. En este sentido, el turismo de vida silvestre, pero particularmente el de caza y pesca, podría suponer una serie de nexos en el circuito de acumulación como eslabones “hacia atrás”, como preparación/conversión del país en un inmenso surtidor de naturalezas para la expansión ampliada del capital. En definitiva, un territorio de acumulación (Luxemburgo, 1968) que el capital incorpora a los circuitos como surtidores de recursos y mercados de sus productos, acondicionado por el Estado, dispuesto al consumo de las clases altas del norte global, y condición para la reproducción ampliada de una fracción particular del capital financiero, el sector inmobiliario y el turismo internacional.
Asimismo, queda en evidencia que el turismo de caza y pesca evade los productos tradicionales y sintetiza características de alta gama. Pone en primer lugar a las personas, da espacio a las “aventuras” y provee experiencias “únicas” en contextos “salvajes”. Porque además argumentan desempeñar un rol en materia de conservación y desarrollo local, los turistas cazadores y pescadores encuentran una vía de escape a las sanciones éticas, sin renunciar a experiencias personalizadas, alojamientos confortables y servicios de primer nivel. En su incesante búsqueda de autenticidad, los turistas huyen de un mundo crecientemente mercantilizado y, aunque saben que acceden a un simulacro, la ensoñación por el acceso a fracciones de realidad desaparecida encuentra en la naturaleza salvaje una hipérbole de autenticidad. ¿Qué más salvaje, en el fondo, que esos animales indómitos que incluso son un riesgo para los espectadores?
Sin embargo, no son solo animales salvajes lo que hay detrás de estas formas de turismo; es el carisma occidental que tienen algunos (Gissibl, 2016), la reafirmación de las masculinidades, una práctica de clase que se articula, desarticula y rearticula con el turismo, para ser a veces solo adrenalina. En otras palabras, si la búsqueda de autenticidad en el turismo es una ilusión que desaparece en el mismo momento en que accede al destino o a la experiencia (Tomazos, 2020), este turismo de naturaleza hace trampas a la regla toda vez que la muerte se materializa. Aun así, hay un detrás de escena que se escapa: prácticas de coproducción de los destinos llevadas a cabo por los operadores y desequilibrios ambientales que permanecen ocultos y que socavan las ilusiones de sustentabilidad y comportamiento ético que mantienen a salvo a muchos cazadores (Tickle & Von Essen, 2020).
De igual manera, la ampliación de las fronteras del lujo hacia destinos exóticos, auténticos y salvajes pone al descubierto la centralidad que comportan las dimensiones espaciales en estas formas de turismo. De un lado, porque mediante la mercantilización de experiencias accede y hace uso de las naturalezas, el paisaje y la cultura. La actividad se sustenta en espacialidades cerradas, como lodges, estancias y resorts, a veces fortificadas, siempre exclusivas; con un adentro asegurado que ─paradójicamente─ exalta el natural salvajismo del afuera. Los emprendimientos, además, actualizan la noción de terras nulis. Se emplazan sobre territorios de frontera, separados de las rutas turísticas más consolidadas; sobre naturalezas producidas como majestuosas y vacías; espacios por conquistar a tiro de los pioneros.
Finalmente, la muerte es parte del atractivo, una muerte que deriva de una vida enraizada y coproducida en el lugar. Pero, además, en la caza y en la pesca, la naturaleza juega un papel ambivalente. La misma que atrae por su grandeza, belleza y diversidad es la que contiene fracciones que se capturan y sacrifican. La que actúa de catapulta a las aventuras y experiencias es la que se protege, y esa protección que salva es la misma que despoja a los cazadores y pescadores del pecado y los pone “en común-unión” con la vida salvaje.
Si bien este trabajo se propuso un primer acercamiento al turismo de caza y pesca en Argentina, pone en evidencia la necesidad de profundizar el estudio de las articulaciones turismo/lujo en el contexto del consumo, pero también en diálogo con la producción y la distribución. Esto permitirá, no solo reparar en los turistas de alto poder adquisitivo que configuran el público de destino sino, además, develar los mecanismos intervinientes en la gestación de las rentas destinadas a esos consumos, en los bienes que se convierten en mercancías, en la capacidad seleccionadora que ejerce el capital sobre los destinos, en los hacedores de los enclaves, en los estados constructores de infraestructura y andamiajes legales atractivos al capital, en los trabajadores y poblaciones locales influenciados por los emprendimientos, y en las polifacéticas afectaciones que ocasionan sobre las naturalezas no humanas. En definitiva, pensar al turismo de lujo como un espacio de producción, distribución y consumo, atado al territorio y conector de territorios, naturalezas y capital, tanto en Argentina como en otros países de América Latina.
Para finalizar, resulta necesario indicar algunas limitaciones del trabajo. La principal restricción fue la imposibilidad de acceder al caudal completo de producciones académicas existentes. Aunque habitualmente esto ocurre por las mediaciones que la aplicación de la técnica opaca (Martinovich, 2022), en Argentina se suman otros condicionantes, posiblemente compartidos con otros países del sur global. El acceso a las investigaciones internacionales, especialmente a las alojadas en revistas del norte global, se ve restringido por la imposibilidad de solventar los costos de suscripción. Más allá de que las causas de estos desbalances quedan fuera de los alcances de este trabajo, cabe remarcar la importancia de cuidar que el intercambio de conocimientos no se transforme, como la caza y la pesca, en una actividad de lujo, solo al alcance de los científicos del norte global.
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Notas
1 El coto de caza conforma un espacio —público o privado— destinado al aprovechamiento cinegético regulado por ley.
2 El lodge es un anglicismo que nace asociado a la caza en África para referir a un refugio para deportistas. Hoy constituye un tipo de alojamiento enclavado en la ruralidad, mimetizado con el entorno, con servicios personalizados y de alta calidad.
3 La forma de medir el impacto económico de una actividad es a través del empleo registrado. Con referencia al turismo, esto puede reconocerse a partir del empleo en alojamientos. De acuerdo con las estadísticas oficiales, los servicios de alojamiento en Argentina son cubiertos por 62 824 puestos de trabajo, 6 051 empresas y 7 117 establecimientos. En Mendoza, estos involucran 4 685 puestos de trabajo, distribuidos en 301 empresas y 348 establecimientos, mientras en Santa Cruz llegan a 1 873 puestos en 180 empresas y 217 establecimientos (Ministerio de Economía & Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, 2022). Sin embargo, no es posible acceder a datos de mayor desagregación que permitan conocer la cantidad de empleos vinculados al alojamiento para el turismo de pesca y cinegético. Además, otro inconveniente se vincula con la dificultad para tipificar el lodge. Muchas veces las categorías utilizadas en las estadísticas oficiales consideran solo hoteles con estrellas y parahoteles (Sistema de Información Turística de la Argentina, 2024), a veces suman aparthoteles y hoteles boutique (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, 2025).
Laura María Torres
Argentina. Doctorada en antropología social por la Universidad de Sevilla. Investigadora independiente Conicet (IADIZA). Líneas de investigación: estudio territorial de los procesos de apropiación y uso de los bienes naturales en campesinos ganaderos y los efectos que ejercen distintas actividades económico-productivas sobre los procesos de (re)producción social y las naturalezas no humanas. Publicación reciente: Torres, L. M., Pastor, G. C., Marchionni, F. & Agneni, E. A. (2022). Fronteras del lujo, fronteras de la conservación: caras de un prisma llamado extractivismo. Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía, 31(1), 3-20. https://doi.org/10.15446/rcdg.v31n1.83843
Brenda Ponzi
Argentina. Doctorada en ciencias sociales y humanidades por la UNPA. Becaria posdoctoral Conicet (CIT Santa Cruz). Líneas de investigación: ciencias sociales, con énfasis en la geografía crítica y la ecología política, cuestiona los procesos de acumulación en la producción del espacio, del territorio y la naturaleza. Publicación reciente: Ponzi, B. (2024). De famas y esperanzas cortazarianos. Abordaje del avance de fronteras y la filantropía en el Parque Nacional Perito Moreno, Argentina (1937-2020). Estudios Geográficos, 85(296), Artículo e162. https://doi.org/10.3989/estgeogr.2024168.168
Alejandro Schweitzer
Argentino. Doctorado en geografía, ordenamiento territorial y urbanismo por la Université de Paris III-Sorbonne Nouvelle. Investigador principal Conicet (CIT Santa Cruz). Líneas de investigación: enfoques de la geografía crítica y la ecología política para el estudio del despliegue espacial y temporal de procesos intervinientes y disputas que surgen en la producción de espacios de frontera, estratégicos y periféricos, particularmente en Patagonia Sur. Publicación reciente: Schweitzer, A. (2022, 27 de diciembre). El nuevo régimen climático político-ecológico y el consenso de la transición desigual y combinada en el sur global. El caso de la Argentina. Ecología política. Cuadernos de debate internacional, (64), 36-43. https://doi.org/10.53368/EP64NPVep01
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