e-ISSN 2395-9134
ArtículosEstudios Fronterizos, vol. 24, 2023, e116

https://doi.org/10.21670/ref.2305116


El activismo en las migrantes trabajadoras del hogar: estudio cualitativo en el sur de España

Activism among female migrant domestic workers: a qualitative study in southern Spain

Juan C. Acerosa * https://orcid.org/0000-0003-2707-5419
Tatiana Duqueb https://orcid.org/0000-0001-9204-1691
Virginia Palomab https://orcid.org/0000-0002-0707-1982

a Universidad Industrial de Santander, Escuela de Trabajo Social, Bucaramanga, Colombia, correo electrónico: jacerosg@uis.edu.co

b Universidad de Sevilla, Departamento de Psicología Social, Sevilla, España, correo electrónico: wenducmor@alum.us.es, vpaloma@us.es

*Autor para correspondencia: Juan C. Aceros. Correo electrónico: jacerosg@uis.edu.co


Recibido el 06 de agosto de 2022.
Aceptado el 24 de febrero de 2023.
Publicado el 6 de marzo de 2023.


CÓMO CITAR: Aceros, J. C., Duque, T. & Paloma, V. (2023). El activismo en las migrantes trabajadoras del hogar: estudio cualitativo en el sur de España [Activism among female migrant domestic workers: a qualitative study in southern Spain]. Estudios Fronterizos, 24, e116. https://doi.org/10.21670/ref.2305116

Resumen:
El trabajo del hogar es un nicho ocupacional opresivo para las mujeres migrantes. Las estrategias que emplean para resistir esta situación han sido poco estudiadas. Este trabajo se interesa por su activismo. Mediante un estudio cualitativo en el sur de España se explora el sentido de dicha acción sociopolítica para las mujeres migrantes. En la primavera de 2020 se entrevistó a once activistas de la Asociación de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar de Sevilla. El material se sometió a análisis de contenido. Los significados asociados a su activismo fueron agrupados en cuatro categorías: (1) el horizonte de lucha, (2) las formas de lucha, (3) los niveles de implicación y (4) los retos. Los resultados se limitan a un caso históricamente reciente, y a una muestra pequeña elegida propositivamente; sin embargo, aportan a la comprensión de la agencia de las migrantes, y abre campos de reflexión para las organizaciones de trabajadoras del hogar.
Palabras clave: activismo, conducta política, migrantes, opresión, trabajadoras del hogar.


Abstract:
Domestic work is an oppressive occupational niche for migrant women. The strategies domestic workers employ to resist this situation have been scarcely studied. This paper is interested in their activism. Through a qualitative study in southern Spain, the meaning of such socio-political action for migrant women is explored. In the spring of 2020, eleven activists from the Seville Association of Domestic Workers were interviewed. The material was subjected to content analysis. The meanings associated with their activism were grouped into four categories: (1) the horizon of “struggle”, (2) the forms of “struggle”, (3) the levels of involvement, and (4) the challenges of activism. The results are limited to a historically recent case, and to a small sample chosen purposively; however, they contribute to the understanding of migrant women’s agency, and open fields of reflection for domestic workers’ organizations.
Keywords: activism, political behavior, migrants, oppression, domestic workers.


Introducción

España ha recibido un número creciente de migrantes en las últimas décadas. A principios de 2022 había más de cinco millones de personas extranjeras empadronadas en el país (Instituto Nacional de Estadística, s. f.). Cerca de 50% eran mujeres. Aunque la mayoría provenía de países europeos, con frecuencia se trataba de migrantes de África y América Latina (Observatorio Argos et al., 2018). Diferentes autores han mencionado que, en estas mujeres, la búsqueda de una mejor situación económica ha sido el principal motivo para migrar (Benencia, 2014; Molpeceres Álvarez, 2012). Sin embargo, en el mercado laboral, son discriminadas por su género, procedencia y situación administrativa (Pérez Orozco & López Gil, 2011). En consecuencia, su acceso al trabajo es limitado. Mientras que los hombres migrantes pueden ubicarse en una diversidad de nichos ocupacionales (en todo caso informales, de baja cualificación y precarizados), para las mujeres el trabajo del hogar es una de las pocas posibilidades para integrarse al mercado laboral (Escrivá & Vianello, 2016).

En el sector del trabajo doméstico, las mujeres migrantes experimentan relaciones laborales altamente desequilibradas en términos de poder (Magliano et al., 2016). Las personas empleadoras representan la cultura mayoritaria y tienen mejores condiciones socioeconómicas, profesionales y legales que las empleadas (Ayalon et al., 2008); además, su comportamiento está sometido a un control limitado de las autoridades (Ahonen et al., 2010). Por su parte, las trabajadoras vienen de países en desarrollo, tienen poco conocimiento de la cultura local, la lengua y el sistema legal (Ayalon et al., 2008; Raijman et al., 2003), carecen de redes de apoyo (Loveband, 2004) y están poco sindicalizadas (Madhumathi, 2013). El resultado es el de una alta vulnerabilidad a la explotación, el aislamiento, las duras condiciones de vida y trabajo, la discriminación y la violencia (Servicio Jesuita a Migrantes, 2018; Ahonen et al., 2010; Alexanian et al., 2015; Martínez-Pizarro, 2011). La literatura ha reportado los perniciosos efectos que esto tiene en la salud y el bienestar de las mujeres migrantes (Ayalon & Green, 2015; Hall et al., 2019; Lau et al., 2009; Vahabi et al., 2018).

Se sabe poco sobre las estrategias que las migrantes trabajadoras del hogar emplean para afrontar la opresión que viven en sus relaciones laborales. Algunos estudios documentan estrategias de afrontamiento individuales, como escapar del lugar de trabajo (Loveband, 2004), descansar, orar o leer la Biblia (Van der Ham et al., 2014), cuidar la alimentación o hacer deporte (Dutta et al., 2018). Álvarez Veinguer (2008) ha descrito “resistencias performativas” de algunas trabajadoras que se niegan a usar uniforme o que realizan con lentitud su trabajo. Pocos estudios han reportado acciones colectivas que puedan ser fuente de cambio social. Este hecho refuerza la imagen de que las mujeres migrantes son mujeres sumisas y tradicionalistas del “tercer mundo” (Contreras Hernandez & Alcaide Lozano, 2021; Garrido Muñoz de Arenillas & Cubero Pajares, 2019).

El presente trabajo se aproxima al activismo de las migrantes trabajadoras del hogar en el sur de España. El activismo es un comportamiento liberador a través del cual se defienden causas políticas (Klar & Kasser, 2009) y se buscan cambios que erradiquen la opresión y construyan una sociedad más justa (Watts et al., 2003). Las personas emprenden este tipo de comportamiento cuando toman conciencia de la opresión y desarrollan sentido de agencia (Watts et al., 2011). El sentido de agencia se corresponde con el término de “control sociopolítico”, definido como la sensación de tener la capacidad de “intervenir exitosamente en el mundo, incluyendo conceptos como control percibido, auto-eficacia, competencia percibida” (Wilke & Speer, 2011, p. 973). En algunos trabajos se ha definido como el convencimiento de que se puede producir cambio social y político (Watts et al., 2011). El desarrollo del sentido de agencia ocurre en escenarios en los que las personas pueden participar efectivamente, y en los que se incita su implicación sociopolítica (Watts & Flanagan, 2007).

Las organizaciones sociales, incluidas las asociaciones y los sindicatos, pueden promover el desarrollo del sentido de agencia y su cristalización en distintas formas de activismo. En distintas partes del mundo, las migrantes trabajadoras del hogar han creado estos colectivos, evidenciando que no son pasivas ante la opresión, y que pueden actuar decidida y colectivamente para transformar su situación (véase, Goldsmith, 2007). Y ello, a pesar de las múltiples dificultades que enfrentan para participar y organizarse políticamente (International Labour Office, 2013). La efervescencia de este fenómeno ha llevado a algunos autores a aproximarse al activismo de las trabajadoras del hogar en países asiáticos (Lai, 2010; Ogaya, 2004), latinoamericanos (Goldsmith, 2007; Magliano, 2018; Magliano et al., 2016) y europeos (Fulladosa, 2015; Fulladosa-Leal 2013).

En el contexto español, Fulladosa-Leal (2013) y Fulladosa (2015) ha estudiado la sindicalización de las migrantes trabajadoras del hogar. De acuerdo con la autora, las mujeres se involucran en procesos organizativos impulsadas por experiencias previas de movilización. La sindicalización les ofrece oportunidades para intercambiar información, generar pertenencia y crear proyectos que respondan a sus necesidades. Similares resultados han sido encontrados en estudios llevados a cabo en Madrid (Draper, 2018) y Sevilla (Aceros et al., 2021). Estos trabajos reportan retos relacionados, por ejemplo, con la conciliación de la vida sindical, laboral y familiar (Fulladosa-Leal 2013), el papel del cuidado en el activismo (Draper, 2018), las relaciones conflictivas entre organizaciones y, el burnout1 que experimentan algunas mujeres (Aceros et al., 2021).

A pesar de que el activismo de las migrantes trabajadoras del hogar ha empezado a llamar la atención de los/as investigadores/as, hasta el momento no se ha prestado suficiente atención a la forma en que las mismas mujeres entienden su acción sociopolítica. Así pues, a partir de un estudio cualitativo llevado a cabo en el sur de España, la pregunta fue ¿cómo perciben las migrantes trabajadoras del hogar su activismo? Concretamente, se ha querido entender cómo definen el activismo, qué tipo de comportamientos supone, cuáles son los niveles de implicación que requiere y los retos que les plantea.

El presente trabajo se fundamenta en la información proporcionada por una muestra pequeña de activistas vinculadas a una organización históricamente reciente; sin embargo, contribuye a un campo emergente, interesado en las personas migrantes como agentes activos con capacidad para transformar las condiciones opresivas en las sociedades receptoras (Magliano et al., 2016; Martinez-Damia et al., 2023; Marzana et al., 2020; Paloma et al., 2018). De esta manera aporta a la denominada “aproximación de la autonomía de las migraciones” (Mezzadra, 2022), que enfatiza el sentido de agencia y activismo de las personas migrantes como motor de nuevos espacios de ciudadanía que transforman estructuras de dominación en las sociedades receptoras. Adicionalmente, este trabajo puede ofrecer a las organizaciones de trabajadoras del hogar estímulos para reflexionar sobre su propia acción, de cara al fortalecimiento de sus iniciativas.

La estructura de este artículo es la siguiente. En el apartado de “Método”, se ubica este estudio en el contexto migratorio español y se narra la forma como se desarrolló el trabajo de campo. Además, se presentan las mujeres que participaron en el estudio, indicando los procedimientos para seleccionarlas, entrevistarlas y analizar sus narraciones. En el apartado de “Resultados y discusión” se presentan, describen y contrastan con la literatura los temas principales identificados en los datos: (1) el horizonte de lucha, (2) las formas de lucha, (3) los niveles de implicación y (4) los retos. Cada uno de ellos se acompaña de fragmentos de las entrevistas realizadas. En las “Conclusiones” se resumen los principales hallazgos y se mencionan limitaciones y aportes del estudio.


Método

Contexto de la investigación

España (junto a otros países europeos como Francia e Italia) es uno de los mayores empleadores de mujeres migrantes para la realización de tareas domésticas y de cuidados (International Labour Office, 2013). La demanda de mano de obra extranjera aumentó en este país después de que la emigración interior dejó de alimentar el sector en la década de 1960 (Iglesias et al., 2015; Zarco-Martín et al., 2002). Las experiencias de organización y activismo de las trabajadoras del hogar empezaron dos décadas después. En 1985 se realizó en Barcelona la primera Asamblea de Trabajadoras del Hogar en España. Un año más tarde, se creó la Asociación de Trabajadoras del Hogar de Bizkaia para exigir una normativa que reconociera condiciones justas para el trabajo del hogar (Fulladosa, 2015). En esta misma línea, se han venido creando organizaciones en Madrid, Cataluña, Navarra, Galicia y Andalucía (Draper, 2018). Estas organizaciones cuentan con una importante participación de mujeres migrantes y ponen a su disposición espacios de encuentro, asesoramiento, formación, expresión cultural y activismo laboral.

El estudio se llevó a cabo con ayuda de la Asociación de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar de Sevilla (ATHS). Esta es la única organización existente en la capital de Andalucía orientada a mejorar la situación de las trabajadoras del hogar. En sus redes sociales se define como “un grupo de mujeres empleadas de hogar de Sevilla que, tras luchar contra salarios y condiciones laborales indignas, hemos decidido dejar de lado el silencio y levantar nuestras voces para luchar por nuestros derechos”. La asociación surgió de un proceso promovido por dos organizaciones sociales que atienden a la población migrante en Sevilla. En 2010, una serie de encuentros entre las trabajadoras del hogar migrantes y profesionales de las organizaciones llevaron a las mujeres a reflexionar sobre su situación y a tomar la decisión de autoorganizarse.

Inicialmente las trabajadoras migrantes conformaron un colectivo informal, pero se constituyeron como asociación en 2012. Desde entonces han venido ocupando posiciones cada vez más relevantes en un contexto local donde no existen sindicatos de trabajadoras del hogar, y donde las organizaciones obreras muestran escaso interés en defender los derechos de este colectivo (Garrido, 2018). Actualmente, la ATHS es un actor sociopolítico independiente integrado en las coaliciones locales y nacionales que buscan mejores condiciones de vida y de trabajo para las trabajadoras del hogar. Forma parte de la Plataforma de Empleo del Hogar de Sevilla, junto con otras organizaciones sociales, y mantiene relaciones de cercanía y colaboración con otros colectivos de mujeres migrantes a nivel autonómico y estatal con las que comparte intereses, preocupaciones y luchas comunes.

La ATHS cuenta con más de 100 asociadas, todas ellas migrantes de países latinoamericanos. Tal condición ha sido una constante desde la conformación del colectivo. Esto se corresponde con una tendencia generalizada en España, donde la participación de las mujeres latinoamericanas en el trabajo del hogar es muy significativa. En efecto, la cercanía cultural y las creencias sociales que describen a estas mujeres como “trabajadoras ideales” les han permitido integrarse fácilmente en este sector laboral (Escrivá & Vianello, 2016). La organización es gestionada completamente y de manera voluntaria por sus asociadas, quienes se reúnen periódicamente en asamblea para tomar decisiones. Una junta directiva, elegida democráticamente por las bases, lleva a cabo el direccionamiento estratégico de la organización y actúa como su portavoz ante las autoridades.

Para realizar la investigación, se presentó el proyecto a la junta directiva de la ATHS en el invierno de 2019. Una vez obtenida la aprobación, dos autores de este trabajo ─un hombre y una mujer de origen latinoamericano─ asistieron a diversas actividades de la organización durante tres meses. De esta forma se estableció una relación de confianza mutua que favoreció el posterior desarrollo de la investigación en medio de la emergencia sanitaria generada por la pandemia de SARS-CoV-2, que comenzó poco después del inicio del estudio.

Participantes

A principios de 2020 se estableció contacto con las participantes potenciales. Mediante el muestreo de variación máxima (Patton, 2014) fue seleccionado intencionalmente un grupo pequeño, pero heterogéneo, de mujeres. Las participantes debían cumplir con los siguientes criterios de inclusión: (1) ser migrantes trabajadoras del hogar; (2) vivir en Andalucía; (3) ser o haber sido integrantes de la ATHS; y´, (4) autoidentificarse como activistas. Para evaluar el cumplimiento de estos criterios, las candidatas completaron un cuestionario sociodemográfico y una medida de identidad activista (Klar & Kasser, 2009). A las mujeres que cumplieron los criterios se les envió un resumen del proyecto y un consentimiento informado. Con las que aceptaron participar, se concertó una entrevista.

Se entrevistaron once mujeres con edades comprendidas entre los 36 y los 59 años (véase Tabla 1). Cinco eran peruanas, dos colombianas y las demás provenían de Ecuador, Paraguay, Nicaragua y Honduras. Todas habían obtenido la nacionalidad española, salvo una de ellas que tenía permiso de trabajo. Las participantes habían sido trabajadoras del hogar durante la mayor parte de su estancia en España. Ninguna se dedicaba a esta actividad en origen, aunque dos de ellas tuvieron una corta experiencia durante la niñez. En el momento de la entrevista, dos participantes trabajaban fuera del sector (pero no descartaban volver a él en el futuro próximo), una estaba desempleada y otra de baja por enfermedad laboral. Las demás ejercían el trabajo del hogar en diferentes regímenes. Las mujeres llevaban entre 1 y 8 años en la ATHS: tres de ellas eran parte de la junta directiva, seis eran colaboradoras activas; y dos ya no formaban parte de la asociación, pero habían sido activistas en el pasado cercano. Ninguna de las participantes había sido activista antes de llegar a España. Algunas mencionaron tener experiencias de participación en grupos de base, o indicaron que sus ascendientes fueron líderes comunitarios/as o sindicales.

Tabla 1. Características sociodemográficas de las participantes
Participante* Nacionalidad Nivel educativo Edad Años en España Régimen laboral**
Carmen Paraguay Estudios técnicos 52 17 Interna
Tatiana Perú Grado universitario 45 13 Por horas
Rosenda Perú Grado universitario 36 13 Fuera del sector
Andrea Perú Bachillerato 40 17 Por horas
Gabriela Perú Estudios técnicos 47 10 Por horas
Aguapanela Colombia Estudios técnicos 55 29 Desempleada
Penny Ecuador Bachillerato 56 23 Fuera del sector
Susana Perú Grado universitario 56 22 Interna
Doris Nicaragua Grado universitario 39 3 Interna
Mencha Colombia Primaria 59 13 Interna
Patricia Honduras Estudios técnicos 53 16 De baja
* Los nombres utilizados en la tabla y en todo el artículo son seudónimos elegidos por las entrevistadas.
** Las trabajadoras internas residen en el domicilio donde trabajan. Las trabajadoras por horas laboran de manera discontinua en varios domicilios. Las entrevistadas fuera del sector laboran en otros nichos ocupacionales distintos del trabajo del hogar. La entrevistada desempleada ha perdido su empleo en el sector del trabajo del hogar. La entrevistada de baja se encuentra incapacitada médicamente para trabajar

Métodos y técnicas

Se llevaron a cabo entrevistas semiestructuradas con cada participante. Las entrevistas duraron entre 1 y 3 horas. Se siguió un protocolo preestablecido, pero flexible, que incluía preguntas sobre las experiencias laborales en España, el significado de la participación en la ATHS, las características percibidas de su activismo, y los efectos de esta actividad en su vida. Para los objetivos del presente artículo se tuvieron en consideración los datos sobre la percepción que las mujeres tenían de su participación y activismo en la ATHS.

La recolección de datos coincidió con las restricciones de movilidad decretadas en España contra el SARS-CoV-2. Por ello, dos entrevistas fueron presenciales mientras que el resto se produjeron en línea, utilizando las plataformas de preferencia de las participantes. Las entrevistas fueron grabadas y transcritas literalmente. Dos autores, ambos con experiencia en investigación cualitativa, analizaron los datos. Para identificar patrones, se utilizaron procedimientos del análisis de contenido cualitativo convencional (Cáceres, 2003; Hsieh & Shannon, 2005), que supone una aproximación inductiva a los datos.

El análisis empezó con la codificación abierta, dividiendo las transcripciones en unidades que reflejaban los significados que las participantes asociaban al activismo. Con ayuda de una plantilla informatizada, se agruparon los fragmentos codificados, lo que facilitó su repetida relectura en conjunto. A continuación, se generaron categorías emergentes. Para ello, se identificaron menciones cruzadas de los códigos en los fragmentos y fueron graficados manualmente con ayuda del programa yEd GraphEditor 3.21. Los analistas realizaron reuniones periódicas para ajustar los procesos de codificación y categorización, resolver las diferencias y revisar conjuntamente los datos. Las interpretaciones que iban surgiendo a lo largo del proceso se consignaron en memorandos que sirvieron de base para redactar los resultados que aquí se presentan.


Resultados y discusión

Los significados asociados al activismo de las migrantes trabajadoras del hogar han sido agrupados en cuatro temas (véase Tabla 2): (1) el horizonte de lucha (equiparación de derechos, reconocimiento social del trabajo del hogar, reconocimiento de la capacidad de agencia de las mujeres migrantes), (2) las formas de lucha (lucha diaria, lucha-cuidado y lucha política), (3) los niveles de implicación (bajo, medio, alto) y (4) los retos del activismo (formación de la base de la organización, conciliación familiar y laboral, agotamiento de las líderes). A continuación, se presentan estos temas, acompañados de fragmentos de las entrevistas.

Tabla 2. Significados del activismo de las migrantes trabajadoras del hogar
Categorías Subcategorías Definición
Horizonte de lucha Equiparación de derechos Logro de derechos para las trabajadoras del hogar que sean asimilables al trabajo digno
Reconocimiento social del trabajo del hogar Poner en relieve públicamente el valor social y económico del trabajo del hogar
Reconocimiento de la agencia colectiva de las mujeres migrantes Posicionar a las trabajadoras del hogar como agentes sociopolíticas legítimas y con voz propia en el escenario político
Formas de lucha Lucha diaria Reivindicación de derechos en el contexto de negociaciones cotidianas con las personas empleadoras
Lucha-cuidado Movilización de recursos personales y organizacionales para ayudar a otras mujeres migrantes y atender sus necesidades
Lucha política Acción colectiva para denunciar abusos y exigir cambios normativos favorables a los intereses de las trabajadoras del hogar
Niveles de implicación Bajo Nivel en el que predominan esfuerzos por compartir con otras personas lo que se ha aprendido sobre derechos laborales y atraer a nuevas participantes a la asociación
Medio Nivel en el que predomina el empleo de parte del tiempo libre en labores de voluntariado, incluida la participación esporádica en acciones colectivas
Alto Nivel en el que las mujeres direccionan las actividades de la asociación y participan activamente en su ejecución, en diversos escenarios
Retos Formación de la base de la organización Superar la desinformación y promover el empoderamiento, educando a las mujeres migrantes en sus derechos laborales y migratorios
Conciliación familiar y laboral Superar la falta de tiempo que experimentan las trabajadoras del hogar, y emplear dicho tiempo para el activismo, sin afectar la actividad laboral y la vida familiar
Agotamiento de las líderes Cansancio físico y emocional persistente que afecta negativamente el bienestar de las activistas

Un horizonte de lucha

Las mujeres participantes entienden el activismo como una forma de lucha. Tal denominación es común en otros trabajos sobre el tema (Draper, 2018; Fulladosa-Leal, 2013; Magliano et al., 2016). De esta forma, el activismo se presenta como la implicación de las migrantes en un campo conflictivo en el que se enfrentan a otros grupos, mientras buscan un determinado cambio social. Las entrevistadas sugieren que esa “lucha” se distingue por su horizonte y por las formas a través de las cuales se expresa. En relación con el horizonte de lucha aparecen tres subtemas en los datos: (1) la equiparación de derechos, (2) el reconocimiento social del trabajo del hogar y (3) el reconocimiento de la agencia colectiva de las mujeres migrantes.

Sobre el primer subtema, cabe resaltar que las entrevistadas llaman la atención sobre diversas desventajas comparativas que experimentan en el contexto laboral. Pero, sobre todo, proyectan un futuro en el que estas son paliadas o erradicadas gracias a la acción política. Aquí, la búsqueda de la equiparación de derechos supone una lucha que enfrenta a las trabajadoras del hogar con las autoridades. A estos últimos actores se les reclama tanto la protección de los derechos adquiridos, como la reforma y establecimiento de un ordenamiento jurídico favorable a las trabajadoras del hogar. En este sentido, las activistas demandan cambios de las normas migratorias (por ejemplo, buscando la “legalización ya” para sus compañeras indocumentadas) y laborales. Estos últimos reclamos predominan y se vinculan de manera insistente a la ratificación del convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Al respecto, dice una de las entrevistadas:

Tenemos que luchar por nuestra ratificación. La OIT nos dice que tenemos que tener ese trabajo digno, remunerado, con todos los derechos (…) Mi lucha y toda mi energía ahora mismo es luchar con ellas para que este trabajo sea reconocido, sea respetado con todos los derechos a ley. (Andrea)

La relación entre el activismo de las trabajadoras del hogar migrantes y su autorreconocimiento como portadoras de derechos ya ha sido identificada previamente por autoras como Magliano (2018) y Duque y colaboradores (2022). Como puede verse en el fragmento anterior, tal cosa no solo se materializa en un reclamo normativo, sino en una búsqueda de “dignificación” del trabajo. De lo que se trata es de revertir la consideración del trabajo del hogar como una actividad de segunda clase (véase Fulladosa-Leal, 2013; Stefoni E., 2009), para restituirle su naturaleza de “trabajo digno”. Al respecto, sostiene una entrevistada:

(…) hay personas [que dicen]: “este se merece todos los derechos, [en cambio] porque [alguien] sea una trabajadora del hogar este no tiene derecho a eso”. ¡Claro que sí los tiene! ¡Por supuesto que los tiene! Porque es un trabajo digno, muy digno, como cualquiera (…) y se merece todos los derechos. (Doris)

Como parte de este esfuerzo de dignificación, las activistas mencionan el segundo subtema: el del reconocimiento social de su actividad laboral. Las entrevistadas entienden que el trabajo del hogar está “invisibilizado”, como mencionan diferentes autores (Servicio Jesuita a Migrantes, 2018; Ahonen et al., 2010), y que esta situación perpetúa la informalidad y la precariedad de su labor (Magliano, 2018). En respuesta a dicha situación, las activistas buscan que su trabajo ─tradicionalmente ubicado en el ámbito privado del hogar─ se vuelva un asunto de interés público. De esta forma no solo ellas sino la sociedad en general puede percibir lo que aporta al sostenimiento de la vida y de la economía (Draper, 2018; Pérez Orozco & López Gil, 2011). El horizonte de lucha en este caso coloca a las trabajadoras del hogar en diálogo con los miembros de la sociedad de acogida y, especialmente, con las personas empleadoras. Pero, además, supone una labor de convencimiento al interior del mismo colectivo de trabajadoras del hogar, sobre el valor de su propia ocupación.

El tercer subtema identificado es el del reconocimiento de la agencia colectiva de las migrantes. Al respecto, pueden discernirse dos escenarios para el activismo. Por un lado, los contextos de toma de decisiones políticas, en los que no solo se busca la equiparación de derechos, sino también el posicionamiento de la ATHS como un actor con autoridad para hablar en nombre de las trabajadoras del hogar. Por otro, está el tejido organizativo en el que participa la ATHS y que, en ocasiones, es fuente de luchas por el reconocimiento de las trabajadoras del hogar como agentes sociales autónomos. En efecto, las trabajadoras del hogar a menudo no son reconocidas por otros colectivos, especialmente por los sindicatos, como interlocutoras válidas y agentes de cambio. Por otra parte, algunas participantes refieren intentos de otras organizaciones por hablar en nombre de las trabajadoras del hogar (desconociendo su capacidad de tener “voz propia”), por instrumentalizar su apoyo con fines políticos o por apropiarse de sus logros históricos. Así, la ATHS se ve en la necesidad constante de asegurar su posición como agente colectivo, tanto ante las autoridades como ante otras entidades presentes en el tejido social local y nacional.

Formas de lucha

Para avanzar hacia su horizonte de lucha, las migrantes realizan distintas acciones individuales y colectivas. Aquí están agrupadas en tres modalidades: la lucha diaria, la lucha-cuidado y la lucha política. Los datos indican que las mujeres, tras formarse en la organización, cuentan con conocimiento para reivindicar transformaciones en las condiciones de su trabajo, en diferentes contextos. La lucha diaria ubica esa reivindicación en la interacción con las personas empleadoras. Al respecto, afirma una entrevistada:

Con toda la educación que todos nos merecemos yo, por ejemplo, me enfrento al empleador y le digo que esas no son las condiciones, que no estoy de acuerdo con ello y que sepan, ¿no? Que, por ejemplo, que no estoy dispuesta a sacrificar mi vida y mi salud por un trabajo así. (Penny)

Las relaciones laborales en las que participan las trabajadoras del hogar se suelen establecer mediante acuerdos verbales establecidas en un contexto privado (Canevaro, 2009; Goldsmith, 2007). Para el establecimiento de tales acuerdos, las mujeres migrantes están en desventaja, y dependen de los recursos personales que tengan para negociar con quienes solicitan sus servicios (Madhumathi, 2013). Con frecuencia, el resultado es un refuerzo de estructuras de poder basadas en la raza, el género, la edad y la clase social (Ceriani et al., 2009; Fish, 2006). Sin embargo, los datos indican que las relaciones laborales también pueden convertirse en escenario de resistencias por parte de las trabajadoras. En efecto, el activismo facilita que las migrantes se opongan a acuerdos injustos en las entrevistas de trabajo o durante el ejercicio de sus labores. Tal cosa ocurre para sorpresa de las personas empleadoras, especialmente cuando estas últimas desconocen los derechos que amparan a las trabajadoras, o cuentan con el desconocimiento de las migrantes para imponer condiciones de trabajo opresivas.

En otro orden de ideas, la lucha-cuidado tiene que ver con el abordaje de situaciones que llevan a las mujeres a buscar ayuda en la ATHS. Tal cosa implica para las activistas una labor de conexión emocional con otras mujeres, la experiencia vicaria del sufrimiento, el acompañamiento emocional, y la movilización de recursos para satisfacer necesidades de otras. Al respecto, es fundamental la apertura de espacios de escucha mutua, como comenta una entrevistada:

Yo creo que el papel más importante que hacíamos (…) era de escuchar a las chicas. Porque tenían mucho que decir de cómo habían pasado la semana, durante esa semana, las injusticias que habían hecho con ellas, (…) no sé, escucharlas, ¿no? (Aguapanela)

En el siguiente fragmento se menciona la movilización de recursos que está implicada en la lucha-cuidado:

Y de ahí [después de escuchar a la mujer,] ofrecerle lo mínimo que tengo. Una serie de recursos que es lo que me puedo permitir a través de la plataforma. Y que luego, si ya veo que su situación amerita intervención y que está dentro de mi capacidad, lo puedo hacer. Y otras veces no: me pongo a llorar con ella (…). Luego de eso, me doy cuenta y digo: “Bueno, no todo se puede; no todo se puede hacer”. (Tatiana)

Cuidar a otras mujeres que experimentan la opresión es una parte del activismo de las migrantes trabajadoras del hogar. Esto ha sido reportado por Draper (2018) para quien el cuidado es “una forma de lucha” (p. 177) de este colectivo. Los resultados del presente estudio dan a entender que esta situación lleva a la práctica el ideal feminista de politizar lo personal o, como afirma Magliano (2018), de defender que lo doméstico es político. Sin embargo, también sugieren que el activismo expone a las migrantes a vivenciar trauma vicario (Aceros et al., 2021), como les ocurre a profesionales que asisten a poblaciones en situación de vulnerabilidad. Adicionalmente, la lucha-cuidado implica que las migrantes reproduzcan en su actividad política el rol de cuidadoras que ejercen en sus familias y trabajos. Esto resuena con el estudio de Osborne y colaboradores (2009) en el que la participación de las mujeres en grupos que ayudan a otras personas es visto por las participantes como una extensión “natural” de sus roles de género.

Finalmente, la lucha política es la forma de lucha más prototípicamente asociada al activismo: esto es, la protesta y la movilización social. En efecto, las mujeres que participan en la asociación se involucran regularmente en acciones colectivas de diferente tipo, ya sea en la preparación de los materiales y alimentos requeridos para las jornadas de protesta, en la recolección de firmas durante campañas, o en su presencia durante concentraciones y manifestaciones. Al respecto, menciona una entrevistada:

En este tipo de asociación, eso es lo que me ha llamado mucho la atención: la lucha constante. Si hay alguna manifestación, yo me he presentado (…) Porque estamos en todo nuestro derecho de que no se nos mire como criadas, se nos mire como trabajadoras. (Patricia)

Los datos sugieren que la lucha política ─particularmente la asistencia a manifestaciones─ es fuente de emociones positivas para las participantes. En efecto, se le interpreta como una oportunidad para el “desahogo” emocional. Además, para las migrantes trabajadoras del hogar ─especialmente las que están en régimen de internado─ salir del domicilio de los empleadores y participar en organizaciones como la ATHS es un importante paso en su integración e incidencia política en las sociedades de acogida (Ogaya, 2004). Por esta vía expresan visiblemente su capacidad para desafiar las políticas migratorias dominantes, las relaciones laborales establecidas y las limitaciones que se les imponen en el ejercicio de la ciudadanía (Casas-Cortes et al., 2015).

Niveles de implicación

El activismo es una conducta exigente que supone importantes inversiones a quienes la realizan (Renn & Ozaki, 2010; Vaccaro & Mena, 2011). Sin embargo, tal cosa varía en virtud del nivel de implicación al que se comprometa cada activista. En los datos de esta investigación, cabe distinguir niveles bajo, medio y alto de participación que se corresponden con el ejercicio de roles concretos. El nivel bajo implica que las mujeres ya han asistido a procesos de formación y a otras actividades que las han familiarizado con el horizonte y las formas de lucha de la ATHS. Tal cosa les permite actuar como “informantes” y “captadoras” al servicio de la causa. En el primer sentido, las migrantes comparten el conocimiento que han aprendido y asesoran a otras mujeres migrantes. El siguiente fragmento ilustra esta idea:

(…) y yo me entero y después yo les comunico a mis conocidas, [para] que no se dejen engañar. Que si no [se respetan sus derechos] ¡pum! Toma. (…) “¿quién lo dice?”. “Tales colectivos son los que apoyan [estas reivindicaciones]”. (Gabriela)

Paralelamente a su labor de informantes, algunas mujeres empiezan a actuar como “captadoras”, atrayendo a otras mujeres hacia la asociación y aumentando su base social. Debido a que el entorno relacional de las migrantes suele estar poblado por otras personas de origen extranjero (Fernández-Ocón & López-Olvera, 2009), esta labor de captación podría explicar la presencia exclusiva de mujeres latinoamericanas en la asociación, así como la ausencia de trabajadoras autóctonas. Además, aunque las mujeres son atraídas a la ATHS principalmente por los procesos de formación o servicios de asesoría jurídica, luego encuentran allí un espacio para socializar con otras migrantes (Aceros et al., 2021).

La acción de las captadoras y las informantes puede verse como un indicador de que las mujeres están empezando a desarrollar sentido de agencia. Supone una incipiente confianza en que pueden producir cambios en las situaciones opresivas que otras personas experimentan, brindándoles información y recursos para resolver sus “casos personales” (por ejemplo, el despido improcedente de una amiga o familiar). Este énfasis en los “casos” distingue el nivel bajo de implicación de los otros dos. El sentido de agencia de las captadoras y las informantes carece de la orientación colectiva que se aprecia en las “voluntarias”, y del sentido político de la actividad realizada por las líderes. En especial, no ataca las condiciones estructurales que ponen a las trabajadoras migrantes en desventaja, sino que se enfoca en paliar sus consecuencias más visibles e inmediatas.

Cuando la implicación de las mujeres trasciende este nivel inicial se aprecia la ejecución de roles que van más allá de la distribución de información y de la captación de nuevas socias. En el nivel medio aparece el “voluntariado”, es decir, la inversión no remunerada de tiempo para apoyar actividades de la asociación. El siguiente fragmento menciona esta forma de implicación:

[Al principio] yo daba lo que podía, ¿no? Lo que ahora intento yo que mis compañeras hagan. O sea, “Mira, yo voy a dar lo que puedo y cuando puedo y como quiero”. ¿No? O sea, es un tipo de voluntariado. (Tatiana)

Mientras las informantes y captadoras asisten a las actividades de la organización, e invitan a otras a que hagan lo mismo, las voluntarias hacen posible que dichas actividades se lleven a cabo. Actúan como cuidadoras de otras, por ejemplo, preparando los alimentos que se ofrecen durante los procesos formativos. Además, contribuyen a la lucha política, creando carteles para las manifestaciones, y tomando decisiones en las asambleas. Tales contribuciones varían en virtud de las condiciones de cada una: las mujeres deciden cuánto trabajo aportan, cuándo y cómo lo hacen.

El voluntariado no está orientado a resolver los problemas individuales de asociadas concretas sino en sostener la agenda de la asociación. Implica un sentido de agencia más colectivo, pero que se despliega en otro contexto familiar y seguro para las migrantes: no ya sus redes de familiares y conocidos, sino la ATHS. Su compromiso con la organización, sin embargo, favorece el desarrollo de habilidades que las mujeres necesitan para ocupar puestos de liderazgo y emprender una lucha más abiertamente política. Esto va en la vía de lo mencionado por diversos estudios, en los que se indica que la implicación comunitaria ayuda a los miembros de grupos oprimidos a adquirir nuevas capacidades (Paloma et al., 2010; Taurini et al., 2017) y brinda oportunidades para escalar socialmente y ejercer puestos de responsabilidad (Raijman et al., 2003; Renn & Bilodeau, 2005). Para el caso concreto de las migrantes trabajadoras del hogar, afirma Goldsmith (2007) que sus organizaciones “son espacios de aprendizaje político donde las maestras son las propias trabajadoras al compartir sus experiencias en torno a modelos de organización, estrategias de cabildeo y coaliciones” (par. 68).

En el nivel alto de implicación se encuentra el rol de “líder”. En este caso, se podría afirmar que el sentido de agencia está plenamente desarrollado, y asociado a la acción sociopolítica (Watts et al., 2003). Así, las mujeres priorizan su activismo sobre otras actividades y dedican una parte importante de su tiempo no solo a informar, captar y colaborar en las actividades, sino a asumir responsabilidades formalmente relacionadas con la gestión de la organización, la toma de decisiones y la representación de la entidad en el escenario público. Consecuentemente, el tiempo que las líderes invierten en la organización es considerablemente alto:

Es que no sé qué decirte [sobre el tiempo que dedico a la asociación]. Yo he hecho muchas horas. Más que un trabajo. Si estoy trabajando ahora veinticinco horas, de lunes a viernes; pues, calcula: más o menos [dedico lo mismo a la asociación]. (Rosenda)

Las líderes ejecutan las actividades más prototípicamente políticas de la organización (son las principales protagonistas de la lucha política): ocupan posiciones formales en la junta directiva; planifican, coordinan y realizan las acciones colectivas, y representan la ATHS ante otras organizaciones. Debido a las exigencias que acompañan este nivel de implicación, este solo es asumido por una minoría de activistas: las que una entrevistada denominó el “núcleo duro”.

Retos del activismo

En las activistas de la ATHS se aprecia un diferencial de participación, así como una división del trabajo entre las informantes y captadoras, voluntarias y líderes. Los retos del activismo están asociados con el nivel de implicación que asume cada mujer en particular. Aquí se mencionan los retos emergidos predominantemente en los datos: (1) la formación de la base de la organización, (2) la conciliación familiar y laboral, y (3) el agotamiento de las líderes.

La formación de la base requiere del acceso a información relevante sobre derechos laborales y migratorios. En esto consiste el principal reto asociado al nivel inicial de implicación. En efecto, la desinformación es uno de los factores que obstaculizan la participación comunitaria de las mujeres migrantes (Garrido Muñoz de Arenillas & Cubero Pajares, 2019; Magliano, 2018). Las migrantes trabajadoras del hogar generalmente desconocen el sistema legal de la sociedad de acogida (Ayalon et al., 2008; Raijman et al., 2003), lo que las pone en desventaja no solo ante sus empleadores, sino ante las trabajadoras del hogar autóctonas (Magliano et al., 2016). Obtener información sobre los derechos que les asisten es un aspecto fundamental del desarrollo de su conciencia crítica y sentido de agencia (Aceros et al., 2021). En correspondencia con ello, una parte fundamental de la actividad de la ATHS consiste en la organización de talleres sobre derecho laboral y de extranjería (en esto coincide con los esfuerzos de otras organizaciones en otras latitudes, véase Goldsmith, 2007). La asociación también ofrece un asesoramiento legal que, de no existir, sería de muy difícil acceso para las mujeres migrantes.

La conciliación laboral y familiar aparece como problema debido a que el activismo demanda una gran inversión de tiempo, a menudo escaso. Debe tenerse en cuenta que muchas migrantes se dedican al trabajo del hogar durante todo el día (Servicio Jesuita a Migrantes, 2018); además, mientras las empleadas autóctonas pueden externalizar las labores de cuidado en sus hogares, las mujeres migrantes suelen asumirlas también (Pérez Orozco & López Gil, 2011). Se presenta entonces una aguda dificultad para conciliar el activismo, la vida familiar, la vida personal y el trabajo que aqueja especialmente a las mujeres migrantes (Fulladosa-Leal, 2013). Los datos sugieren que para las “voluntarias” esta dificultad de conciliación es fuente de frustración. Muchas de ellas exponen una situación que podría resumirse con la expresión: “quiero participar; pero no puedo”:

Me cuesta implicarme más. [Debo reconocer] que debo implicarme más, que no me implico lo suficiente. (…) Como que me sobrepasa, ¿no? Tengo ese deseo de luchar, de apoyar y eso, pero, es muy triste [no poder hacerlo]. (Penny)

En un intento por gestionar este reto, la ATHS programa sus principales actividades los fines de semana, particularmente los domingos (cuando las mujeres tienen más horas libres). Sin embargo, esto solo facilita la conciliación con la actividad laboral, mientras acrecienta el solapamiento entre el tiempo dedicado al activismo y el que se reserva a la familia o al ocio. Además, tiene efectos en los procesos organizativos de la ATHS. Estos no pueden llevarse a cabo sino una vez a la semana y, en ocasiones, unas pocas veces al mes, lo que dilata su desarrollo y demora la consecución de sus objetivos. Finalmente, contribuye a que las mujeres más comprometidas con la asociación acumulen responsabilidades organizativas y políticas, asumiendo las que otras personas no están en disposición o capacidad de realizar.

En relación con lo anterior está el reto del agotamiento de las líderes. Al respecto hay que apuntar que la actividad sociopolítica se vuelve intrínsecamente satisfactoria para quienes más se comprometen con el activismo (Pearce & Larson, 2006). En este sentido, las entrevistadas mencionaron distintos afectos positivos asociados a su actividad sociopolítica. Sin embargo, algunas refirieron también cansancio físico y emocional persistente. De hecho, expresaron sentirse “quemadas” o cerca del “agotamiento”. Una de las integrantes del “núcleo duro” manifestó encontrarse tan cansada que estaba pensando abandonar la asociación, mientras que una de las mujeres que ya no participaba en la ATHS afirmó haberse retirado tras sentirse “quemada”.

En la literatura hay una creciente preocupación sobre el burnout del activista, y se ha identificado este fenómeno como un riesgo, no solo para el bienestar de los activistas, sino para la sostenibilidad de las organizaciones y movimientos sociales (Gorski, 2015, 2019). En los datos se hace referencia a talleres de autocuidado que, en parte, abordan esta problemática. De hecho, para las entrevistadas más comprometidas, el burnout es una preocupación recurrente. Algunas de ellas afirmaron que es necesario prevenir el agotamiento formando nuevas líderes que brinden mayor soporte al “núcleo duro”.


Conclusiones

El trabajo del hogar es un nicho ocupacional potencialmente opresivo para las mujeres que se dedican a él. Las condiciones de injusticia vividas en este sector pueden convertirse en disparadores de luchas políticas para las trabajadoras del hogar, especialmente en el caso de las de origen migrante (Magliano, 2018). Estas últimas experimentan condiciones de desventaja y opresión mayores que las vividas por las trabajadoras autóctonas. Además, encuentran grandes dificultades para organizarse políticamente (Lai, 2010; Madhumathi, 2013). Sin embargo, crean y gestionan colectivos que dan cuenta de su sentido y capacidad de agencia.

Este estudio se ha interesado por el activismo como respuesta de las trabajadoras del hogar migrantes ante la opresión que experimentan por su condición laboral y migratoria. A partir de un estudio cualitativo, se ha examinado cómo las trabajadoras del hogar activistas perciben su actividad sociopolítica y se han descrito los significados que expresan al respecto. Se resaltan especialmente cuatro temas: el horizonte de activismo, sus formas, sus niveles de implicación y sus retos.

El activismo de las trabajadoras del hogar es una forma de “lucha” por la equiparación de derechos, la dignificación social del trabajo y el reconocimiento de la agencia colectiva de las mujeres migrantes. Todo ello como parte de una agenda que trasciende las estrategias de afrontamiento individual a la opresión, y que resiste a los múltiples obstáculos que las migrantes encuentran en las sociedades de recepción. Este resultado del presente estudio se vincula estrechamente con el concepto de “luchas migrantes”, que establece cómo el proceso migratorio implica múltiples y heterogéneas luchas frente a las dinámicas asimétricas de poder establecidas en la sociedad receptora (Casas-Cortes et al., 2015). De esta forma, las mujeres migrantes se ven abocadas a resistir y desafiar constantemente políticas injustas, condiciones laborales precarias, o limitaciones para ejercer una ciudadanía plena en la sociedad receptora. Que las mujeres migrantes dediquen su tiempo y esfuerzos a esta acción sociopolítica es una muestra de su capacidad para reconocer la injusticia y para actuar sobre ella, convirtiéndose en agentes activos de su propia emancipación.

La lucha colectiva de las trabajadoras del hogar migrantes se despliega en contextos diversos que incluyen el lugar de trabajo, la asociación, las instituciones políticas y la sociedad en general. En algunos casos, esto implica multiplicar los lugares en los que las migrantes llevan a cabo su vida, así como el aprendizaje de nuevas habilidades. Así pues, la comprensión y el acompañamiento de los procesos organizativos de las migrantes trabajadoras del hogar requiere un enfoque que sea sensible a una diversidad de contextos de vida y lucha, al tránsito entre dichos contextos, y a las distintas interacciones y conflictos que surgen en ellos.

Para las trabajadoras del hogar, la ampliación de sus contextos de vida y acción transformadora suponen la oportunidad de ampliar su contacto con la sociedad de recepción, lo que es especialmente importante en el caso de las recién llegadas y de las trabajadoras internas, que a menudo experimentan crónicamente el aislamiento social (Ayalon et al., 2008; Ayalon & Shiovitz-Ezra, 2010). Ahora bien, para las mujeres migrantes, volverse activistas no es un asunto fácil. Magliano (2018) ha documentado un proceso que, a lo largo de muchos años, permite pasar a las migrantes desde la vivencia de la opresión a la politización. El mismo implica, sucesivamente, compartir las injusticias vividas con otras trabajadoras del hogar, acercarse a una organización sindical y participar activamente en ella. En este trabajo, se encontró un proceso similar, asociado con una serie de roles que las mujeres migrantes asumen a medida que su sentido de agencia aumenta.

Llegar a ser informantes o captadoras parece facilitado por las actividades educativas que la asociación se esfuerza por proveer. Tales actividades permiten superar la desinformación que suele caracterizar a las mujeres migrantes en su primera etapa de asentamiento en España. Además, incentiva su sentido de agencia individual, brindando herramientas para emprender una lucha diaria con sus empleadores. Sin embargo, promover el compromiso con el voluntariado y, sobre todo, con el liderazgo es más complejo. En efecto las formas de implicación más comprometidas se enfrentan a retos como la conciliación con el trabajo y la familia, así como la prevención y abordaje del agotamiento. Enfrentar eficazmente estos desafíos supone, tanto un reconocimiento de su ocurrencia, como el diseño e implementación de estrategias que, mientras incentivan el sentido de agencia colectivo, protejan las relaciones interpersonales de las mujeres migrantes, así como su bienestar psicológico.

Las ideas expuestas aquí tienen varias limitaciones. En primer lugar, el estudio se ha realizado con una asociación relativamente joven, en comparación con organizaciones más históricas en España. Otros estudios podrían implicar organizaciones con una mayor trayectoria para explorar la experiencia de activistas con un compromiso sociopolítico más prolongado. En segundo lugar, las participantes del estudio fueron seleccionadas de forma intencionada, por lo que la muestra no proporciona información sobre las percepciones de personas con otras circunstancias, por ejemplo, mujeres migrantes en situación irregular. Las investigaciones futuras deberán abordar esta carencia. En tercer lugar, aunque los resultados sugieren la existencia de diferentes niveles de implicación, no es posible determinar que funcionen como un proceso secuencial que todas las mujeres siguen. Se requieren estudios de carácter longitudinal que ayuden a explorar esta cuestión.

A pesar de estas limitaciones, el estudio ayuda a comprender la agencia de las migrantes, y abre campos de reflexión para sus organizaciones. En especial, llama la atención sobre la capacidad de las trabajadoras para combatir la injusticia, empleando los escasos recursos que a menudo tienen a su disposición. En relación con esta cuestión, los resultados sugieren la necesidad de diseñar estrategias que las ayuden a superar los obstáculos que enfrentan, y que limitan su activismo. Concretamente, del estudio se derivan tres áreas de trabajo: (1) el diseño de itinerarios formativos que faciliten la apropiación del conocimiento que las mujeres necesitan para fortalecerse (itinerarios que, dada la condición de internamiento que experimentan muchas migrantes, podría virtualizarse, al menos parcialmente); (2) la búsqueda de estrategias para afrontar los problemas de conciliación que experimentan las activistas (que podrían pasar por la negociación con las personas empleadoras, y la implicación de las familias en las organizaciones de trabajadoras); y, (3) la implementación de estrategias para la detección, prevención y abordaje de posibles casos de burnout en las activistas (véase, por ejemplo, Gorski, 2015).


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Notas

1 Se entiende por burnout una condición de cansancio e irritación debilitante de carácter crónico que amenaza la persistencia vocacional de las personas (Gorski, 2015).


Juan C. Aceros
Colombiano. Doctor en psicología social por la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente es profesor asociado en la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Industrial de Santander, Colombia. Líneas de investigación: el ámbito de la percepción de la trata de personas y el activismo de colectivos migrantes. Publicación reciente: Duque, T., Aceros, J. C. & Paloma, V. (2022). Sociopolitical development of female migrant domestic workers in Southern Spain: a qualitative study of a pathway against injustice. Journal of Community & Applied Social Psychology. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/casp.2613

Tatiana Duque
Colombiana. Magister en migraciones internacionales por la Universidad de Sevilla. Maestranda en psicología comunitaria en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia. Forma parte del Centro de Investigación y Acción Comunitaria, Universidad de Sevilla. Líneas de investigación: desarrollo sociopolítico de las mujeres migrantes, fenómeno de la trata de personas. Publicación reciente: Duque, T., Aceros, J. C. & Paloma, V. (2022). Sociopolitical development of female migrant domestic workers in Southern Spain: a qualitative study of a pathway against injustice. Journal of Community & Applied Social Psychology. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/casp.2613

Virginia Paloma
Española. Doctora en psicología por la Universidad de Sevilla. Actualmente es profesora titular en el Departamento de Psicología Social de la Universidad de Sevilla y dirige el Centro de Investigación y Acción Comunitaria (Cespyd), de la misma institución. Líneas de investigación: la satisfacción con la vida y el bienestar en migrantes y refugiados. Publicación reciente: Garrido, R., Paloma, V., Benítez, I., Skovdal, M., Verelst, A. & Derluyn, I. (2022). Impact of COVID-19 pandemic on the psychological well-being of migrants and refugees settled in Spain. Ethnicity & Health, 28(2). https://doi.org/10.1080/13557858.2022.2035692



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